miércoles, 11 de diciembre de 2019

Su primer retiro.








La mujer contaba que su primer retiro había sido uno de Alto Yoga Tantra.
Muy poco habitual.

Con escaso interés en ese tipo de "vacaciones significativas", hace algo más de 20 años,
aquello le había llegado por sorpresa y casi regalado.
La maestra la había llamado para ofrecerle unos billetes de avión y estancia en el monasterio,
de alguien que al final no podría asistir.
Ella lo habló con la familia, hizo algunos cambios en la agenda de actividades veraniegas y dijo que sí.
Le daba algo de miedo, la "encerrona" que podría ser el retiro, en el peor de los casos.
Pero peor sería quedarse con la duda de la experiencia perdida.

Al hacer la inscripción, la maestra le preguntó: ¿Sutra o Tantra?
Ella sabía que el Sutra se refería al budismo que estaba empezando a conocer en las enseñanzas (la mejor ciencia de comprensión de la mente que había conocido nunca), pero el Tantra...
Qué es eso del Tantra?, preguntó.
El camino rápido, dijo la monja.
Ah, no, pues entonces lo otro -respondió ella-. Me gusta disfrutar del camino.
La monja la miró un momento y escribió: Tantra.

Ella no lo cuestionó.
No estaba persiguiendo nada, ni sabía nada de todo esto,
así que dejaba a la Vida hacer.






Un salto en la narrativa y cuenta que a la sorpresa del principio del retiro (ante las narraciones disparatadas de budas, yoguis y yoguinis en una extravagante Tierra Pura) se desencadenó ya en los primeros días un estado de estupefacción y risa casi permanente.
Visualizaciones extrañas y estrambóticas de una Tierra Pura, deidades de rostros y cuerpos ciertamente singulares; sadhanas sorprendentes en las que cortabas tu cuerpo a cachitos (como quemar los barcos para no regresar) para ofrecerlo a los seres de los seis mundos, transformado en un néctar sagrado; autogeneración como un nuevo ser de cuerpo rojo y largos colmillos, adornado con collares de calaveras...
Era un despropósito tal que no podía parar de reír con ternura ante la imaginación desbordante y el juego de misteriosos nuevos mundos en construcción.







Y entonces fue cuando se dio cuenta de que el mundo del que venía, ése que había dejado en otro lugar, quizás también era un despropósito que la costumbre y la familiaridad habían normalizado.
Quizás no era tan real y "normal" como siempre le había parecido.
Quizás era otra construcción de la mente.
Si analizabas ese mundo y sus reglas, desde los ojos de un ser exterior, también resultaría un tanto extraño, absurdo, poco funcional.
Tanto esfuerzo para tan poco.
La vida corriendo detrás de una zanahoria tras otra
y el hambre insatisfecha,
como espíritus hambrientos.
El miedo
que vendía la vida tan barata.
El absurdo de las prioridades,
que amenazaban constantemente la paz, el bienestar y el vivir mismo.


"¿Qué es lo que nos impulsa a vender nuestro tiempo,
energía, sudor y hasta nuestra propia vida
a cambio de un poco de dinero,
algunas posesiones
y una buena reputación de por sí efímera?
Esclavizados bajo la hipnosis".

(Una vida con significado, una muerte gozosa".
Gueshe Kelssang Gyatso)






Después de la contemplación de un mundo tan disparatado (en el AYT)
ya no podía dejar de ver el disparate de su propio mundo.

Y ya nunca volvió a ser lo mismo, de vuelta a él.
Ya nunca más se lo creyó.







Había muchos mundos en este mundo y ella tenía que elegir el suyo propio.
Uno que funcionara y le sentara bien.
Con las prioridades acomodadas a su medida.

Y así anda, por los mundos que aparezcan a su paso
(la Vida manifestando lo que precisa en cada momento),
pero sin abandonar el suyo propio,
un oasis perfecto,
instalado en el centro de su corazón.





4 comentarios:

  1. Maestra! Qué alivio volver a tus enseñanzas y quitar el foco en tanta turbulencia. A propósito de lo que dices, alguien me decía que la vida había que tomarla como un cuento, a lo que le respondí que si, aunque era un cuento de terror. "De terror o de hadas, pero finalmente esto es un cuento". Abrazo de gol del Barcelona

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