domingo, 10 de febrero de 2013

Todo está conectado.











Domingo luminoso.
Sol de domingo por la mañana, y a veces una cortina suave de nubes, relajante, para que la luz no nos ciegue. Suavemente nublado, a veces, se ve mejor. Se ve mejor
el continuo que no cesa, la experiencia que transciende al tiempo.

Suave y acogedor en mi mandala.
Mi mandala es como la mente, que está en todas partes, ya lo sé, pero en algún sitio hay que ubicarla para concentrarse en ella -la mente, en el corazón; mi mandala, en
el corazón del mandala.
Apacible la contemplación del futón que me invita a meditar;
las imágenes de mi yídam en tres o dos dimensiones sobre la estantería convertida en altar; los libros esparcidos sobre el tatami:
La indagación del ser, el camino de Ramana Maharshi;
La guía de las obras del bodisatva de Shantideva;
Yo, mi, me, contigo -las risas de Safier después de Maldito Karma;
Furari, la contemplación en cómic de Jiro Taniguchi -mi niño sí que sabe...









De repente, desde que dejé la escuela, mi biblioteca vuelve a ampliarse
y ahora escucho la voz, más a menudo, de otr@s maestr@s.
Cada ser es un maestro.
Ya lo decía aquél (no recuerdo el nombre, pero sea quien sea, seguro que no se pelearía por los derechos de autor):
la vida es un libro de dharma.

Mi hijo me invita al estreno de una obra de teatro, y en cada guión, en cada historia, veo la misma búsqueda -espiritual, por qué no, mera designación,
no nos vamos a pelear por un mero nombre.
Mi hermano me invita a un concierto y en cada creación musical, en cada tecla presionada en el piano o vibración en la guitarra o el violín, en cada nota que surge del saxo tenor,
en cada grito o susurro, al cantar,
encuentro la misma búsqueda.

Cada gesto de un ser humano, cada acción, cada palabra
es como un vínculo, una mano tendida, una oración, un paso en el mismo camino.













Cada mirada de un gato (el de mi amiga en casa o los que habitan en el parque del Montjuic),
cada  ladrido de un perro,
el mismo vínculo (mírame), la misma oración.
El mismo camino.

Todo está conectado.
Y todo es lo mismo.
Diferentes manifestaciones de lo mismo.
Tú y yo, lo mismo; compartiendo el mismo viaje
en el mismo barco.

Mi amigo me dijo: "siempre estamos solos".
Pero yo no lo veo así.
No lo siento así.

Yo sospecho que tú formas parte de mi cuerpo
tanto como yo del tuyo.























No hay comentarios:

Publicar un comentario