martes, 30 de octubre de 2018

El pensamiento no es el que crea la realidad.









El pensamiento cree que controla lo que hago, sus resultados, dice Consuelo Martín.
El pensamiento cree que controla lo que sucede.
Por eso se sorprende tanto ante los acontecimientos.
Esto no estaba previsto.
De dónde sale?
Por qué?


Es habitual que establezcamos una relación de consecuencia entre lo que hacemos y lo que ocurre,
apoyándonos en la incuestionable ley de causa y efecto.
Pero, ¿y si la ley de causa y efecto no se refiriera a eso, exactamente?


En la reunión escolar, un padre se hacía responsable de que sus dos hijos fueran tan buenos en natación, porque cuando eran pequeños les regaló unas gafas de buceo para que disfrutaran del mundo subacuático.
Así de sencillo: causa y efecto.
Esto le reafirma e ilustra su convicción de que es un buen padre,
buen conocedor de la ley de causa y efecto.
Una madre coincidía en que ella también le regaló a su hija unas gafas de bucear, pero la pequeña no mostró mucha disposición a usarlas. Parece que le interesa mucho más la fotografía y el cine, y no sabe muy bien de dónde le viene esa afición, porque nunca le compraron una cámara de fotos.
Otra madre compartía que solían hacer talleres de natación para recién nacidos.
Su bebé se lo pasaba muy bien y reía mucho, incluso debajo del agua
cuando encontraba debajo del agua la cara de la madre sonriente.
Eso era entonces; pasado el tiempo dejó de interesarse por la natación y nunca ha sido un buen nadador, según explicaba.
Algo similar compartía otra madre, que tuvo el parto bajo el agua.
Desde luego, lo volvería a repetir: las contracciones eran más llevaderas, la dilatación más rápida, y su bebé pasó del líquido amniótico al agua, reduciendo el impacto de la gravedad, la luz y el sonido del mundo exterior.
Volvería a repetirlo, dijo; sin embargo, su hija nunca se inclinó demasiado por la afición a nadar,
y desde luego no se mueve como pez en el agua.






Ella cree que está bien seguir las llamadas del corazón,
pero no te aferres a los resultados.
Si haces algo por el resultado, más que por el hecho en sí,
es posible que te lleves muchas decepciones.

La vida es una gran maestra
y siempre te está desmontando lecciones aprendidas.

Lo mejor de la Vida no es que te enseña
sino que te ayuda a desaprender,
a soltar seguridades
y convicciones.







El pensamiento cree que controla lo que ocurre -dice Consuelo Martín.
Por eso se sorprende tanto con la Vida.
Pero, en realidad,el pensamiento
interpreta, analiza, etc.,
pero está muy lejos de crear o controlar.
No tiene ese poder.
No es su función.

El pensamiento no es el que crea la realidad.
Y no siempre te ayuda a comprenderla.
Puede servir para empezar
pero antes o después te das cuenta de que es una herramienta pequeña
o no válida.

Y llega un momento en que el pensamiento se convierte incluso en un obstáculo:
como una puerta bloqueada,
que te impide conectar con la Verdad.
Con la Visión clara
de la Vida.






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