martes, 31 de diciembre de 2024

Carta de reyes magos.

 


El canto de las golondrinas, aún en diciembre.
La tórtola, sobre una de las chimeneas.
La quietud en los árboles del Montjuic.
El teleférico sobrevolando la montaña, con vistas a la ciudad y el mar.
La sirena de una ambulancia de paso.
Se entrecruzan las condiciones para la vida y para la muerte,
para el disfrute y para el dolor.
Y de nada sirven las preferencias personales, tan poco relevantes.
Cómo soltar todas las preferencias y aversiones, toda ilusión de control,
todos los miedos y preocupaciones.
Como esta gaviota que la sobrevuela, planeando en el aire con sus alas quietas.

Hubo un tiempo en que tenía visiones y objetivos,
los sentía en construcción aun sin verla (esa construcción),
hasta que se manifestaban.
Algo había que hacer, sí, siempre hay algo que parece que haces,
pero no estaba movido por decisiones personales, aun cuando parecía que elegías.
Formaba parte de las condiciones en construcción.
Pero hace tiempo que no aparece ninguna visión de futuro.
Desde que siente que todo está aquí.
No es necesaria otra situación diferente para comprender.
Todo
está
aquí.
Ya mismo.

Y entonces se pregunta si ya se fue, si ya se acabó.
No, porque aún queda el dolor, a veces, el miedo, como semillas.
Entonces, si aún está aquí, qué tal si la Vida la lleva a vivir otras vidas?
Transformado el escenario.
Y a ver qué pasa.
Si aún está aquí, qué yo aparecería en otros mundos, en otros escenarios?
(A ser posible, que no sea en los infiernos, ya no la asalta esa duda para responder).

Aún percibe el yo separado y el miedo, en esta carta de reyes magos al universo.
De una de esas voces.
Pero ahí es donde está también.
Y puede verlo.




sábado, 21 de diciembre de 2024

El miedo a la muerte.

 


El maestro comenzó la presentación del retiro a bocajarro.
Habló del miedo, que contrae, agita y a veces paraliza nuestra vida.
A qué le tenemos miedo?
A la muerte.
A la muerte de quién, de qué?
Del "yo", de "mi vida".
Todos los demás miedos surgen de éste, como ramas de un mismo tronco.
Miedo al futuro, a la inseguridad, a la pérdida 
(del trabajo, la pareja, la reputación, el coche... ponle nombre).
A la disminución del yo, decía el maestro. A que se haga más pequeño.
Por eso dedicamos tanta energía a proteger este yo,
con todos sus agregados (propiedades de cualquier tipo, todo lo que empieza por "mi..."),
y también a engrandecerlo (mayor riqueza económica, fama, crecimiento personal).
Pero cuando buscamos este "yo" no lo encontramos.
Yo tengo una idea de mí (mi cuerpo, mis tendencias personales, mis creencias, mis emociones).
Pero mi pareja no ve a la misma, tiene otra idea de mí.
Y lo mismo mi hijo, mi hija, mi madre, mi amiga.
Cada persona tiene una idea diferente de "mí".
Quién soy yo?
Hay quien diría: Tú te conoces mejor que nadie.
Error. 
La idea de una misma es la más subjetiva de todas las ideas, también subjetivas.
Yo me invento, me justifico y a veces me juzgo y me castigo
como no haría con otra persona, con una mirada algo más objetiva.
En resumen, decía el maestro: 
Nos pasamos la vida gastando una enorme energía en la protección y crecimiento
de una mera idea.
Protegiendo la vida y temiendo la muerte de un yo que no existe.
El miedo a la muerte (de quién?)
ya se basa en fundamentos erróneos.

Pero por otro lado, el miedo a la muerte encierra una cara oculta,
que es el deseo de vivir, la llamada de la vida.
Y ésta se manifiesta en la fuerza interior. Propia.
No la fuerza interior del yo-idea, esa construcción mental
que se perpetúa con la repetición de pautas
(como el sufrimiento se perpetúa con la repetición de pautas,
de pensamientos, emociones, etc.).

Igual que en la búsqueda del yo la pregunta clave es "Quién soy yo?",
en la identificación de la fuerza interior la pregunta es:
"Qué es lo que realmente quiero, 
lo que considero realmente importante en esta vida que transito?"
No qué es lo que espera de mí la sociedad, mi familia, mi pareja o mi hijo.
No qué es importante para una cultura del consumo, los paradigmas de salud establecidos,
valores, reconocimiento, etc.
Qué es lo que realmente quiero vivir en esta vida? En qué creo?
Y es entonces cuando el potencial interior, el instinto de vida,
cobra una fuerza insospechada para vivir lo que eres.

El miedo a la muerte y el deseo de vivir son como dos caras de la misma moneda
y no se contradicen ni entran en conflicto.
Lo importante es ser conscientes de dos cosas:

1. El miedo a la muerte de quién, qué yo protegemos.
Porque podría ser que protegiendo un yo que no existe
estuviéramos sepultando el yo que somos.

Y 2. Que este impulso de vida permita aparecer el yo que realmente importa.




domingo, 15 de diciembre de 2024

La experiencia de la atención plena en los infiernos.

 


Cuando vuelve al presente, aquí y ahora, generalmente escucha el canto de las gaviotas
que no oía porque estaba mentalmente en otro sitio.
Eso es cuando está en casa, en el terrado, o en algunas otras situaciones de su acontecer cotidiano.

Alguien en los comentarios habla sobre la atención plena, aquí y ahora,
qué difícil cuando el momento es duro.
Es cierto.
Por eso se dice en el budismo que la mejor oportunidad para despertar
es la experiencia humana (una combinación de dolor y disfrutes, en el reino del deseo).
Cuando estás en los infiernos el dolor excesivo puede atraparte
y te impide ver, y comprender, y despertar.
Sin embargo, es precisamente en uno de esos momentos de dolor profundo que mencionas,
de duelo, de pérdida, cuando se puede tocar la no dualidad.
En medio de un instante de intensa tristeza
(el vértigo del mundo resquebrajado bajo los pies),
podrías vislumbrar que la tristeza y el dolor están hechos de la misma materia que la alegría y el disfrute,
la misma energía (el nirmanakaya) manifestada de formas aparentemente diferentes.
El dolor de la pérdida del ser más importante en tu vida, el abandono,
el tsunami que te desprovee de todo lo que posees, el mundo conocido,
ese dolor profundo y la confusión
no es diferente (en su material básico)
de la fascinación ante un mundo nuevo.
Sólo hay que entregarse a lo que es.
Porque la resistencia produce mucho dolor.



jueves, 12 de diciembre de 2024

La abundancia.

 


La práctica de la atención plena (o incluso parcial)
es un canto a la abundancia.
Aquí y ahora, presente, significa que soy capaz de ver lo que aparece,
y cómo aparece.
La plenitud de la respiración, este acto de amor con el cosmos.
El cuerpo universal que se encuentra con cada una de las células
de este aparente microcosmos.
Y el microcosmos disolviéndose en el cosmos.
Una vez tras otra.
El aroma del café fundiéndose en las fosas nasales, en los alveolos,
en los ríos que riegan este cuerpo, en los poros de la piel.
La lluvia fuera, la voz de la lluvia en el balcón.
El techo que la cubre.
Un canto a la abundancia.

La práctica de la atención es un canto a la abundancia que conquista a todos los miedos,
disuelve los fantasmas.
A veces es el miedo a morir (este cuerpo, esta mente,
este personaje en el sueño de Dios), 
y a veces es el miedo a vivir, a la pérdida, a la carencia.
A la disminución del yo.
La experiencia de carencia generalmente surge por comparación
y también porque asumimos ciertas necesidades básicas
(pongamos por caso: salud, dinero y amor),
que nos hacen sentir como seres minusválidos, en caso de ausencia.

