miércoles, 20 de octubre de 2010
Aceptar la derrota y ofrecer la victoria.
La meditación sobre aceptar la derrota y ofrecer la victoria nos anima a practicar la paciencia.
En este mundo tan competitivo, suena mal a primera oída, ya lo sé,
eso de "ofrecer la victoria",
y peor aún lo de "aceptar la derrota".
Y ya ni te cuento si te digo que lo de "aceptar la derrota" se refiere a aceptar el sufrimiento.
El propio, primero, y el ajeno después.
Quizás te preguntas: ¿Pero esto del budismo no va de liberarse del sufrimiento,
de la búsqueda de la felicidad permanente?
Esto de aceptar el sufrimiento, ¿no suena a contradicción?
Pues no. Porque el budismo te demuestra que es precisamente la obsesión por el bienestar, por estar bien, por
que todo esté en orden y concierto, como a mí me gusta, siempre,
y, si no, no lo puedo soportar y lo paso mal,
pues que es esa obsesión precisamente la causa principal de pasarlo mal.
La ínfima tolerancia a la frustración.
Por el contrario, si aceptas ese "sufrimiento", si aceptas el hecho de que las cosas no sean como quieres, cuando no lo son,
si aceptas que tu felicidad (esa "felicidad", ese deseo de salirte con la tuya siempre)
no es lo más importante
y no es obligado que así sea,
esta aceptación
reduce mucha tensión y mucho sufrimiento.
Aceptas la derrota con paciencia.
Y con alegría.
(En esta alegría está la clave -la prueba del algodón-
de la práctica espiritual)
La práctica de aceptar la derrota es, en sí misma, una práctica de la paciencia.
Aceptas con paciencia
y alegría
y todo (esa contrariedad, cualquier cosa) acabará disolviéndose.
Y sigues ofreciendo la felicidad que esté en tu mano ofrecer (la victoria).
Pero esta práctica a menudo tiene trampa, especialmente entre las personas budistas,
que a veces creemos que estamos practicando el ofrecer la victoria (hacer felices a los demás) cuando sólo estamos asegurándonos de que piensen bien, de proteger nuestra imagen, o de mantener una amistad, o de que te dejen en paz (si haces lo que desean) o
a saber...
Qué te mueve?
Rabjor dice que para hacer un buen uso de la práctica de ofrecer la victoria
no podemos perder la perspectiva del objetivo último
(el despertar,
la iluminación, la nuestra y la de los demás, esa felicidad)
y vigilar una y otra vez cuál es la motivación que nos mueve:
si es meramente mundana
o no lo es.
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Cuando hablas de "transformar", ¿no es un poco como abandonar el sufrimiento, no aceptar el sufrimiento? ¿Qué diferencia hay?
ResponderEliminarDe las derrotas también se aprende, y sobretodo si ofreces la victoria creo que todavía sacas algo más positivo de este acto. Pero si, a simple vista suena un poco a "tonto" o a "pardillo".
ResponderEliminarSí, eso puede parecer a primera vista, verdad Montse?
ResponderEliminarTransformo el dolor (en otro sentimiento, positivo) porque no lo acepto.
Y sin embargo, el hecho es que no se puede transformar si no se ha aceptado antes.
Lo aceptas y contemplas su sentido en tu vida:
1. Por qué sufro? Qué pensamiento hay detrás que me está haciendo daño? (celos, exigencias, envidia, egocentrismo, capricho, no soporto que las cosas no sean como deseo, etc.) Y aprendo sobre mis engaños y practico el oponente hasta superarlo (humildad, paciencia, amor a los demás, etc.) Se ha transformado en una lección para ser más paciente, generosa, humilde... lo que sea.
2. Esto que yo estoy sufriendo ahora, ¿se lo he hecho sentir a alguien, se lo estoy haciendo sentir a alguien en estos momentos? Y lo transformo en una lección sobre el karma y asumo la responsabilidad y actúo en consecuencia y dentro de mis posibilidades para reparar el daño causado.
