Qué magnífico día para nadar bajo los nubarrones grises y blancos.
Ni las gaviotas ni yo le tenemos miedo a la tormenta
que se va
ni a la tormenta que se avecina.
"Quin luxe", me dice el vigilante de la piscina.
Solo yo en una treintena de carriles, largos van
y largos vienen.
Quién lo iba a decir ayer mismo, de muchedumbre bajo el sol de verano.
Al otro lado de la verja, ya no hay vigilantes de la playa, ni bañistas
-a excepción de mi amiga N.,
que cabalga olas como nadie, sin tabla.
Sólo mi amiga N. y los surfistas.
¿Te has reído ya hoy?
¿Sabes cómo reconozco a un amigo o a una amiga espiritual?,
le dije a mi amiga
espiritual.
Por las risas que me echo con él, o con ella.
Dijo, ¿sí? Y en su mirada inquisitiva decía:
qué tiene que ver una cosa
con la otra?
Todo.
le dije a mi amiga
espiritual.
Por las risas que me echo con él, o con ella.
Dijo, ¿sí? Y en su mirada inquisitiva decía:
qué tiene que ver una cosa
con la otra?
Todo.
Fíate de quien sepa reír.
De repente te cruzas con una persona y estalla tu yo más ligero.
¿Te has preguntado alguna vez por qué?
Yo he aprendido a ver ahí mi conexión menos conceptual,
más transcendente.
No se trata de la risa boba ante el payaso golpeado, la caída o el insulto.
Pero tampoco caes en la seriedad boba
de la vida como un drama. Tan real.
Hay personas
con las que
te ríes
hasta de tu sombra.
Cuando mi padre murió yo tenía 11 años .
Él era todo mi mundo así que sentí que el planeta se resquebrajaba bajo mis pies.
Me desperté en una casa que no era la mía y exclamé: qué pesadilla tan horrible he tenido.
Y me encontré con que la pesadilla continuaba en la vigilia.
En la vigilia, mis amigas del instituto acudieron al velatorio, y Delfina dijo algo y yo me eché a reír
y me reí más
y más.
No paraba de reírme.
Muy propio de Delfina.
Y muy propio de mí.
Hay personas con las que te ríes hasta cuando lloran.
Les duele la vida, como a cualquiera, y lloran
pero en su llanto dicen algo
lúcido
y yo rompo a reír.
Demasiada seriedad es peligrosa.
No te fíes de quien no se ría nunca.
Ámale igual, pero
anda
con cuidado.
Pon un poco más de atención en esas relaciones en las que no te ríes
mucho.
Especialmente si son importantes.
No te digo que las dejes, pero transfórmalas.
Eso sí puedes
hacerlo.
Demasiada seriedad
es
peligrosa.
Ya lo he dicho otras veces en este blog:
sospecho que la iluminación
será
una
gran
carcajada.
Ahora lo entiendo todo.
En el último retiro de verano, de Alto Yoga Tantra,
tocó retiro de silencio.
Los retiros de silencio son
profundos,
a veces
catárticos.
En algunas de las sesiones de meditación había turnos de preguntas.
Seguíamos instrucciones sobre la vacuidad
y sobre el aferramiento propio que te hace creer que el juego que juegas
es tan real.
Yo
levanté
la mano:
Lo que pasa es que a mí, a veces, me da risa -dije,
y la risa empezó a quebrar mi voz y a ahogarla
y las lágrimas rompían en mis ojos
y apenas podía seguir
hablando:
Esto es de locos -proseguí, como pude.
Cada cual en su locura.
Ahí fuera con sus historias de dramas y naufragios y dolores y duelos
y yo con la mía de armaduras de heroínas
y vallados férreos
que protegen el gozo
grande
y la sabiduría.
Cada cual con su locura,
lo contemplo
y a mí me da la risa.
Una voz al fondo dijo: ahora lo entiendo todo.
Y es que en medio del retiro de silencio
a veces
yo estallaba en risas
inoportunas.
Y no era la única.
Rabjor dijo: no pasa nada,
está bien
que te rías.
Es para reírse.
Romper egos
y realidades
como pompas de jabón.
A menudo reconozco a un amigo,
a una amiga
espiritual
porque el sentido del humor se agudiza
y rompe "realidades"
y egos
como pompas de jabón.
Y las risas
desmontan
todos
los miedos.
Reconozco a un amigo, a una amiga
espiritual
cuando el miedo
brilla por su ausencia.
Y todo es tan ligero.