Pero hay personas que pueden vivir experiencias de plenitud gracias a las condiciones que ha desplegado una enfermedad grave.
Y muchas personas sanas que viven sin vivir, presas de la insatisfacción,
el estrés, la frustración o la envidia.
Hay mucha gente pobre con dinero, y viceversa,
personas sin dinero que han dado prioridad a la libertad,
el tiempo personal consciente, la paz, la abundancia.
Y sobre el amor qué decir, sería un máster aparte.
Hay quienes viven una luna de miel permanente con Dios
(y de ahí su tendencia a la soledad, para la intimidad con el Amado)
y con cada una de sus criaturas, el nirmanakaya.
Y puede parecernos que está sola (sin amor) cuando nunca lo está.
Incluso en la noche oscura, cuando parece que el Amado se ha ausentado,
incluso entonces, sin amor el amor;
sin presencia, la presencia;
sin verle, la visión abrumadora, el silencio atronador.
Como la luna nueva, que sabes que está ahí aun cuando no la ves.
La presencia en la ausencia,
en la espera, ya sin espera, tan presente.

Así que digamos que la práctica de la atención, aunque sea parcial,
te conduce al reconocimiento de la riqueza de la que dispones,
la plenitud,
que vence cualquier miedo de carencia o pérdida.

La atención plena te conduce a la libertad, 
a la abundancia
y al no-miedo.
Cuando vislumbras el no-ser.




viernes, 29 de noviembre de 2024

No se puede vivir con tantos relatos.

 


No se puede vivir con tantos relatos.
Y tampoco se puede morir, con tantos relatos.
Ideológicos, políticos, religiosos, espirituales, filosóficos.
Y también personales. El relato de tu vida, los relatos.

Como un juego de mesa, pones sobre el tablero la historia de tu vida.
El relato de tu madre no concuerda, es otro.
El de tu hija y el de tu hijo son otros, a veces se contradicen.
El de tu pareja y el de tu ex.
Relatos diferentes sobre lo mismo.
Tu amiga tiene otro.
Decides que no se puede vivir con tantos relatos, cargarlos a cuestas.
No puedes hacer tuyos todos los relatos, cuando ni siquiera te crees el propio.
Cuando ni siquiera los propios relatos los haces tuyos, tu enfoque personal.
Todas tus historietas y batallas son demasiadas para vivir en paz.
Y para morir en paz.
Quisieras no irte de aquí con tanto ruido, inquietante despedida.

Suena como un motor sin tregua, en el taller vecino, que no descansa de día ni de noche.
Los relatos se cuelan en el sueño y, lo peor, los juicios,
las culpas, los premios (si los hubiera) y castigos.
Al final no ves muchos premios, si acaso un débil veredicto de inocencia
o un no-culpable.

No se puede vivir (en paz), o dormir o morir con tantos relatos.
Más vale dar rienda suelta al silencio, tan dulce y sanador.
Tan amable y amoroso.
Y, a fin de cuentas, es más realista.
El silencio.







domingo, 3 de noviembre de 2024

El nirmanakaya.

 


Dijo: Ya no me cuentes más cuentos, ni siquiera "sagrados", 
de budas airadas de cuerpos rojos y azules, colmillos y avalorios de calaveras humanas.
No hace falta inventar otros mundos sagrados, de héroes y heroínas,
gotas y aires y canales,
si no soy capaz de ver este mundo sagrado que ya aparece.
Los fenómenos airados ya están aquí,
no necesito imaginar espadas de la sabiduría que cortan cráneos (el mío),
carne y huesos (los míos) para hacer ofrendas de néctar sagrado.
De qué me sirve imaginar un millón de veces mi cuerpo vivo descuartizado en ofrendas, en un plano,
si en este plano me hablas de la inconveniencia de la donación de órganos y tejidos,
de un cuerpo ya sin vida.
Déjame hace mi propia ofrenda, allí, pero también aquí. Si hubiera diferencia.
Que traiga la sadhana a este plano.
Su amigo le dijo una vez: Sal ya de ese refugio tan cozy.
Y ahora sí.
Ya tiene bastante de la zona de confort del mundo sagrado imaginado.
Ni la valentía ni la fe son tales cuando todas las amenazas están libres de efectos,
en un cuento de ficción.

Abre los ojos después de la meditación de la mano de esa sadhana, ese viaje,
y aquí está, este mundo sagrado de espadas de la sabiduría en forma de lluvias e inundaciones.
De amigos, enemigos y desconocidos,
que sin sensación de pérdida quisiera ofrecer.
Todos los mundos y todos los reinos están aquí, en este mundo que aparece.
Tú lo llamas samsara, y perturbaciones mentales,
a lo que yo llamo el nirmanakaya, el cuerpo de Dios manifestado,
a veces en formas que te gustan y a veces menos.
Budas airados y budas amables, pero budas al fin.
No hay nada que no sea el cuerpo de Dios.

No me cuentes más cuentos sagrados si me alejan de este cuento sagrado que ya aparece sin esfuerzo.
Transformar las apariencias equívocas no significa cambiar de disfraz o inventar disfraces nuevos,
significa que en cada disfraz, en cada forma que aparece espontáneamente,
yo sepa ver la cara de Dios.

Que sepa ver la cara de Dios en cada apariencia.
Que las anteojeras de mi egocentrismo no me engañen,
que yo pueda ver a Dios.
En esto se resumen los once yogas. Y todos los demás.




lunes, 28 de octubre de 2024

Buda no se pelearía por los derechos de autor.




El dalái lama decía en el documental que una de las misiones de su vida había sido, y es, establecer vínculos entre las diferentes religiones, centrarse en los lugares comunes (básicamente, el amor que diluye el ego separado). Vínculos de hermandad con las tradiciones religiosas y también con las que no lo son; si eres una persona que no te sientes parte de una religión, o incluso si te declaras atea, da igual.
El sentido común te lleva al mismo sitio.
El sentido común que reconoce que el egoísmo es una visión equivocada, que deforma la realidad con su angular egocentrado.
Que el egoísmo nunca tiene suficiente y te condena al sufrimiento.
Que la única salida es el amor que te diluye y te libera.
Este reconocimiento no es patrimonio de ninguna religión, y probablemente está en casi todas.
Y fuera de las religiones también (si sientes alguna resistencia a estas instituciones), el denominado "sentido común" funciona igualmente.
La filosofía. El arte. La investigación personal. Laica o religiosa, da igual.
Así lo venía a decir Tenzin Gyatso en el documental (The Great XIVth).

En otro momento del documental decía:
Si tu fe te genera conflicto y lucha con otras fes, 
abandona la fe y sigue el sentido común.

El maestro zen vietnamita Thich Nhat Hanh también está en esta línea de escaso o nulo proselitismo.
En cierta ocasión un asistente le preguntó al maestro si debería abandonar su religión para hacerse budista, dadas las atrocidades que su propia religión había cometido en el mundo y el peso negativo que él personalmente había arrastrado en su infancia y en su vida en general.
Thay le sugirió que iniciara un proceso de reconciliación con sus propios ancestros espirituales.
No tienes que buscar en otra religión lo que ya tienes en la tuya, le vino a decir,
sobre todo si no has sanado la relación con tu propia tradición.
Ve al corazón de tu tradición espiritual, verás que no es tan atroz.
Más tarde, si desde la paz mental decides cambiar de práctica espiritual, puedes hacerlo.
Pero primero arregla las cosas con tus ancestros, resuelve tus odios y resentimientos.

