viernes, 20 de abril de 2018

El sueño que nos distrae.







Cuidado con el sueño, como una abducción.
Como una hipnosis que secuestra tu conciencia.
Cuidado con el sueño, cuando te lo crees.
Lo peor para ella no es el sufrimiento que causa, si sufres o no,
lo peor es la distracción.

Mientras estás resolviendo problemas del sueño, no estás en la contemplación.
Has dejado la casa del amor y la entrega y la plenitud
y te has ido de viaje por un relato de aventuras.

Las aventuras están bien, el viaje, si lo vives como una especie de "pilgrimage",
una peregrinación.
Cuando te vas por el mundo en un viaje de autodescubrimiento, en busca de ti misma,
acabas descubriendo a Dios. La Verdad. La Vida.
En eso consiste el autoconocimiento,
en descubrir ese "Yo".





Así que vivir el sueño no es el problema, para ella.
Si tienes presente que es un sueño,
como un viaje de peregrinación
lleno de aventuras que te van desvelando capa tras capa,
en el proceso de autoconocimiento.

El sueño es ese viaje,
como una película kármica llena de significados.

Pero si te mantienes "con los pies en la tierra",
con las raíces en casa (la paz, la plenitud)
el sueño perderá su efecto abductor o de hipnosis.
El sueño te resulta revelador
pero sabes que no es todo.
Contemplas la película desde la paz del hogar,
la plenitud que ya eres.
Y el fervor de la película no conseguirá que lo olvides.

Que mi sueño no me distraiga demasiado, pensó.
Que tu sueño sea revelador, que te conduzca a la comprensión y la libertad
que ya eres
-deseó, como una oración.





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