3. Esto que yo estoy sufriendo es porque no entiendo que todo son lecciones, meras apariencias, interpretaciones personales, una distorsión de la realidad. Y lo transformo en una lección sobre la sabiduría de la vacuidad.
Transformar no es resignación. La resignación no acepta; sin aceptarlo, simplemente se aguanta de mala gana.
Transformar un dolor es aceptarlo y hacer uso de él para crecer y animarme a seguir creciendo.
No sé si te sigue sonando a pardillo, Marina.
ResponderEliminarYo creo que si encima de que te duele algo o tienes que afrontar alguna molestia, le sumas el dolor adicional de la rabia, la frustración, lo que sea (la no aceptación), eso sí que es un poco absurdo, no? Para qué empeorar las cosas y añadir peaje a los problemas de la vida?
Mejor aprender, hacernos fuertes (más pacientes, más sabias) y tirar p'alante sin necesidad de seguir repitiendo pautas, no?
Si seguimos repitiendo pautas y sufriendo por lo mismo, el mismo tipo de situaciones (o parecidas) es que no hemos comprendido la lección, no?
Madre mía Marié!!! Muchísimas gracias tanto por este archivo como por las explicaciones!!! ME HA LLEGADO MUY HONDO! Qué maravilla!!!
ResponderEliminar(perdonar, pero es que de veras que aunque la respuesta iba a Montse, me siento totalmente identificada!!)
Personalmente decir que en mi caso, estoy aprendiendo a disfrutar poco a poco de más humildad en mi mente, porque es precisamente mi aferramiento, mi ego, ese "yo" que se considera tan importante, que no "merece" que le traten así, o que las cosas vayan como "yo" espero, (osea, diferente) etc... Y todo eso no es más que RESISTENCIAS al fluir de la vida... El no aceptar, el resistirme, es lo que más me hace sufrir... Porque mi ego me hace desear que las cosas sean distintas, y claro, eso NO ES REAL... Aplicar la humildad interna, como decía Sócrates: "Yo sólo sé que no sé nada", como un reconocimiento interno de que tengo algo que aprender, que escuchar, que mejorar en cada situación es lo que abre la mente a la vida en sí... Por propia experiencia puedo decir que funciona! Porque aunque aparentemente parece que "pierdes" (respeto, control, etc) en realidad el que pierde es el ego, por lo que tú eres libre!!! Y las cosas son más relajadas, más "naturales", porque uno fluye... Y eso te da mucha fortaleza interna!!! Parece paradójico, pero eso es la trampa del mismo ego... Desde luego, hay que probarlo! No hay nada como la propia experiencia... Un beso, y de nuevo GRACIAS!
Gracias a ti, hadania.
ResponderEliminarSe nota que tu explicación pasa por tu experiencia y eso siempre transmite.
Las respuestas, como las preguntas, en el blog, son para compartir, lo mismo que las entradas. Nunca se sabe quién puede encontrarle utilidad en su vida, así que siéntete libre de intervenir.
Ahora releía la respuesta a la que haces alusión y pensaba que quizás no me he explicado con claridad pero aquí está la clave: Transformar un dolor es aceptarlo y hacer uso de él para crecer y animarme a seguir creciendo.
De ahí lo de "aceptar el dolor con paciencia y alegría". Sí, también con alegría.
Con paciencia. Cómo? Porque es lo que hay, espera, observa y descubre la lección (de las tres maneras apuntadas en la respuesta a Montse).
Con alegría, porque cuando descubres la lección oculta y te sientes más fuerte y crecida, eso produce inevitablemente alegría y te anima a seguir prácticando , no importa los "dolores" que tengan que venir. Ya no son "dolores" o "alegrías", son simplemente lecciones, experiencias, prácticas de crecimiento.
(Como cuando vas al gimnasio y disfrutas sudando, incluso las agujetas son un placer que te recuerda el trabajo bien hecho, o te gusta el montañismo y disfrutas la agotadora caminata o la escalada).
De esta manera, con la práctica, no tienes que esperar al final para sentir alegría (al principio paciencia y al final alegría), sino que ya lo recibes desde el principio con los brazos abiertos: en uno la paciencia y en el otro la alegría. Como un regalo, como un tesoro.