El primero de los 14 entrenamientos de la plena conciencia trata sobre la apertura de mente y la importancia de evitar el dogmatismo:
"Conscientes del sufrimiento generado por el fanatismo y la intolerancia, tomamos la firme determinación de no ser idólatras ni aferrarnos a ninguna doctrina, teoría o ideología, incluidas las budistas. Las enseñanzas budistas son medios que nos guían para ayudarnos a observar profundamente y a desarrollar nuestra comprensión y compasión. No son doctrinas por las que debamos luchar, matar o morir. Entendemos que el fanatismo, en sus diversas manifestaciones, es el resultado de una percepción discriminatoria y dualista de la realidad."

Por otro lado, hay algunas tradiciones budistas que se encierran en sí mismas,
con conceptos fundamentales como "el protector del dharma", "los enemigos del dharma", "robar el dharma" y expresiones por el estilo.
Pero Buda no se pelearía por los derechos de autor ni consideraría un robo que hagas tuyos sus reconocimientos, si pasan a ser tuyos también.
No existe ningún enemigo del dharma porque el dharma (las propuestas para la comprensión y la compasión) está dirigido abiertamente a todo el mundo.
No hay nada que proteger de ningún enemigo, porque todos los seres deseamos lo mismo.

Buda no es un inventor, no ha creado algo nuevo, de la nada.
No espera royalties para ninguna de las instituciones que dicen aparecer en su nombre.
Buda buscaba comprender cómo funciona la mente humana, y la vida en general, para dejar de sufrir.
Como tantas otras personas en el mundo.
Y cuando lo comprendió le llamaron "el despierto" (Buda)
porque había despertado del sueño de la ignorancia.
Simplemente comprendió cómo funciona la mente que te lleva al sufrimiento
y cómo generar mentes que te liberan.

Pero la mente y la vida funcionan como funcionan, al margen de que alguien lo comprenda o no.
Lo supo ver Buda y muchas otras personas también, budistas, cristianas, musulmanas, 
religiosas o laicas, artistas, navegantes, pastoras, agricultoras...
El funcionamiento de la vida y de la mente humana no es propiedad de nadie.
El reconocimiento de las cosas tal como son no es una visión privada o patrimonio de una tradición.
Y si te encuentras con alguna tradición (ya sea budista, cristiana, hebrea o la que sea)
que asegura que tiene el patrimonio exclusivo de la verdad, el único linaje verdadero,
y se aleja de las demás, con un sentido de superioridad y arrogancia,
no es una buena señal de coherencia con el culto que profesa.
No lo es.




viernes, 25 de octubre de 2024

Las ambiciones que mueven nuestra vida.

 


La amiga dijo:
Lo que me preocupa de la meditación en "un mundo de bendiciones"
es que me lleve a la falta de ambiciones, a apalancarme.
El contentamiento está bien
pero a veces la insatisfacción y el deseo son impulsos hacia delante.
Para avanzar y evolucionar.

Desde este punto de vista (a dónde me lleva esta meditación), en su propia experiencia,
a ella la contemplación de "la Vida que provee" la conducía al no-miedo. A la confianza.
Al desapego, también de los resultados. A la libertad.
En cualquier circunstancia, incluso en sus metas y objetivos, cuando aparecían.
La contemplación de "un mundo de bendiciones"
no significa que no hagas movimientos en tu vida.
De hecho, los movimientos se van a dar, al margen de tu voluntad,
dada la ley de la impermanencia.
Las formas y situaciones se manifiestan en base a las causas y condiciones adecuadas, que también están cambiando,
y en ese proceso las manifestaciones resultantes cambian también.
Así que no me voy a preocupar por si mi vida se detiene debido a esta "falta de ambición".

Por otra parte, no está de más revisar de vez en cuando nuestro mapa de objetivos/ambiciones,
esa supuesta evolución personal que perseguimos.
A dónde nos lleva y qué nos cuesta.




miércoles, 16 de octubre de 2024

La no dualidad.



Su amiga le contaba que su pareja estaba sufriendo mucho con un dolor de muelas,
que había pasado la noche sin dormir apenas y esperaba pasar el día descansando en lo posible y recuperándose con algunas horas de sueño.
Ella había decidido quitarse de en medio y había quedado para comer con un amigo.
Quería celebrar el no-dolor de muelas, dijo.
El no-dolor de rodillas o de lumbares.
El no-dolor.
Quería celebrar la abundancia,
las amistades, el amor, la red de apoyo en este naufragio.
"En este naufragio", eso dijo.
Ella recordó aquellas palabras, dicen que de Platón:
"Sé amable con quien quiera que te cruces
porque está librando una gran batalla".

La batalla, el naufragio.
Así lo vemos cuando el yo está contraído, temeroso. El yo-miedo.

Tomó un sorbo de su pequeña taza de café, fuerte, recién molido, profundamente aromático.
Inspiró.
Cogió un trozo de papaya del cuenco de cerámica.
Dulce y madura. La degustó.
El cielo cubierto de nubes la protegía del sol.
La temperatura cálida, el aire y el suelo limpios después de la lluvia de la noche.
Los árboles quietos, descansando las hojas en las ramas, húmedas y verdes.

Si es un naufragio, a menudo las aguas están calmadas y la balsa resulta fuerte y segura.
Si es una batalla, los tiempos de tregua son un deleite y abundantes.
Más abundantes que los tiempos de guerra.
Y sin embargo definimos la experiencia (la vida, la historia) por los tiempos de guerra,
no tanto por los tiempos de paz.
Y mantenemos la visión dualista, de guerra y paz.
Cosas de yo-miedo.

El yo-miedo necesita construirse una zona de confort, aparentemente segura.
Pero el mayor confort, la mayor seguridad, la encuentras cuando sales de esta dualidad
que alimenta el miedo.
Abrir los brazos, la entrega, a veces resultan liberadoras.
La rendición puede ser la mayor victoria.




domingo, 6 de octubre de 2024

La gratitud.



El gesto de meter la llave en la cerradura tiene un sentido más allá de lo aparente.
Abrió la puerta del terrado con cuidado, en una mano en equilibrio la bandeja del desayuno,
y la deslumbró el escenario serenamente luminoso.
Las baldosas del suelo relucientes después de la lluvia.
El aire de un gris resplandeciente.
Los árboles de las montañas de Collserola (al frente) y el Montjuic (al lado)
explícitos en los detalles de una gama de verdes.
La temperatura y el aire apacibles, sin viento,
luminoso el paisaje sin sol deslumbrante.

En el retiro interior que mantiene (21 días para la compasión y la sabiduría)
hoy toca otro día de gratitud.
El retiro se abrió, días atrás, con la meditación en "un mundo de bendiciones".
A ella no le costó mucho esfuerzo esta contemplación
dada su experiencia, tan sólida, de los regalos de la vida,
las manifestaciones imparables del rostro de Dios
(aparentemente amables o molestas, según convenga).
Pero entonces surgió una de esas "dificultades" de la práctica: "No me lo merezco".
Aquí estás, receptora de tantos regalos de la vida, "Dios provee",
en un mundo de bendiciones.
Pero qué das tú a cambio?
No es una voz con la que se identifique plenamente
pero de alguna manera responde también a una parte de ella, 
cuando el egocentrismo se impone y sus propios intereses personales (de este "yo fantasma")
cobran relevancia.
Así que sólo me queda vivir con ello, pensó,
reconocerlo cuando aparece, ese "yo primero".

Hoy es el día de la gratitud, algo muy parecido al primero, inevitable consecuencia
de la contemplación de un mundo de bendiciones.
La gratitud/amor que disuelve límites y fronteras y separaciones.
Primero experimentas el impulso irrefrenable de corresponder
y luego comprendes que no hay diques que separen las aguas, de dar y recibir,
porque no hay nadie que dé
ni tampoco nadie que reciba.
Cuando se trata de un solo y único
fluir.




sábado, 7 de septiembre de 2024

El cuerpo.

