miércoles, 22 de septiembre de 2010
No conozco otra forma de desarrollar músculo que ejercitar músculo.
Meditar en la muerte tiene muchos beneficios.
Es una de mis meditaciones preferidas.
Quizás puedes pensar: cómo sois la gente budista, siempre dándole vueltas a la muerte y al sufrimiento; un poco masocas, no?
Lo comenta Rabjor a veces, en las clases del PG, abiertas a todo el mundo, llenas de personas de paso y no necesariamente budistas.
Y lo comenta riendo. Él siempre se ríe. No es el tipo clásico de un masoca.
Él no considera que aceptar las cosas como son sea propio de masoquistas. De hecho, ver las dificultades te ayuda a prevenirlas y a prepararte para ellas. Y así, cuando te toque vivirlas, puedes tener las herramientas necesarias para afrontar de una forma airosa la situación.
A mí me gusta meditar en la muerte. Y en las situaciones límite
que he/habré de afrontar.
Experimentarlas, de hecho, (en la medida que pueda), en cada ser
que ya las afronta, en estos mismos momentos.
A eso se le llama empatía.
A querer absorber, para liberarles de su sufrimiento,
se le llama compasión.
Y la compasión es la fuerza que mueve montañas
y te mueve a ti para cambiar.
Se dice que es la puerta de la budeidad.
1ª parte: Admitirlo y prepararte
te hace fuerte.
Pero a mí me gusta meditar en la muerte y en las situaciones límite
también por otros motivos:
para empezar, porque me hace fuerte.
Me prepara.
Cuando anticipas una "catástrofe" que está por venir es como si pagaras una parte de la factura emocional que pagarás.
Ya has estado ahí; cuando llegues, de alguna manera te parecerá
que no es para tanto. Ya sabes de qué va la cosa (como un déjà vu)
y cuando tenemos una cierta familiaridad, duele menos.
Y, por supuesto, te preparas activamente.
De una manera natural una revisa prioridades y prepara las cosas para ese momento, para que duela menos.
Hace lo que tenga que hacer para favorecer las circunstancias futuras
y lo hace sin un gran esfuerzo, sin pensarlo, de forma natural.
Respondiendo a las nuevas prioridades.
Meditar (experimentar, viajar por un momento a ese momento
de tu viaje)
restablece las prioridades
y te anima a vivir una vida con significado.
2ª parte: Contemplar el sueño.
Cuando siento que me estoy yendo de esta vida, qué es lo que más me importa en ese momento?
No creerme las apariencias que surgen en mi sueño (dolor físico, pesadillas, miedos, angustia, resistencia, apegos...), no dejarme arrastrar por la sensación de realidad,
por los temores que puedan aparecer
en mi experiencia,
en mi mente.
Y cómo hacerlo?
No conozco otra forma de desarrollar músculo que ejercitar músculo.
Y esto me lleva a observar las apariencias que surgen en mi vigilia
(dolor físico, conclictos, dificultades, miedos, angustia, resistencias, apegos...)
sin acabar de creérmelas,
a no dejarme arrastrar por la sensación de realidad.
Practicar la mirada del sueño, ser el testigo del sueño
hasta que acabe convirtiéndose en una primera piel.
Y, entonces, meditar en la vacuidad.
Volver al silencio.
3ª parte: aprender a crear entornos
y experiencias de paz y disfrute.
¿Y si la mente, tozuda, se resiste a callar e insiste en crear, conforme a su naturaleza
creadora?
Si lo que deseo es un entorno de paz,
y dado que no conozco otra forma de desarrollar músculo que ejercitar músculo,
tendré que aprender a producir entornos y experiencias de paz
hasta que mi mente las produzca de forma natural,
espontáneamente y sin esfuerzo.
En budismo se les llama "objetos virtuosos" -que producen paz interior, profunda y duradera.
Tierras puras, seres puros
(una mirada pura).
Entornos y experiencias internas
de paz,
amor,
compasión,
de disfrute
en la paz, el amor, la compasión, la aceptación...
Fingirlo hasta conseguirlo
(tierras puras, seres puros: una mirada pura).
Hasta que mi mente las produzca de forma natural,
espontáneamente y sin esfuerzo.
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Claro que hay que meditar sobre la muerte, es la mejor forma de ir familiarizándonos con ella, ya que tarde o temprano llegará a nuestras vidas
ResponderEliminarEso es, Gely.
ResponderEliminarY si además nos induce a vivir una vida mejor,
mejor que mejor, no?
Casualmente escribí esta semana pasada sobre elo en mi blog. Coincidimos en nuestra manera de verlo.
ResponderEliminarQué te parece si nos haces un post-práctico sobre cómo meditar?
Me gustó lo que hablaste sobre la meditación en la vida diaria...está claro el por qué...pero cómo?
Un abrazo!
un post-práctico sobre cómo meditar,
ResponderEliminar¿te refieres a la meditación formal?
Sentarse, parar los pensamientos y concentrarse en un "objeto" de meditación...
La meditación en la vida diaria es otra cosa; es hacer una práctica, una ofernda si quieres, de cada situación de la vida cotidiana, especialmente de las difíciles. O bien convertir en una espece de ritual las pequeñas rutinas de la vida cotidiana.
Encantada de extenderme en el tema, si quieres, J.
Por dónde empezamos,
por la meditación formal (esa parada diaria de unos 10 o 15 minutos para acallar los pensamientos)
o por la meditación informal (también llamada "práctica subsiguiente" o la meditación formal integrada en la vida cotidiana)?
"No conozco otra forma de desarrollar músculo que ejercitar músculo."
ResponderEliminarNi yo tampoco, así que ¡a por ello!
Excelente entrada. Y qué bueno hallar seres de luz pululando por estos lares...
Bueno, PazzaP, me he metido en tu casa y veo que no soy la única.
ResponderEliminarUn abrazo.