martes, 8 de diciembre de 2009
Buda y los maras.
A veces aparecen experiencias en tu vida que no te resultan agradables.
Tal vez se muere alguien querido; tu pareja se va; tu mejor amigo sufre una profunda depresión y sufre; tu hermana no le encuentra el sentido a la vida y duele; tu hijo adolescente hace añicos todos los proyectos previamente compartidos y aparece con un espejo en las manos que refleja tus caras más monstruosas...
Puede incluso que aparezcan todas de golpe y algunas más: una molesta enfermedad que designan crónica, la vejez, una crisis que produce alucinaciones y un cuerpo que no funciona... Todo
de golpe.
Puedes hundirte en la desesperación, "no puedo más".
O puedes contemplarlo todo como Buda debajo del árbol, observando las apariciones de los maras, que llegan como poderosas pesadillas que hacen ruido para arrastrarnos -pero no lo consiguen-, se debilitan
y se van...
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Pues, a la vista de lo rejuvenecida que apareces en tu último avatar, eso de sentarse bajo el árbol a observar los maras es mucho más eficaz que ningún tratamiento físico o psicoterapéutico, jajaja.
ResponderEliminarMe alegro de que ya estés de vuelta. Siempre te echo de menos (¡Qué ganas de hacer un retiro!)
Dios, Emi, no sabes cómo refresca!
ResponderEliminarTe matas a trabajar (si quieres): registro, poner mesas en el comedor, lo que sea...
Y luego escuchas a Chokga (servicio a los demás, darle la vuelta a la estimación propia) y vuelas de su mano como Wendy de la mano de Peter Pan, en torno al castillo de la iluminación.
Y de repente la oración de Migtsema te anuncia que se acaba, ¿ya? ¿Ya me dejas?
Pero no, porque aquí se queda Chokga-Tara-Vajrayoguini-Prajnaparamita en tu corazón.
Un retiro, para mí, es como una visita a Keajra, unas vacaciones en la Tierra Pura de la alegría (Gran Gozo).
Un subidón de amor,
el yoga de la purificación de los seres migratorios -por la atención en sus virtudes, no en sus faltas.
Un subidón.
Jajaja. Dicho así, no sé si apuntarme. Yo soy de la familia de los ai ai, es decir, de los osos perezosos. jajaja.
ResponderEliminarLo de "te matas a trabajar" no iba por mí, precisamente. Además, hay tiempo para todo.
ResponderEliminarNo te he hablado de los inspiradores paseos por los caminos entre naranjos, las puestas de sol, la piscina del Hotel Kadampa y el Café de la Paz, los mullidos sofás de rojo tántrico para las lecturas y/o las siestas.
De todas formas, lo bueno de trabajar para los demás es que parece que después, en la meditación, vuelas más alto. O puede que sea una apreciación muy personal.
Será un placer coincidir un día contigo en algún retiro o inciciación.