 


A veces escucha esa voz:
"El cuerpo ya no es esa fuente de placeres de antaño,
Tantas puertas abiertas para llegar a Dios, la luna de miel.
Ya no lo es".
Otra voz a la que no creer, otro pensamiento-trampa.

El cuerpo no puede dejar de ser lo que es, ese puente.
El aire en la piel, la brisa como una caricia,
solo la sientes porque aún tienes un cuerpo.
La piel, ese puente.
La gaviota en contemplación a su lado durante el desayuno,
la ve porque aún tiene unos ojos.
Su canto a ratos. Aún puede oírlo.
La presencia de la luna, de noche,
o de día, mientras este cuerpo se desplaza en el agua.
Nadar, ese abrazo total,
la caricia en el vientre, los brazos, el rostro en la inmersión.
El cuerpo sigue siendo el cuerpo, un puente a la liberación,
también del cuerpo.
Mientras dure.
Incluido el último momento, la última respiración.

Le llegó ese texto de Jane Goodall:

"Mi próxima gran aventura, a los 90 años, va a ser morir.
O no hay nada, o hay algo.
Si no hay nada no hay nada, ya está.
Si hay algo, no se me ocurre mayor aventura que descubrir qué es.
Y sucede que presiento que hay algo, 
debido a las experiencias que he tenido personalmente
y a las experiencias que me han contado otras personas.
Algunas de ellas muy poderosas.
Todo ello hace que sienta una gran excitación por mi próximo viaje,
esa gran aventura".




miércoles, 4 de septiembre de 2024

La visita.

 


A veces aparece.
Repentinamente, como una certeza.
Como una presencia.
A veces en un momento de quietud, contemplativa.
Y a veces en el movimiento.
Al apagar la televisión, como un desconectar de la hipnosis, un súbito darse cuenta
(esa certeza, esa presencia).
Al cerrar un libro.
O caminando por el pasillo, de la cocina al estudio,
un olor, un cambio de temperatura en la piel, como un soplo.
O pedaleando sobre la bicicleta.
Aparece esa presencia invisible, el instante de liberación, el total desapego,
la victoria final sobre el miedo. Sin contienda alguna.
La comprensión, que se descubre en toda su desnudez, para quedarse.

A veces tiene lugar esa certeza, esa presencia, invisible,
como un anuncio, como un preludio.
Como la luna nueva, antes de mostrar su primera línea creciente.
Está ahí, al alcance de la mano.
La comprensión, la liberación.
El no-miedo.
El amor como una lluvia que lo impregna todo, la entrega, la disolución.
Ahí está eso que la desintegra como un rayo,
como un soplo de viento desmonta un castillo de naipes.




miércoles, 21 de agosto de 2024

La recta final.

 


En la sesión de preguntas y respuestas, alguien levantó la mano y tomó la palabra:
Qué hacer cuando se apodera de tu mente la voz del juez estricto e implacable
que mira el pasado y solo ve faltas, acusaciones, culpas, errores, dolor?

Sonó la campana y la maestra respiró varias veces en silencio, como siempre lo hace antes de responder.

Qué puedes hacer ahora? -dijo.
Simplemente, no hacer más daño.
Eso es todo.
Ni siquiera te molestes en rebatir el relato pensado, que obviamente es equivocado
porque no nace del amor y la comprensión,
sino de una mirada parcial contaminada.
La voz del juez que mencionas está equivocada y no refleja la realidad
porque no tiene en cuenta todas las causas y condiciones.
Es una simple inercia kármica sin más sentido que ése, la repetición mental.
Pero da igual.
Es una voz equivocada. Si reconoces eso, ya es mucho.
Y desde ahí, qué puedes hacer ahora?
Cómo afrontar tu vida presente y futura?
Sencillamente, intenta no hacer daño.
Abre tu mirada para que quepa todo tu entorno, incluidos los seres más cercanos.
Y trátalos con cuidado. Y, si es posible, con amor.
Esto te ayudará a comprenderles y verlos más claramente.
Con eso basta.

Otra persona de la mesa de la cuádruple sangha
(una monja, un monje, una mujer laica y un hombre laico)
tomó el micro para añadir algo:
Esto se acaba -dijo.
Imagina que estás en la recta final de esta vida, lo cual siempre es cierto,
ya tengas 100, 80 o 25 años.
No importa lo largo o corto que parezca el camino por delante, se va a acabar.
Y qué es lo que importa ahora?
No dejar más veneno.
Dejar tras de ti una imagen amable, una energía amable.
Una persona fuerte.
Que la culpa o el resentimiento no inflijan un daño que proyecte un personaje débil y sin dignidad.
Respeto, hacia ti mismo y hacia los demás.
Amabilidad, fortaleza y respeto.
El ser que eres, no contaminado por los relatos del pasado.
O del presente, de cualquier tiempo.

Esto se acaba.
Sé la persona que quieres dejar aquí, cuando te vayas.




jueves, 15 de agosto de 2024

La iluminación será una gran carcajada.

 


Hay quien dice que el sufrimiento es la mejor escuela.
Como los viejos refranes que oía de niña: 
"La letra con sangre entra", "Quien bien te quiere te hará llorar",
"La vida es un valle de lágrimas" y otros por el estilo.

Una amiga profundamente convencida de esto le dijo una vez: No te vas a iluminar tumbada en una hamaca.
Ella respondió: Por qué no?
El sufrimiento puede ser una escuela, y puede que no.
También se puede instalar como una zona de confort, un hábito, una adicción.
Hay incluso quien llega a confundir el sufrimiento con el amor.

El sufrimiento puede ser una escuela, como cualquier otra experiencia que la vida te brinde.
También la alegría puede ser una escuela. Si no te confundes con la fuente.
Si no te apegas al aparente objeto, como una adicción.
La alegría sin objeto es una buena escuela.
Cualquier experiencia, física o emocional, puede ser una oportunidad para la comprensión
y la liberación.
El miedo, la tristeza, el duelo, el aburrimiento, el deleite, la victoria, el fracaso.

Cada vez que ella vive un atisbo de comprensión, una sonrisa tierna aparece en su gesto.
A veces una risa explosiva.
Y entonces murmura para sus adentros el viejo mantra:
"La iluminación va a ser una gran carcajada".




lunes, 12 de agosto de 2024

El camino espiritual.

 


Su primer retiro de meditación llegó a su vida como por "azar".
Hacía poco que frecuentaba aquel grupo budista.
Conocerles también parecía haber sido una jugada del azar.
Había acudido como periodista a cubrir una sesión de meditación
y se encontró con unas enseñanzas que ella acabó definiendo como "la mejor ciencia de comprensión de la mente" que conocía, después de largos años de búsqueda en la psicología y la filosofía.
De repente, en la primera meditación budista a la que asistía, le había parecido comprender que el origen del sufrimiento humano era la excesiva importancia personal,
el egocentrismo que hacía que fuera tan dramático todo lo que le ocurría a una misma.
Cualquier gran problema que le parecía vivir, visto en la distancia, si les pasaba a las demás personas, resultaba menos duro y más llevadero.
En resumen: a más egoísmo más sufrimiento;
a menos importancia personal, menos drama y más contentamiento.
Decidió quedarse un tiempo en el grupo budista para profundizar en ello.

