jueves, 14 de febrero de 2019

El silencio atronador.








Los sonidos del silencio.
Silencio atronador,
por fuera y por dentro.

Fuera, el canto de las gaviotas, el aleteo,
las tórtolas,
los motores del trabajo, las obras,
el ascensor, una moto,
el aire en la ropa tendida.
Y tanto más.
Atronador,
el sonido del silencio.

Por dentro, emerger de emociones.
Como un océano de olas,
todas están ahí.
El dolor, la alegría,
la tristeza, el duelo,
el miedo.
Silencio atronador de emociones,
olas que emergen en este océano
que se va calmando,
calmando,
hasta llegar a ser ese mar plano como un espejpo
que tanto le gusta,
donde entra y se disuelve,
en el espejo de agua.

Silencio atronador de sensaciones, de cuerpo.
El latir de los intestinos,
el pulso en las venas como ríos,
la incondicionalidad del corazón.
Alguna tensión muscular,
el estómago en reposo.
Silencio atronador
de sensaciones físicas.
De cuerpo.

Tan vacío y tan lleno,
el silencio.






El silencio atronador solo se nuestra en la ausencia de palabras,
la ausencia de pensamientos,
en la escucha atenta
y profunda.

En el silencio conceptual
emerge el silencio
atronador,
tan habitado.
Revelador.

Como un puente hacia el océano en calma,
el espejo de agua,
el silencio
despierto.
Plenitud.





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