sábado, 5 de octubre de 2019

Caminos.







Encontré un par de textos en mi libreta de notas, que me hicieron pensar en los comentarios de Carolina y Diego en la entrada anterior, sobre la visión profunda y la oración (o petición de ayuda).
Anécdotas cotidianas. Comparto.



Silencio.

Recogía mis cosas del terrado cuando empezaba a refrescar, de vuelta a casa.
Un poco triste ante el abandono, el silencio.
O mi incompetencia para escuchar algún mensaje de la Vida.
No estabas conmigo, me dice Ella,
ocupada escribiendo el cuento de lo que harías si te tocara la lotería.
Me reí.
Es cierto.
La lotería o lo que fuera, profundamente distraída.
Si pudiera elegir un deseo y solo uno, ¿sería ése, el gordo de la lotería?
Quizás elegiría
comprender,
la paz estable,
cambiar el relato de mi vida
y de la Vida,
para que deje de hacerme daño.
Eso sí está en tu mano, me dijo Ella.
Sí.
Supongo que sí.
Y cómo lo hago?
Dónde encontraré la fuente de inspiración para esta nueva visión?
Ya lo has hecho antes. Y funcionó.
Hasta que se esfumó
la "gracia" -respondí.
Quizás tendría que pedir ayuda. Lo llaman "oración".
Ayuda para volver a hacerme permeable a los mensajes de los libros
y de la vida,
los que ya están dentro
y los que aún no he sabido ver.
Ayuda para la visión profunda.
La visión
que me permita transcender el miedo.
Y entonces mi vida será otra cosa.






La oración.

El amigo le explicaba su rechazo por la oración.
No es el reconocimiento de la debilidad y la vulnerabilidad lo que le molesta
sino la separación que pone fuera al superhéroe
que ha de venir a salvarte.
Desde la ignorancia de la separación no vas a llegar muy lejos, dijo.
Si acaso, a una catarsis pasajera producida por la desesperación del momento.
A no ser que pidas ayuda al Yo grande, el Yo universal que corre por tus venas -reflexionó.
Mi yo pequeño a mi Yo grande:
Ayúdame a disolverme en ti,
como agua vertida en agua.
Y para eso tengo que "desesperar"
de todo lo demás,
desengañarme,
que los maras de la duda pierdan su poder.

Ayúdame
-cerró los ojos y se entregó a su Yo grande.
Que las dudas desaparezcan,
para que pueda emerger la visión profunda
que me permita
la paz,
aun en el seno de cualquier guerra.







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