viernes, 23 de noviembre de 2012

Fuera, la luna.












Fuera, la luna.
Los grillos, algún ladrido, la oscuridad.
Las granotas, papá!
-dice la voz de una niña de alguna casa vecina.
Perfume de jazmín y resina de pinos.
Fuera.
Dentro, el silencio apacible de una comunidad budista.
Dormir a las 10 de la noche
(l@s más cansad@s; ha sido un día apretado
por un programa denso).
Cuartos cerrados que acogen prácticas personales.
Un rezagado baja del coche, se dirige a la cocina (pasos) y se prepara un plato
de la comida que aquí siempre es abundante;
en silencio, degusta su cena en preciosa soledad.
La monja pasea por la casa en una penúltima supervisión y luego se encierra en la oficina, la única luz encendida, y continúa su misión sin hora de cierre en los trámites inacabables en el ordenador,
como una ventana al mundo.
Al samsara que proyecta nirvana.
A las obras del nirvana en construcción.





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