Llevaba poco tiempo asistiendo a las meditaciones cuando recibió una llamada de la monja del centro.
Le contó que alguien que se había inscrito para el retiro de verano finalmente no podría asistir.
Contaban con un vuelo pagado y una plaza disponible y se las regalaban si se animaba a asistir.
Ella tenía otros planes para el verano y decir que sí requería afectar a otros miembros de la familia, pero en eso no hubo problema.
Por otra parte, surgían ciertas dudas.
Se trataba de un retiro internacional en un lugar apartado del mundo, de complicado acceso.
¿Y si resultaba ser una secta peligrosa y se llegaba a encontrar allí en una especie de encerrona de difícil salida?
O si simplemente resultaba ser mortalmente aburrido?
Decidió que solo lo sabría si acudía allí.
Al menos entendería un poco mejor de qué va esto y sabría a qué atenerse en el futuro.

En el momento de la inscripción, la monja le explicó que había dos retiros diferentes en el mismo lugar y ella tenía que elegir: el retiro de sutra o el de tantra?
Qué es eso del tantra?, preguntó ella.
El camino rápido, dijo la monja.
Ah, no, pues entonces el otro; a mí déjame disfrutar del camino sin prisa -respondió ella.
La monja la miró un momento y decidió: Tantra.
No lo discutió. Qué sabía ella?

Así que fue a su primer retiro por azar
y resultó ser de Alto Yoga Tantra.




Apenas llevaba un par de días en el retiro cuando empezó a pensar que todo aquello era un despropósito.
Aquel mundo imaginado de mandalas, dakas y dakinis, héroes y heroínas, budas de color rojo y colmillos, ataviadas con calaveras y espadas que cortaban cuerpos imaginados también, en especial el propio. Todas esas oraciones descabelladas. Y estas personas tan racionales que se mueven en este escenario imaginado y surrealista como si fuera real.
Ya el segundo día de su estancia empezó a reír de lo descabellado de la situación y la risa se quedó con ella hasta el final del retiro. Pero era una risa tierna y muy amorosa, como cuando te ríes de un juego inocente de la infancia.

Y entonces apareció esa idea, ante el despliegue de tanto despropósito:
¿Y si el mundo de ahí fuera, de donde vengo, que a mí me resulta tan real y familiar,
y si fuera también un despropósito, un mundo imaginado y loco?
Y tenía motivos para pensar que así era.
Se vio a sí misma allí, corriendo tras la felicidad en objetivos que la distraían de la felicidad, cuando no la alejaban de ella.
Se vio enfadándose por pequeñeces a las que otorgaba gran importancia, saboteando su paz y su propia vida, y la de las demás.
Vio un mundo de personajes con la piel en carne viva, tan sensibles a supuestas agresiones externas. 
Vio un mundo imaginado y caótico.
Y a ella le había parecido siempre tan real, sin cuestionamientos.
El mundo de donde venía era tan despropósito como esta "tierra pura" imaginada,
solo que no era una tierra pura, sino de conflictos.

Cuando regresó a casa, al final del retiro, el mundo al que regresó ya no era el mismo.
Era un mundo soñado, imaginado.
De seres en conflicto, sí, pero eso era debido solo a la ingenuidad de estos seres.
Sufrían, sí, pero también se cuidaban, a pesar de todo.
Se hacían daño (a sí mismos y a los demás) pero ahí estaban, volviendo a intentarlo.
Era como si hubiera tenido lugar uno de los 11 yogas de los que había oído hablar en el retiro:
el yoga de la purificación de los seres migratorios.
Los seres que encontraba de nuevo, a su regreso, los mismos de antes,
ahora eran otros, como purificados por una mirada de comprensión, de amor.
Y ahí se había quedado la risa, la sonrisa, tan tierna.
(En budismo la llamaban compasión).

Y ahí se quedó ella, también.
Cada día cuando se levantaba encontraba que aún estaba ahí.
Pensaba: Sé que desaparecerá, esto que siento, esta visión.
Todavía estoy bajo la influencia de los efectos del retiro, como una estela que se acabará disolviendo.
Estoy preparada, se decía cada mañana.
Y cada noche.
Sé que esta experiencia desaparecerá, estoy preparada.
Pero ahí estaba.
Pasaban las semanas, y los meses, y los años. Y ahí estaba.

Se quedó en el Alto Yoga Tantra porque era un estado apasionante, y un viaje apasionante.
Y le ponía difícil olvidar que este mundo de vigilia también era imaginado.
Y para imaginar ya estaba bien la práctica del Gran Gozo y la vacuidad.
Entregarse a esta experiencia, hacer inmersión en ella.
Este nuevo mundo donde vivir.

No digo que fuera una forma más acertada o menos que otras, de entrar en el camino espiritual.
Pero, tal como le dijo la psicoterapeuta budista Mariana Caplan, en una entrevista:
A veces entras en la práctica por razones equivocadas pero no importa
porque el camino en sí es inteligente y acaba mostrándote lo que Es.

Aquellos fueron los inicios.
Todo empezó por azar, o por razones equivocadas. O no.
Porque se dieron ciertas condiciones.
En cualquier caso, aquellos fueron los inicios.
Aún tenía mucho camino por delante, sin saberlo.





sábado, 3 de agosto de 2024

Feliz cumpleaños.

 


Le preguntó cómo es que últimamente no hacía viajes.
Dijo: Porque me he dado cuenta de que lo que más me gusta del viaje es cuando llego a algún lugar y me instalo, y tengo espacios de descanso y quietud para disfrutar, y establezco rutinas.
Y eso ya lo tengo aquí.

Dicen que el maestro Linji decía: "No necesitas ir al monte Wutai para encontrar a Manjusri".
Manjusri está aquí mismo.
¿Está aquí mismo? -se preguntó ella.
¿Lo veo? ¿Lo siento?
Decidió buscar la llave perdida donde se le había perdido,
no donde le resulta más cómodo, como en el cuento.
Aquí mismo.

Entonces la golondrina se puso a cantar, en el calor mudo de la mañana.
Este amanecer, aún en duermevela, ya incorporada en el futón contemplando el día que se despliega,
vio a una tórtola que había aterrizado en la verja negra, en el balcón.
La miraba a ella en el interior.
Mantuvieron la mirada un tiempo.
De repente, la tórtola alzó las alas y voló al interior de la habitación.
Realizó un vuelo de ida y vuelta y regresó a la verja de hierro negro en el balcón.
Allí se mantuvo de nuevo, mirándola, contemplándose mutuamente,
y luego repitió la hazaña.
Un rato después se fue.

Un perro llora.
En el verano, se suele escuchar a ratos el llanto de un perro que echa de menos a su familia.
Ella sabe que Manjusri también está en el llanto del perro,
el canto de la golondrina, la tórtola que se interna en su habitación.
Pero, lo ve?
Hoy toca sentir paz pero no el gozo profundo.
La mera contemplación distante.
Incluso su propia vida le parece ahora ligeramente vivida.
Recuerda uno de sus entrenamientos personales:
Atención al pensamiento autoexigente y hostil.
Es verdad que no se la cree, a esa voz, pero es una compañía demasiado presente.
Sólo desde el amor se trata a los fenómenos con amabilidad.

Hoy es el día, 93 años atrás, que su madre llegaba a este mundo.
Hoy es el día, 15 años atrás, que decidió irse.
Reaparecen las escenas como fotogramas.
Otro fotograma es el instante en que ella misma se va.
Y la vida continúa.
El dolor, la culpa, el resentimiento, el miedo, la amenaza.
Todo ello seguirá aquí, manifestándose en este sueño,
en los seres que ama.

El aire empieza a ser caliente.
Se subió a su caballo de hierro y atravesó el desierto árido y plomizo
hasta llegar al agua
donde convertirse 
en agua.




sábado, 27 de julio de 2024

Superpoderes.

 



En la sobremesa inspirada, alguien hablaba de los sueños lúcidos.