Igual duele
cuando duele.
Pero es dulce
el dolor
que sabe reírse
de uno mismo.
Indra Devi, una de las personas que trajo el yoga a Argentina decía que si tu profesor de yoga no se ríe, no es.
ResponderEliminarJa !
Qué bueno verte por aquí, Alexis.
ResponderEliminarYa me he reído con tu última entrada, de visita por tu casa de buena mañana.
Gracias. Y abrazo.
PD. ¿Eres profesor de yoga, o de taichí?...
¡Que reconfortante escuchar esta alabanza a la risa!
ResponderEliminardirecto a mi mente y a mi corazón.
Despues de un domingo nublado con tribulaciones y dudas de viejos fantasmas vividos ….. reconozco el mensaje, estar alerta con las personas “serias” en el sentido más amplio de la palabra, sin dejar de amarlas, reconduciendo la relación
Y sin darle más importancia porque no la tiene, es una nueva enseñanza,
como todo lo que vivimos si estamos alerta siempre es motivo de un nuevo aprendizaje.
Gracias.
Cati
Gracias a ti, Cati.
ResponderEliminarTu comentario me hace sonreír
-como siempre que te veo
y te abrazo.
Eres un lince.
Se nota en la sonrisa que hay siempre por detrás de tu tristeza.
O viceversa.
Un abrazo muy fuerte, hermana.
Hola Marié !
ResponderEliminarSoy profesor de golf pero he practicado yoga y taichi, ahora estoy practicando zazen. Y creo que aquí me quedo... sentado...
y tú ?
Un abrazo.
Alexis
Sentado se está bien...
ResponderEliminarYo también me quedo sentada.
A veces lo dejo para coger la bici a este mar urbano, tan humano,
y otras cosillas.
Casi todas relacionadas con la meditación
y el viejo propósito de año nuevo
de sacarle provecho a esta preciosa existencia humana.
Un abrazote cálido de otoño.
"Igual duele
ResponderEliminarcuando duele.
Pero es dulce
el dolor
que sabe reírse
de uno mismo."
Y si no dulce, al menos mucho más corta su amargura.
Al final, cuando lloras y ríes al mismo tiempo, lo comprendes todo...
O cuando menos, lo único que importa; sabiendo que hasta lo que importa, tampoco importa tanto...
Lo de la iluminación como una gran carcajada mola...
Gracias Marié.
Al fin y al cabo, amargura, dulzor, todo forma parte del bufet de experiencias, no PazzaP?
ResponderEliminarPero sí, sospecho que un gran estallido de risa nos avisará de que esa segregación que produce tanto sufrimiento se rompió definitivamente.
Que hemos visto cómo son las cosas.
Se nos llenarán los ojos de lágrimas de risa
y de ternura
por tanto sufrimiento inútil.
Y, quizás, sólo nos quedará el amor.
Desprovistos de -resquebrajadas, hechas añicos- todas las capas de artificio, todo el miedo, sólo seremos lo que somos.
Quizás.
Al menos, en mi experiencia, va por ahí.
La risa, el amor, qué cerca están.
A veces me parece que son lo mismo.
D. es un trabajador incansable. Ha dejado su cámara y sus series de TV y el cine en Madrid, o donde le contraten, para venirse al KMC de Barna a trabajar a destajo en las obras de reconstrucción; de forma física o artística, da igual -ya sea picando piedra o en la publi, la web, el programa de estudios...
ResponderEliminarEn los cursos y retiros, entre sesiones, se mete donde haga falta para seguir trabajando en los descansos.
El otro día le vi aparecer escandalosamente sudado, con la camiseta mojada, la cabeza...
Dios mío, D., qué has estado haciendo?
Meditar... -responde, como si él mismo estuviera asombrado- Todo ha sido ponerme a meditar en el tummo que han empezado a subirme unos calores, a subir, y a subir...
Sigo sus gestos con una mirada atónita que hace que deje su seriedad para desternillarse de risa.
Otra vez ha conseguido tomarme el pelo.
En los retiros, entre sesiones de meditación, repartimos el tiempo libre entre paseos, descanso o trabajo voluntario.
ResponderEliminarEn medio de uno de estos trabajos,
me cruzo con C.
- ¿Has acabado ya con pi...?
- Que si he acabado con qué?...
C. empieza a partirse el pecho de la risa.
Había olvidado que desde que, en una clase, nos tocó presentar debate juntas, yo la llamo a veces "compañera", y ella a mí "compi"...