No, no me suena a pardillo, para mi las derrotas no son solo derrotas porque pienso que de todo se aprende y se saca algo, pero suena a "pardillo" cuando lo comentas con la demás gente. La derrota a priori no es algo bueno.
ResponderEliminarEn cuanto a lo que dice Hadania, de la humildad interna. Seria como no esperar nada, de nada. Entonces, todo lo que te ocurre es ¿bueno?. No es que todo lo que te ocurre sea bueno sino que de todo lo que te pase le puedes sacar algo positivo, porque no esperabas nada a cambio...
Sería como no esperar nada...
ResponderEliminaren un sentido, Marina, en el sentido de las "exigencias".
Pero esperar de las situaciones, por qué no?
No esperar beneficios materiales (que esta persona me dé, que me devuelva el favor, etc.), pero sí otro tipo de beneficios, como me decía esta mañana Colin Tipping (autor de El perdón radical, Obelisco).
En especial, lo que surge tras hacerse el planteamiento: estoy abierta a ver los regalos y las lecciones que esta situación tiene para mí.
(Él decía: estoy abierto a ver la perfección en esta situación -aún en las más dolorosas).
Un poco es eso que dices de que pase lo que pase le puedes sacar algo positivo. Pero yo diría que es más que "algo" positivo; es precisamente "eso" positivo que toca en este momento, lo que te toca aprender.
Yo creo que hay que estar muy abierta a las lecciones de la vida, para no desaprovecharlas (aparecen por alguna razón y seguirán apareciendo de diferentes formas, cada vez más contundentes, a veces más dolorosas, hasta que reaccionemos y lo entendamos), da igual si aparecen de forma "agradable" (a nuestro gusto) o no.
Aceptar la derrota y ofrecer la victoria... Parece contradictorio a lo "normal", lo que socialmente siempre nos han enseñado es todo lo contrario, que para sobrevivir hay que luchar, hay que sufrir, y si para "subir" hay que pisar al de al lado, pues se hace... Eso es lo común, y así vamos todos...
ResponderEliminarCompartir un fragmento de un texto que he leído hace poco y me parece precioso: "El verdadero control llega cuando aprendes a dejar ir. Cuando dejas de intentar dirigir el espectáculo, te abres a la claridad y a la visión. Rendirse puede parecer dramático, pero sólo cuando te rindes a luchar a resistirte, es cuando la Luz fluye.. A veces rendirse es más sutil. Es una sonrisa y el silencio cuando alguien dice algo que tú sabes que es incorrecto, pero en realidad no importa. Rendirse es cuando tomas una decisión de preferir tener paz a tener la razón."
Un besito
Muy bueno, hadania; gracias por compartirlo.
ResponderEliminarPreguntado sobre qué quería decir con "rendición", Colin Tipping respondía que no es más que aceptación, dejar de querer negar lo que es, dejar de engañarse: acepto.
En el concepto de rendición no hay una connotación de debilidad o pérdida sino todo lo contrario, de abrazo, fortaleza, conexión, adaptación y construcción a partir de una nueva realidad.
Y sobre lo de "preferir tener paz a tener la razón", recuerdo a Lochani, que nos explicaba en una clase que cuando se da cuenta de que empieza a alterarse por algo (o con alguien), se calla, se detiene un momento (aunque aparentemente siga escuchando o haciendo lo que estaba haciendo) y se plantea: "que me importa más, mi punto de vista o mi paz interior?". Siempre gana la paz interior, claro -ya sabemos que los puntos de vista son sólo eso, la voz del ego, y no paran de cambiar; el ego cambia lo que tenga que cambiar para seguir afirmándose.
No es sólo una manera budista de ver las cosas.
Eva Bach, psicóloga y pedagoga, también insiste en esto, a la hora de relacionarnos con nuestras hijas e hijos (especialmente adolescentes): si tienes que elegir entre la justicia o la coherencia y el amor, elige siempre el amor.