martes, 14 de junio de 2022

La experiencia de Dios.

 



Desde esta atalaya, el mundo se despliega.
Un extenso paisaje de cielo;
de un azul claro sobre el mar,
de nubes blancas sobre el horizonte de montañas.
Pulmones verdes de arboledas a lo largo de las calles
y en las plazas,
abanicando un sinfín de otros santuarios personales.

Desde la atalaya, en compañía de este calor interno.
El dolor muscular y en las articulaciones
a veces se suaviza;
a veces, como agujas en los poros,
cuando una parte del cuerpo toca otra superficie (la cama, el sofá),
reclamada para el descanso.
Este cansancio físico.
Este sopor como un acceso fácil a la mente sutil,
a la transcendencia.

No hay ni una sola puerta
que no te lleve a Dios.

La alegría, el dolor,
la salud, la enfermedad,
la energía, la debilidad,
cada experiencia
una oportunidad
para encontrar a Dios.



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