- Es una experiencia impresionante. Te permite hacer cosas como volar, por ejemplo, dar un salto desde el balcón de mi casa al terrado de enfrente. Si estás consciente de que es un sueño, en el sueño te puedes permitir superpoderes.

- Y eso de qué te sirve?

- Bueno, es un subidón.

- También es un subidón mantener el sueño lúcido en la vigilia, en la vida diaria.

- Ya, pero en la vida diaria no puedes hacer cosas extraordinarias, como volar.

- Es un sueño diferente, con diferentes condiciones, pero puedes hacer otras cosas, si estás consciente en el sueño lúcido de la vigilia.

- Como qué?

- Como aprender a ser feliz, comprender, amar... esas cosas.

- Creo que hablas de la meditación. ¿Eso se puede aprender con la meditación?

- Hay muchos tipos de meditación. En la tibetana, por ejemplo, puedes elegir un objeto de meditación, un tema para reflexionar que te lleva a una experiencia determinada, y hacer inmersión en esa experiencia. Por ejemplo, la gratitud.
Piensas en cómo has llegado a este mundo, desnuda y sin nada. Alguien te acogió, te cuidó, te vistió, te dio de comer, te protegió, te enseñó a hablar, a cuidarte, etc. Llegaste desnuda y sin nada y te lo dieron todo. Hoy mismo, los zapatos que llevo no me los he hecho yo, ni la ropa que me viste, ni el cojín donde me siento, ni la casa a la que regresaré, ni la cama donde dormiré esta noche. Ni hemos cultivado y recogido la comida que hemos comido, ni construimos los camiones que trajeron la comida a la tienda o a casa, ni las carreteras que permitieron circular a esos camiones. De todo lo que usamos a diario, quizás no hay nada que hayamos hecho con nuestras propias manos. Pero lo usamos y lo disfrutamos igual. Como si nos perteneciera.

- Pero lo hemos pagado con nuestro dinero.

- Que tampoco has hecho tú, también te lo han dado.

- Por mi trabajo.

- Que también te lo han dado. Todo está interrelacionado. Todo lo que tienes procede de esta interacción.

- Visto así...

- Esta es una meditación que te lleva a un estado de gratitud, contentamiento, alegría, reconocimiento, amor. Y desde este estado se transforma tu vida. ¿No crees que es un extraordinario superpoder?



Piensa en todo aquello que consideras que escasea en el mundo, o en tu vida.
Quizás la experiencia de contentamiento, satisfacción y plenitud.
En lugar de esto, ves exceso de su opuesto: la insatisfacción, la frustración y el estrés, en esta vida tan activa y productiva que llevamos.
Pues si crees que escasea contentamiento, solo hay que producirlo.
Cómo?
Apreciando, visibilizando, reconociendo todo aquello de lo que disponemos:
Quizás salud, ojos para ver, piernas para caminar, el aire en la piel, inspiradoras puestas y salidas de sol, baños de mar y de montaña en nuestros paseos, amistades, familia, una casa quizás, comida en la mesa... Lo que sea que forma parte de tu vida.

¿No queremos ser personas creativas y productivas?
Podemos.
Y podemos producir cualquier experiencia importante que valoremos en nuestra vida.
Fíjate qué gran superpoder.

Y lo mismo con el regocijo.
¿Crees que faltan motivos de alegría en tu vida?
Alégrate de todo lo que valoras en tu vida diaria, no esperes a que se acabe para disfrutarlo.
Alégrate de todas esas cosas invisibles que te hacen feliz
y de lo que hace felices a los demás seres.
Alégrate de tu suerte y de la suerte de los demás.
De esta manera se multiplican tus motivos de alegría.
Y quizás se estabiliza tu alegría, sin motivo.
Genera regocijo.
Otro superpoder.




Alguien aludió a su tendencia contemplativa.
A veces suena en mi mente esa voz del juez que me recrimina por no ser más productiva y me acusa de pereza.
Visto así, me hace pensar que no estoy siendo tan poco productiva, si estoy generando y proyectando una experiencia de paz, contentamiento y alegría, de plenitud.
Siento que soy tan productiva como cualquier otra persona, aun cuando no estoy produciendo dinero y otras cosas materiales, obras de arte, inventos revolucionarios o lo que sea.
Aun cuando mi nombre no pase a la historia, estoy produciendo y contribuyendo para el presente y el futuro (si el tiempo existiera) de la mejor manera que se puede contribuir.




martes, 23 de julio de 2024

Los cinco entrenamientos de la plena conciencia.

 


Los cinco entrenamientos de la plena conciencia 
de Thich Nhat Hanh.

Los cinco entrenamientos de la plena consciencia expresan la visión budista de una espiritualidad y ética globales.
Son la práctica concreta de las enseñanzas de Buda sobre las Cuatro Nobles Verdades y el Óctuple Noble Sendero.
Muestran el camino de la verdadera comprensión y amor que llevan a la transformación, a la sanación y a la felicidad del individuo y del mundo.
Nos permiten profundizar en la visión del interser, que es la Visión Correcta, y hacen desaparecer el fanatismo, la discriminación, el miedo y la desesperanza.
Practicar los cinco entrenamientos en la vida diaria es estar ya en el camino de los bodhisattvas.
Conscientes de lo afortunados que somos de estar en ese camino, podemos dejar de preocuparnos por el presente y de temer el futuro.


1. Reverencia hacia la vida.

Consciente del sufrimiento causado por la destrucción de la vida, me comprometo a cultivar mi comprensión del interser y mi compasión, a fin de aprender cómo proteger la vida de personas, animales, plantas y minerales.
Me comprometo a no matar, a no dejar que otros maten y a no apoyar ningún acto de violencia en el mundo, en mi pensamiento o en mi forma de vivir.
Comprendo que toda violencia causada por el fanatismo, el odio, la avidez y el miedo tiene origen en una visión dualística y discriminatoria.
Me entrenaré para mirarlo todo con amplitud de miras, sin discriminación ni apego a ningún punto de vista y a ninguna ideología, y poder transformar la violencia y el dogmatismo que residen en mí y en el mundo.


2. Verdadera felicidad.

Consciente del sufrimiento causado por el robo, la opresión, la explotación y la injusticia social, me comprometo a practicar la generosidad en mis pensamientos, en mis palabras y en mis actos de la vida diaria.
Compartiré mi tiempo, energía y recursos materiales con aquellos que los necesiten.
Me comprometo a no apropiarme de nada que no me pertenezca.
Me entrenaré en mirar profundamente para ver que la felicidad y el sufrimiento de los demás están estrechamente ligados a mi propia felicidad y sufrimiento.
Comprendo que la verdadera felicidad no es posible sin comprensión y amor, y que buscar la felicidad en el dinero, la fama, el poder o el placer sensual genera mucho sufrimiento y desesperanza.

Profundizaré mi comprensión de la verdadera felicidad, que depende más de mi forma de pensar que de condiciones externas.
Si soy capaz de establecerme en el momento presente, puedo vivir feliz aquí y ahora, en la sencillez, reconociendo que existen numerosas condiciones para ser feliz que ya están disponibles en mí y en torno a mí.

Consciente de ello, me comprometo a elegir un medio de vida correcto para reducir el sufrimiento y contribuir al bienestar de todas las especies sobre la Tierra y, en particular, actuando para dejar de contribuir al cambio climático.


3. Amor verdadero.

Consciente del sufrimiento causado por una conducta sexual inapropiada, me comprometo a cultivar la responsabilidad y aprender medios de proteger la seguridad e integridad de individuos, familias y la sociedad.

