Fuera de la meditación formal, podemos aprender a vivir nuestra vida diaria en un estado de paz interior permanente.
En el ejercicio de la meditación formal nos acostumbramos a parar nuestro cuerpo y nuestra mente por un momento y a familiarizarnos con la paz profunda que produce el silencio interior. Pero la meditación no sólo consiste en disfrutar del silencio.
En la paz del silencio interior descubrimos que son los pensamientos negativos obsesivos los que producen nuestro malestar continuo (enfado, ansiedad, crítica, apegos, etc.) y, por este motivo, cuando acallamos los pensamientos dejamos espacio para el descanso y el bienestar. El paso siguiente consiste en identificar los pensamientos positivos que producen la paz, el amor, la compasión y la sabiduría. Cuando nos concentramos en estos pensamientos positivos, primero, y, seguidamente, en el estado apacible y feliz que producen, estamos sembrando las semillas para poder aplicarlos en cualquiera de los acontecimientos de la vida cotidiana.
Cómo integrar la meditación en la vida diaria.
La meditación formal nos permite relajarnos y experimentar la paz interior, el amor, la compasión y la felicidad más profunda. Pero no le sacaríamos mucho provecho si no aprendiéramos a integrar estos sentimientos hasta el punto de que formen parte de nuestra personalidad como una segunda piel y fluyan natural y espontáneamente en cualquier situación de la vida diaria. De esta manera, cada vez que aprovechamos los acontecimientos difíciles de la vida cotidiana para generar paciencia, consideración por los otros, el amor que desea la felicidad de los demás, compasión y deseo de ayudar, de aliviar el sufrimiento de otros seres, etc.,
en cada una de estas oportunidades de la vida diaria que aprovechamos para transformar las adversidades en el camino de crecimiento personal y espiritual, estamos aplicando la meditación a la vida cotidiana.
Con la práctica, podremos vivir las 24 horas del día (tanto en la vigilia como en el sueño) en un estado de atención consciente
de paz
y felicidad profunda,
amor,
compasión y
sabiduría,
hasta llegar a experimentar la mente y el cuerpo de un ser iluminado.
de paz
y felicidad profunda,
amor,
compasión y
sabiduría,
hasta llegar a experimentar la mente y el cuerpo de un ser iluminado.
(De un artículo para un periódico local de Olot, Girona).
Me pillas sin tiempo pero decir que tanto la foto, muy apropiada para estos días lluviosos, y la ilustración me han encantado!
ResponderEliminarMe paso en breve a leerlo con atención.
Feliz domingo!
Me encanta y me hace reír
ResponderEliminar(eres un encanto)
que dejes huella de tu paso por aquí,
tu casa,
aunque sea de refilón.
Un besazo, Marina.
Tu me alegras con tus cuentos y historias casi siempre!
ResponderEliminarNormalmente cuando mis padres hablan de estos temas me suelen aburrir bastante y desconecto enseguida porque me parece demasiado "profundo" pero en pequeñas entradas como las tuyas es otro rollo.
El otro día vino mi hija con una amiga y, mientras comían, comentaban lo lenta que comía una y lo rápida que lo hacía la otra.
ResponderEliminarComenté que estaba bien comer lento porque así se digiere mejor (la digestión empieza al masticar, con los ácidos de la boca) y, además, se traga menos aire con la boca cerrada y se hincha menos la barriga.
¿Ah, sí?, dijo.
Pero eso ya te lo debe haber dicho tu madre, que es experta en reiki y temas de salud.
Ya, sí -respondió-, pero siempre se le hace más caso a las otras madres que a la madre de una.
Pues eso.
Abrazotes de la madre de otro, Marina.
Me ha gustado mucho tu retrato de familia y de amistad en tu última entrada.
Nuevamente gracias por el post. Voy a tener que plantearme iniciarme en la meditación diaria, creo que me hace falta. Un abrazo.
ResponderEliminarGely
Bienvenida al club, Gely.
ResponderEliminarMal no te va a hacer, seguro -y eso que yo tengo pocas cosas seguras.
A mí también me hace falta.
Un abrazo.
Hola Marie, Me han gustado mucho tanto las fotos como las reflexiones... Me ayudas a replantearme temas
ResponderEliminarMercedes
Gracias por pasarte por aquí, Merche. Y mucha suerte con tu novela.
ResponderEliminarManténme informada.
Un beso.