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El chico sufría mucho.
Un amor loco había entrado en su vida como un vendaval, poniéndolo todo patas arriba;
luego se había apaciguado hasta desaparecer,
dejando sólo el desorden y el desconcierto de la ciudad arrasada.
Se sentía culpable, "qué tonto soy.
Estas cosas ya no te pasan a ti, ¿verdad?".
Para su sorpresa, oyó que la amiga decía que sí.
Sí me pasa, confesó.
Las aversiones, quizás menos -menos odios, enfados, críticas, rabietas...
Pero los apegos...
Cómo evitarlos?
A veces se cuelan en tu vida sin que te des ni cuenta,
como un objeto grato, amable, festivo,
"virtuoso"
incluso,
y eres como la polilla que, atraída por la luz,
no se contenta con
la luz
y acaba entrando en el fuego hasta quemarse.
Sí pasa, sí.
La cuestión es, entonces, cómo responder ante ese dolor
-el apego, antes o después acaba sacando su cara de dolor, siempre.
A quién pones primero en la lista de prioridades, qué pones primero.
Si tus "necesidades", tus exigencias, tus requerimientos,
tu herida
o la de los demás.
Todo el mundo guarda una herida -o muchas.
Soltar.
Sientes el apego igual (o parecido); lo importante son las decisiones que tomas ante ese apego,
a qué pensamiento le cedes la voz de mando;
básicamente:
al "yo primero"
o
al "yo después".
Poner por delante los intereses de la otra
o de las otras personas
es siempre una gran oportunidad
para la renuncia (esa intensa alegría),
para hacerte un poco más fuerte
y un poco
más libre.
Si aprendes a soltar.
Marié, yo creo que no entiendo bien esto del apego. Ciertamente me enfado menos y el odio ha desaparecido de mi vida, pero lo del apego... No sé. ¿Qué tiene de malo ser polilla? ¿Por qué vivir con el temor a quemarse? ¿Y si vivimos cerca de la luz, pero no nos quemamos porque la luz no nos hace daño? ¿Y si después de quemarnos renacemos? ¿Tenemos que estar siempre con precaución? ¿No podemos aceptar las consecuencias del apego como aceptamos el sufrimiento cuando nos llega? ¿O es que yo, definitivamente, no lo entiendo?
ResponderEliminarSí, poner por delante al otro. Eso sí lo comprendo. Otra cosa es que ses terriblemente difícil ponerlo en práctica.
Bonito cuento, otra vez!
ResponderEliminarPero por suerte no somos como las polillas, ni los pequeños insectos, que se mueren cuando tocan el fuego... Nosotros podemos "redireccionar" nuestra vida. Si sabemos, claro. O nos podemos equivocar y quemarnos las veces que hagan falta. Aquí una 'experta'.
¿Y así deja de doler?
ResponderEliminar¿Poniendo por delante a los demás?
¿Aceptar las consecuencias del apego?
ResponderEliminarSi quieres... claro.
Pero yo no creo que normalmente tengamos consciencia de que el apego tiene consecuencias; no creo que le echemos la culpa del dolor al apego, sino a los demás. Porque no son como queremos que sean ni hacen lo que queremos que hagan.
Por otra parte, Emi, como dices, es difícil poner en práctica el amor, sí, pero no porque sea difícil en sí mismo, sino por la falta de práctica, porque hemos aprendido a hacerlo de otra manera.
Como cuando aprendes a nadar a tu aire y luego te dicen cómo mejorar tu técnica (para cansarte menos y disfrutar más) y te resulta terriblemente difícil cambiar tus costumbres. Aunque a las demás personas que lo hicieron siempre así parece que no les cueste tanto.
Por suerte, no somos como las polillas, Marina.
ResponderEliminarNo nos morimos
y podemos aprender de la experiencia
para hacerlo mejor
y amar mejor
la próxima vez.
Que si deja de doler el apego al poner por delante a los demás?
ResponderEliminarDefinitivamente sí, J., porque "yo después" implica que hay otras personas que consideras primero.
El problema del apego es que es una mente obsesiva que se queda "pegada" a su objeto y vuelve una y otra vez a él. O sea, a ti: yo quiero "eso".
Nos engañamos diciendo que es amor, pero en realidad sólo es yoísmo.
Lo que duele es el "yo", que con el apego no sólo es "yo primero" sino "sólo yo". La mente está todo el tiempo en lo mismo (yo, mi dolor).
Así que la única salida está en dejar de pensar en "mí".
Pensar en cualquier otra persona o situación, a ser posible con amor (amor igual a conexión, paz y alegría).
Pero no vale la trampa de "ya pienso en él o ella" (el objeto de mi apego), porque ésa en realidad sigue siendo una variante del "yo".
Deja de doler cuando dejas de pensar en ti.
El paso siguiente es elegir el pensamiento sustituto: ¿negativo o positivo?
Si buscas un pensamiento positivo, el mejor de todos es el amor
y la compasión que se "apega" a tu deseo de liberar a todos los seres de su sufrimiento.
A eso o llaman bodichita, la mente de la iluminación.
Hay muchos remedios contra el dolor del apego pero no conozco ninguno más eficaz que éste.