lunes, 18 de enero de 2010

Renuncia




A qué nos referimos cuando hablamos de "renuncia"?
No se trata de abandonar a tu familia, tu trabajo, tus relaciones, tu casa, tus posesiones...
A qué renuncias, entonces?
Al samsara.
Y a qué nos referimos, pues, cuando hablamos del "samsara"?

No se trata del entorno en el que te mueves, las actividades que realizas, sino más bien a la forma en que te relacionas con todo eso.

Desde el punto de vista budista, el samsara se refiere a los renacimientos ininterrumpidos sin libertad ni control.
Apuntando más fino: es la vida contaminada por el veneno de los engaños.
Resumiendo: el objeto de abandono de la mente de renuncia es la existencia cíclica y ésta no existe fuera de mi mente.

En otras palabras, el mundo en el que vivo (el que defino cuando hablo del mundo y de la vida) no es más que la proyección de mi mente influida por mis perturbaciones mentales.
A mi mente de engaño es a lo que renuncio.

Y por qué tendría que renunciar a todo eso?
Porque sufro.
Porque mi punto de vista equivocado me hace sufrir.
En resumen: a lo que renuncio es al sufrimiento.
Renuncio al sufrimiento producido por una visión equivocada.

Para meditar en ello, Buda nos dejó las Cuatro Nobles Verdades.
La primera de ellas es: La vida es sufrimiento.


Conoce los sufrimientos.

Cuando experimentamos el sufrimiento manifiesto (dolores físicos, soportar situaciones que no deseamos, enfados, etc.) nos resulta obvio que sufrimos. Pero cuando estas molestias se reducen o desaparecen, nos puede parecer que la vida es maravillosa. Es más, hay personas positivas que tienen una gran habilidad para apreciar las situaciones hermosas de la vida y disfrutan a menudo. Lo bueno (lo que les gusta), lo aprecian; lo que no les gusta, lo aceptan con paciencia, incluso saben transformarlo para sacarle partido.
Tener esta habilidad denota una gran sabiduría -pero no es suficiente, dice el budismo.
Vivir una vida "feliz" en el samsara supone transformar continuamente todas y cada una de las situaciones que experimentamos.
Una vida feliz requiere de mucha energía.
Y está muy bien, dada nuestra situación (en nuestra existencia humana), que seamos capaces de apreciar y transformar las experiencias para ser felices. Pero no es suficiente.
No desde el punto de vista de un ser superior, un buda -tú y yo en potencia.

Rabjor dice: "las Cuatro Nobles Verdades se llaman Nobles porque son verdades desde el punto de vista de un ser superior; si no, se llamarían Las Cuatro Verdades Ordinarias".
Y lo que a un ser humano le puede parecer una vida feliz, desde el punto de vista de un buda sigue siendo sufrimiento.

¿Te deprime?
Escuchar esto, ¿te desmonta tu convencimiento de vivir una vida plena y feliz y te sume en la miseria más absoluta? No debería.
Lo que a mí me dice la primera Noble Verdad (sobre conocer, comprender, identificar el sufrimiento), es que hay algo más.
Es que renunciar a las dependencias del samsara (las proyecciones de mi mente) me pone en contacto con un tipo de felicidad mucho más intenso y de diferente naturaleza.
Puedes empezar a percibirlo en meditación, en la cesación de estímulos externos.
Una intensa felicidad que no depende de nada externo porque tiene su fuente en ti y en algo que llaman la vacuidad, el Gran Gozo.

Y aún así, todavía, esa felicidad que procede de la renuncia, no es más que la sombra de la luz.

http://www.youtube.com/watch?v=MYnXUH1OjoA&feature=related

4 comentarios:

  1. Hola Marié:


    He leído tus reflexiones y he de decir que me han encantado. Expresas de forma muy cotidiana la profundidad de conceptos budistas complejos.

    Un besito,

    Judith.

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  2. En ello estamos, Judith.

    Gracias por pasarte.

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  3. Estimada Marie, estuviste en Paris en el 2008 ? pues allí estuve también. ! Gracias por compartir tus reflexiones y bendiciones para toda la Sangha de España.

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    1. Hola Juan.
      Ahí fue donde se empezó a gestar este blog, por petición de mi maestro.
      Un abrazo.

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