Reconociendo que el deseo sexual no es amor y que la actividad sexual motivada por el deseo me daña tanto a mí como a las demás personas, me comprometo a no tener relaciones sexuales sin consentimiento mutuo, sin amor verdadero y sin un profundo compromiso.
Me comprometo a buscar entre mis amistades, miembros de mi familia y de la sangha en quienes confío y me apoyo, un sostén espiritual que favorezca la solidez de mi relación.
Haré todo lo que esté en mi mano para proteger a los niños y las niñas del abuso sexual y para prevenir que las parejas y familias se rompan a causa de una conducta sexual inapropiada.
Consciente de que el cuerpo y la mente están interrelacionados, me comprometo a aprender formas apropiadas de cuidar de mi energía sexual y a cultivar la bondad amorosa, la compasión, la alegría y la inclusividad, que son los cuatro elementos básicos del verdadero amor, para mi mayor felicidad y la mayor felicidad de las demás personas.
Consciente de la diversidad de la experiencia humana, me comprometo a no discriminar ninguna orientación sexual o identidad de género.
Practicando el verdadero amor sabemos que continuaremos de una forma hermosa en el futuro.


4. Habla amorosa y escucha profunda.

Consciente del sufrimiento causado por palabras irreflexivas y por la incapacidad de escuchar a los demás, me comprometo a aprender a hablar a todos con amor y a desarrollar una escucha profunda que alivie el sufrimiento y promueva la paz y la reconciliación en mis relaciones con los demás, entre grupos étnicos y religiosos y entre las naciones.
Sé que las palabras pueden crear felicidad o sufrimiento, y me comprometo a aprender a hablar con honestidad, a emplear palabras que inspiren a todos confianza en sí mismos, que alimenten la alegría, la esperanza, y promuevan la armonía y la comprensión mutuas.
Me comprometo a no decir nada cuando me invada la ira. En ese caso, me entrenaré en respirar y caminar en plena consciencia para poder reconocer esa ira y observar profundamente sus raíces, especialmente en mis percepciones erróneas y en mi falta de comprensión de mi propio sufrimiento y el de la persona contra la que dirijo mi ira.

Me entrenaré en decir la verdad y escuchar profundamente para reducir el sufrimiento en los demás y en mí, y a encontrar soluciones en las situaciones difíciles.
Me comprometo a no difundir noticias de las que no tenga certeza y a no decir nada que pueda causar división, discordia o ruptura en el seno de una familia o de una comunidad.
Practicaré la Diligencia Correcta para nutrir mi comprensión, mi amor, mi felicidad y mi tolerancia, y transformar día a día las semillas de violencia, odio y miedo que residen en mí.


5. Transformación y sanación.

Consciente del sufrimiento provocado por un consumo irreflexivo, me comprometo a aprender a nutrir de forma sana mi cuerpo y mi mente y a transformarlos, cultivando la buena salud tanto física como mental por mi práctica de la plena consciencia cuando como, bebo o consumo.
A fin de no intoxicarme, me entrenaré en observar profundamente mi consumo de los cuatro tipos de alimentos: los alimentos comestibles, las impresiones sensoriales, la volición y la conciencia.
Me comprometo a abstenerme de juegos de azar, alcohol, drogas, y a no consumir ningún producto que contenga toxinas, como ciertas páginas web, juegos electrónicos, músicas, películas, programas de televisión, revistas, libros e incluso ciertas conversaciones.
Practicaré con regularidad el volver al momento presente para estar en contacto con los elementos nutritivos y saludables que se encuentran en mí y en torno a mí.
No dejaré que me arrastren los remordimientos y las penas del pasado, ni las preocupaciones o miedos por el futuro.
Me comprometo a no emplear el consumo como un medio de huir del sufrimiento, la soledad y la ansiedad.
Me entrenaré en observar profundamente la naturaleza interdependiente de cada cosa, de forma que, al consumir, nutra la alegría y la paz tanto en mi cuerpo y mi conciencia como en el cuerpo y la conciencia colectivas de la sociedad y de nuestro planeta.





viernes, 19 de julio de 2024

Segundo entrenamiento, sobre la justicia social.

 


Después de la meditación en el grupo de estudio, hoy toca debatir sobre el segundo entrenamiento de la plena conciencia.

Básicamente, se trata de "no robar", resumió alguien.
Esto implica, entre otras cosas, evitar el consumo innecesario.
Y respetar los derechos de los demás seres, incluidos los seres humanos.
Trata del consumo responsable, de no expoliar el planeta y sus criaturas (los animales, las plantas, los entornos naturales), pero también al ser humano.
Trata, entre otras cosas, de justicia social.
Y hoy más que nunca quizás, con los avances en el mundo de las fuerzas más retrógradas, la insolidaridad, la violencia y las guerras, nos toca defender los derechos sociales tan duramente conseguidos y avanzar aún más en el respeto y la justicia social.

Nadie mostró desacuerdo.

Quizás, en el transcurso de nuestra vida no lleguemos a ver un mundo respetuoso, de justicia social, donde ningún ser humano sea declarado ilegal y ninguna mujer sea asesinada por su pareja o su ex, donde nadie se apropie del valor de tu trabajo ni convivan con naturalidad la riqueza y la pobreza.
Quizás no lo veamos en esta vida pero podemos comprometernos a aportar nuestro granito de arena para mejorarlo, para unir fuerzas en esta dirección.

Dejar un mundo mejor para el ser humano. Y para todas las demás criaturas.
Y también un ser humano mejor para el mundo -comentó alguien.

De qué nos sirve conquistar ciertos derechos, ganar algunas guerras,
si lo hemos hecho con ira y con odio?
Imagina un pueblo que ha sido perseguido, humillado, explotado y agredido de una forma atroz.
Conseguimos parar ese genocidio y las condiciones cambian.
Imagina que el pueblo perseguido, pasado el tiempo, se convierte en el nuevo monstruo asesino y perseguidor, movido por la rabia, la paranoia, el sentido de amenaza y peligro.
Creo que es importante aprender a gestionar el dolor que surge en las situaciones de injusticia.
Porque si no, la resolución momentánea del problema es solo aparente.
Y pronto surgirá otro problema en represalia, quizás aún peor.

Hay quien dice que el sufrimiento es la mejor escuela, pero no siempre es así.
Depende de cómo se gestione ese sufrimiento.
Si se gestiona desde la impotencia, el victimismo, el odio y la venganza,
el problema no está resuelto aunque lo parezca.
Estaremos nutriendo las semillas de la venganza, la ira y la violencia
que antes o después emergerán en forma de nuevos atropellos.

Es importante dejar un mundo mejor pero, sobre todo,
es importante dejar un ser humano mejor
para las nuevas generaciones que nos seguirán.
Y ésos son nuestros dos grandes compromisos.
La gran misión del eslabón de paso que somos.

Yo decido prestar atención, sobre todo, a la mente que genero en cualquier situación,
en especial en las situaciones de conflicto.
Solo una mente de comprensión, empatía, solidaridad y amor,
con paciencia y perseverancia,
contribuirá a un mundo mejor a corto, medio y largo plazo.




martes, 9 de julio de 2024

Libertad sin ira.

 


Sobre la violencia y cómo involucrarnos
para vivir en un mundo más justo y compasivo.

"Por un lado, está la manera de gestionar la experiencia emocional
y por otro la relación con el agresor.
Lo que necesitamos preguntarnos es cómo decidimos responder.
Porque fundamentalmente es una elección.
Podemos elegir impartir justicia y equilibrar la balanza, podemos convertir al agresor en víctima,
podemos llenarnos de resentimiento y decidir no perdonarle nunca, etc.
Cuál es nuestra elección?
Desarrollar compasión también es cultivar la habilidad de conseguir que los demás dejen de ser nocivos, que todos los seres despierten a estados en los que no deseen hacer daño a nadie.
Puede que sea difícil y sólo unas pocas personas lleguen a ser capaces de ejercitarla, pero es importante que exista en el mundo.
Experimentar daño nos exige avanzar en esta compasión
que desarrolla la sabiduría para detener la maldad.

