lunes, 24 de febrero de 2020

El dedo que señala la luna.





Moléculas de emoción.
Cuando se lo oyó decir a Candace Pert,
ella ya lo sabía.
Y aún más.
El cuerpo
es el inconsciente,
no un trozo de materia con vida propia, como puede parecer.
El cuerpo le dice aquello donde la mente consciente no llega.
Los intestinos bloqueados, ese miedo inmovilizador.
Las heces fermentadas, sobre cómo el no digerir los acontecimientos
acaba toxificando la experiencia.
El mal de cabeza, las cervicales rígidas.
El dolor de rodillas, las piernas pesadas.
Síguele la pista.

El cuerpo es el inconsciente manifestado.
El mejor aliado para saber qué se cuece más allá de la mente conceptual.
Ella le sigue la pista (a los mensajes)
y el cuerpo le dice dónde está poniendo su atención,
lo que está creando en su experiencia.
La vida que vive,
el mundo que habita.
Los barrotes que instala,
los límites que separan el hogar
de lo desconocido amenazador.

El cuerpo es el dedo que señala la luna.
Le da señales e instrucciones.
El cuerpo es el camino.
El mensajero, el oráculo.

A través del cuerpo, ella descubre dónde está, lo que proyecta.
Y puede decidir si quedarse prisionera de sus tendencias kármicas
o alzar el vuelo fuera de su zona de confort,
el terreno conocido, tan familiar.







"El Buda llamó al sufrimiento una "verdad santa" porque nuestro sufrimiento tiene la capacidad de mostrarnos el camino hacia la liberación.
Abraza tu sufrimiento y deja que se te revele el camino hacia la paz".
(El corazón de la enseñanza de Buda. Thich Nhat Hanh)


A veces hablamos del sufrimiento como oportunidad
y creemos que el sufrimiento existe, y duele, porque está en su naturaleza.
Y es tan real.
Tan "verdad". Una "verdad santa". Una noble verdad.
Pero ella sabe que sólo es verdad en cuanto a su naturaleza de "no verdad".
Es una distorsión de los sentidos
y una distorsión de la experiencia.

El sufrimiento en sí mismo no te libera de nada.
Es sólo cuando descubres la distorsión (la dualidad dolorosa),
que estás bajo esa hipnosis de la dualidad,
es entonces cuando el sufrimiento se desvanece y aparece la puerta a la liberación.
Pero si abrazas tu sufrimiento creyendo que es real
y que tienes múltiples razones para su realidad,
difícilmente vas a encontrar el camino hacia la paz.
La paz sólo se revela cuando descubres que el sufrimiento nace de razones equivocadas,
esa distorsión,
la vida fuera del paraíso.
La creencia integrada de que un día fuimos expulsados del paraíso,
esa creencia ancestral, esa fe ciega.

El sufrimiento es sólo un error de enfoque, la lente distorsionada.
Y no es la imagen en sí (el sufrimiento) la puerta a la liberación,
sino cuando descubres en la imagen
que la lente está distorsionada.

El sufrimiento sólo es el dedo que señala la luna.






2 comentarios:

  1. Maestra un lujo leerte, pero como siempre me quedan dando vuelta tres preguntas:1. Cómo no ser prisionero de las tendencias kármicas? 2. Sólo es verdad en cuanto a su naturaleza de "no verdad"? 3. El sufrimiento es sólo un error de enfoque¨?

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  2. Hola, Diego. La vida está llena de maestras, ya sabes. No hay una sola apariencia que no lo sea. Tú también ;)

    1. La vacuidad. Cuando descubres que es un sueño. La ley de causa y efecto sólo funciona en el sueño. Cuando vives el sueño lúcido ya no te afecta. Todo se disuelve en la vacuidad.
    2. El sufrimiento aparece por la distorsión de la dualidad, el yo lleno de apegos y aversiones. Desde la no dualidad no hay rechazo ni sufrimiento. El sufrimiento no existe en sí mismo, no es una "verdad".
    3. El enfoque desde la dualidad, ése es el error.

    No digo que siempre resulte fácil. ;)

    Un abrazo.

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