jueves, 25 de diciembre de 2025

Los seis reinos están en este reino. (2)

 


En algunas tradiciones budistas, el reino humano se considera parte de los reinos superiores.
También se describe en el lenguaje habitual como la condición de "humanidad".
Hay que decir que no todos los seres humanos, y no en todo momento, estamos en contacto con esta naturaleza intrínseca que denominamos "humanidad".
Se refiere a la capacidad de ver más allá y tener acceso a la calma, la empatía y la compasión. No siempre manifiesta, cuando surge el odio, el miedo y otras aflicciones que ya hemos contemplado en los reinos inferiores.
Esta naturaleza compasiva y serena del reino humano
se debe, en parte, a que el sufrimiento no es tan abrumador como en los reinos denominados "inferiores",
y junto a los momentos fugaces de felicidad
crean las condiciones propicias para comprender y despertar.
Sabemos que ambas experiencias (sufrimiento y felicidad)
son temporales, impermanentes.
Y también una oportunidad, en ambos casos, para la liberación.

Aun así, el reino humano también cuenta con sus tendencias o causas de sufrimiento
como son el apego, la aversión y la ignorancia.
Estas tendencias tienen en común con las que caracterizan a los reinos inferiores
que se basan en el egocentrismo,
el sufrimiento egoísta que surge de la creencia en un ser separado, más importante que ningún otro.
La experiencia de apego no se refiere solo a los fenómenos externos
(confort, dinero, buena reputación, etc.),
sino que es más intenso en lo que se refiere a los conceptos que sostenemos sobre nosotros mismos.
Mantenemos un fuerte apego a nuestro ego,
una sensación de persona, fabricada y artificial, a la que protegemos obsesivamente.
Ponemos siempre a ese ego en el primer lugar de nuestros intereses
e intentamos satisfacer las exigencias creadas por la idea de quienes somos
y lo que necesitamos para sobrevivir y disfrutar.
Y mantenemos esa creencia, aunque no funcione, para conseguir nuestro objetivo de ser felices.
Pero lo único que conseguimos, cada vez con más fuerza de aparente realidad,
es la estabilización del concepto del ego fabricado.

La aversión funciona de la misma manera que el apego, referida a todo lo que ese ego rechaza,
en la convicción de que cualquier situación no deseada es un obstáculo para la felicidad.
Sin advertir que no es la situación en sí sino el rechazo mismo
lo que dificulta o imposibilita nuestra paz.

A ese aferramiento al ego (manifestado en apegos y aversiones)
que confunde la causa de nuestro malestar
es lo que el budismo denomina "ignorancia" o confusión.

En cuanto al reino de los semidioses, sus aflicciones principales son
la envidia, los celos y el orgullo. 
La seducción del lujo, la vida fácil y la sensación de pertenecer a una élite de VIPs
resulta abrumadora y ahoga la aspiración de despertar.
Envuelven su vida en objetos materiales selectos y de difícil acceso, para alejarse del humano común,
construyendo una fachada de superioridad, falsa seguridad y satisfacción.
Sin embargo, toda la energía empleada en construir ese ego sirve de poco
porque al final, al igual que todos los demás, acaba viéndose devastado por las fluctuaciones inevitables de la vida.

Los seres del reino de los dioses tienden a utilizar incluso la meditación
como una herramienta adicional para experimentar el éxtasis
o para crear experiencias placenteras sin ningún sentido de despertar, realización o transformación.
La meditación se convierte en otra manera de perseguir placeres
y no una oportunidad para la comprensión, el despertar y la liberación.
Aún se encuentran sumidos en una profunda dualidad.
En este estado de autocomplacencia somnolienta, se persigue una experiencia constante de ebriedad que hace que los seres del reino de los dioses realmente vivan a medio gas, una vida superficial.
Los seres del reino de los dioses, al igual que el resto de seres en los reinos del samsara,
viven sin sabiduría.

En este punto, podemos recordar que todos los reinos están en esta vida, mientras estemos en la ilusión de samsara, sostenido por el aferramiento al ego, el concepto de yo separado.
Asímismo, es importante tener presente que los estados conflictivos que caracterizan a los diferentes reinos son meros "oscurecimientos" mentales (kleshas),
que dificultan nuestra capacidad de reconocer nuestra sabiduría original.
Pero también tenemos la capacidad de vencer los patrones destructivos
y salir de nuestros hábitos físicos y mentales.

El objetivo fundamental de meditar y profundizar en los diferentes reinos
es el de comprender que estas aflicciones que experimentamos están condicionadas
pero no son definitivas sino que las podemos transformar y superar.


(Del libro "Transformar la confusión en claridad",
de Yongey Mingyur Rimpoche).




No hay comentarios:

Publicar un comentario