El principal problema radica en que implicarse en una situación para defender a alguien (o a una misma) es arriesgado. Es fácil caer en el desequilibrio emocional que estamos intentando mantener.
Si al ayudar no podemos evitar caer en la ira, la venganza o el rencor, el mensaje altruista está empezando a fracasar.
En la meditación formal y lejos de las demás personas, quizás podemos controlar las emociones, pero al implicarnos solemos caer en estados negativos.
La cuestión es que actuar con enfado sólo añade enfado al mundo, aumenta la infelicidad y el dolor. Aunque el objetivo sea aparentemente justo, la presencia de enojo, rencor, ira o cólera se suma al dolor del mundo. No reducimos así el sufrimiento sino que lo aumentamos.
Las emociones negativas nunca están aisladas, se contagian, se transmiten.
Nuestra forma de estar y responder afecta a los demás seres.

Lo que empezamos a preguntarnos, pues, es si tenemos la suficiente madurez y presencia para enfrentarnos a la maldad con serenidad, humildad y compasión.
Sabemos que nuestro equilibrio emocional es muy frágil y que sin las condiciones apropiadas podemos perder todo lo conseguido (incluidas nuestra relativa bondad, ecuanimidad, paz, etc).
Sabemos que si nos descuidamos las actitudes injustas y abusivas fácilmente nos llenan de indignación y enojo y así, en lugar de evitar que se produzca el daño, lo hacemos mayor si acabamos atacando y agrediendo.

Pocas personas tienen la madurez suficiente para enfrentarse a la injusticia con firmeza y sin rencor. Éste es el problema. A menudo solo somos capaces de hacerlo en ciertas condiciones amables y controladas y, si no es así, perdemos el equilibrio interno.

Muchas personas que ayudan y luchan contra la injusticia carecen de estos planteamientos.
Para muchas, lo importante es la efectividad, los resultados, sin darle importancia al hecho de caer en emociones negativas.

Pero desde una perspectiva más despierta consideramos que, además de los efectos inmediatos, también son relevantes las consecuencias de nuestras emociones y comportamientos, teniendo en cuenta los efectos que puede acarrear cualquier acción en el futuro.

Ejercer la compasión que evita la maldad es sumamente difícil para la mayoría, y por este motivo casi siempre gana la maldad si no hay nadie que la detenga. Pero también gana si quienes la detienen actúan con enfado, rencor o venganza.
La compasión nos obliga a evolucionar, a salir de nuestros refugios de meditación y encontrarnos con las personas.

Parte del camino de la compasión es adquirir la sabiduría, la determinación y las habilidades prácticas para aliviar el dolor del mundo.
El budismo menciona cuatro maneras de ejercer la generosidad de dar:
podemos ofrecer ayuda material, ofrecer amor, ofrecer seguridad y ofrecer métodos para dejar de sufrir.
Salvar a los demás de la maldad forma parte de esa generosidad de ofrecer seguridad.

Nuestra responsabilidad es ofrecer esto al mundo.
Ante la maldad, qué elegimos? Qué queremos que sea nuestra aportación? De qué lado estamos?

Aunque fracasemos una y otra vez, la evolución de todos los seres es lo que realmente importa."


(Del libro Elegir la compasión 21 días. Juan Manzanera).






Recordó aquel tema que escuchaba años atrás, "Libertad sin ira".
En otra vida, cuando ella veía la ira como un elemento movilizador para el cambio, en situaciones de injusticia.
Entonces no compartía aquella canción que se había convertido en una especie de himno.
Y de repente ahora la recordada, con otro significado.

Libertad sin ira, libertad.
Guárdate tu miedo y tu ira.
porque hay libertad sin ira.
Y si no la hay,
sin duda la habrá.





domingo, 7 de julio de 2024

La herencia.

 


Él dijo: Este mundo es un infierno.
No es que todo el tiempo sea un infierno pero hay muchas personas que viven un infierno tras otro, como una condena.
Invasiones, conquistas, saqueos, genocidios... sólo hay que mirar los libros de historia.
O las noticias en la actualidad.
Parece que el ser humano sea cruel por naturaleza.

Se quedó callado un momento y luego se corrigió:
Quizás debería decir que el hombre es cruel por naturaleza.
El general, las mujeres no se han dedicado a esto a lo largo de la historia, ni en la actualidad.
Más bien se han ocupado de los cuidados, la mayor señal de civilización, según la antropóloga Margaret Meed.
Y si acaso, gracias a eso hemos sobrevivido.
Pero el poder no está de su parte, en este mundo nuestro,
lo que se impone es la fuerza física, la explotación y la crueldad.
La supervivencia de la humanidad tiene los días contados
y esperemos que no se lleve con ella el resto de vida en el planeta y el planeta mismo.

Siguió un silencio pesado en el compartir del grupo.



Alguien llevó las manos juntas al pecho, en señal de compartir.
Miró con complicidad al joven que acababa de hablar y sonrió.

Ya sé que el compartir no es un espacio para el debate, la polémica o la validación,
sino solo para la escucha atenta y la palabra amorosa,
o al menos el habla desde el corazón.
Y desde el corazón quiero decir que veo lo mismo que tú. Hoy. En esta cultura occidental de la que formo parte.
Hoy, en el mundo que conozco, la mente humana es egocéntrica,
crea un ser separado al que cree proteger, con muy mala fortuna, muy malos resultados.
Es egoísta, competitiva y sufriente.
Y así, ante situaciones de enfado, celos, envidia, etc, solemos decir: soy solo un ser humano.
Como si fuera una enfermedad sin remedio. La propia naturaleza humana.

Pero la realidad es que en otras culturas el ser humano no es exactamente igual.
O bien hace siglos, o milenios, la mente humana estaba constituida por otra serie de valores,
otra visión del mundo, de la vida, de la propia identidad.
Y esto es así porque el ser humano no es un ente concreto, rígido, inmutable.
Se habla de la plasticidad de la mente humana. Y del ser humano también.
El ser humano que hoy somos es el resultado de la herencia transmitida
(genética, emocional, cultural, espiritual).
En budismo lo llaman karma colectivo.

Dicho esto, siento que nuestra misión ahora es dar forma al ser humano del futuro.
Si decidimos que el pequeño yo separado y egocéntrico
nunca va a tener acceso a la paz, la plenitud y la felicidad,
quizás está en nuestras manos empezar a vivir como un ser más grande, colectivo,
compasivo, empático y solidario,
generoso, agradecido y feliz.

Está muy bien esforzarse en dejar un mundo mejor, más justo y ecológico,
preservar la vida que aún habita este planeta.
Pero es igual de importante, o más, ver cómo lo hacemos.
La herencia emocional que vamos a transmitir a las nuevas generaciones.
Si desde la ira, la violencia, el ser pequeño, egocéntrico y enfadado,
o desde la reverencia por la vida, la compasión, la empatía, la alegría,
el ser colectivo que somos.

Conscientes de que la plasticidad de la mente humana nos ofrece tantas posibilidades, de presente y de futuro,
hoy siento que el sentido de esta vida quizás no sea tanto alcanzar la iluminación (yo, este pequeño yo de paso, tan provisional)
como contribuir a que esa mente de despertar se manifieste,
da igual si tiene lugar hoy, dentro de cinco siglos
o cinco milenios.

El sentido de la vida es proyectar la energía (siempre que puedas)
del ser que quieres que se manifieste.
Antes o después, da igual, dado que el tiempo lineal solo es un relato.

Cambiar para que todo cambie.