jueves, 8 de abril de 2010
Vigila tu intención.
Qué pesados se ponen a veces los maestros y maestras budistas con el tema de "estimar a los demás" y la meditación de "igualarse":
Con cada persona con la que te cruces o te relaciones, recuerda que ella también desea ser feliz y no sufrir, como tú.
Por una vez, ponte de acuerdo con ella
y desea su felicidad y su libertad.
El otro es un ser sintiente, exactamente igual que tú.
La gente en las clases ríe, cómo no, es tan obvio.
Pero no es tan obvio en nuestro corazón, dice Rabjor, que también se ríe.
No suele ser la bandera que mueve nuestras acciones e intenciones.
En vez de eso, en el fondo de cada gesto, de cada pensamiento, casi siempre reside el egocentrismo y la exagerada importancia personal.
Una fórmula que, nos dice la experiencia, sabotea una y otra vez nuestro objetivo último de ser felices.
Recuerdo que en una ocasión una amiga me dijo: he dejado de ir a las meditaciones porque estoy en una crisis con mi pareja y no quiero ser demasiado blanda.
Un año después, las cosas no han mejorado mucho -verdad, amiga?.
A menudo, ser "dura", "ponerme en mi sitio", proteger mis intereses, sólo consigue distanciarnos de la otra persona, establecer antagonismos.
Especialmente si la otra persona hace lo mismo.
La consigna "si tú ganas, yo pierdo" es falsa. No funciona para arreglar las cosas.
"Si tú pierdes, yo gano" no significa que he ganado ninguna batalla, sólo que la guerra continúa y, mientras tanto, la otra persona simplemente guarda la memoria de la "humillación" y espera su momento para resarcirse.
Es leña para el fuego del resentimiento.
Aceptar la derrota y ofrecer la victoria.
Las meditaciones del loyong (el adistramiento de la mente en la manera budista de amar), y en especial el "aceptar la derrota y ofrecer la victoria", no significan que yo guardo la memoria de la humillación hasta esperar mi momento de ataque, sino que soy feliz al ver a la otra persona feliz (recuerda que estoy de acuerdo contigo en tu deseo de ser feliz y ser libre), que está satisfecha y eso la relaja,
le produce contentamiento y le permite ser generosa,
y yo puedo disfrutar de una buena relación con ella.
Eso no significa "ceder" en todo y siempre.
Significa proteger sus intereses, su felicidad, su sensación de "victoria", al menos, tanto como protejo los míos.
Tener presente en todo momento mi amor por la otra persona ((la estimación a los demás, desear su felicidad y libertad) es la mejor vacuna contra el egocentrismo, el orgullo y el abuso,
y me impide realizar acciones que más tarde desearía no haber hecho.
Entre otras cosas, porque siempre acaban volviéndose contra ti.
Lo ves claro cuando te toca sufrir por algo que hace o dice alguien que quieres
y crees que no te lo mereces.
Si rascas un poco, casi siempre descubres que sí.
Aun cuando tus acciones parezcan impolutas (cosas del "sentido del honor": no te permites hacer o decir cosas inapropiadas, que has decidido que no sean propias de ti),
puede que encuentres que tu intención profunda no ha estado siempre mezclada con el sentimiento de amor que te iguala -tus sentimientos e intereses son tan importantes como los míos.
Porque la intención también deja sus huellas y tiene consecuencias,
incluso más que las propias acciones.
Tomo nota y
vigilo mis intenciones.
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Estoy totalmente de acuerdo.Muy bunas sugerencias... yo le llamo vivir poniéndonos todos en primera fila... no unos antes que otros... Oye aquí en los USA sigo meditando y me siento mejor y mejor...
ResponderEliminarMercedes Salvador
maravilloso tu blog. Publica mas seguido, que siempre me gusta leerte!
ResponderEliminarHola Marié, tu tienes la culpa a veces, de que me acueste tarde. Muy interesantes tus reflexiones de tu blog. Besos Josefina.
ResponderEliminarPrometo leerlo y reelerlo como si lo hubieras escrito para mi.
ResponderEliminarGracias, eres un cielo.
"la intención es lo que cuenta", o eso dicen los abuelos...
ResponderEliminarYo intento ayudar a mis amigos pero a veces ellos tampoco lo ponen fàcil, hay mucha gente que se encierra en su mundo y no ve más alla de sus narices. Tanto en lo bueno, como en lo malo.
Vivir poniéndonos todos en primera fila. Bonita consigna.
ResponderEliminarMe alegra muchísimo que estés bien, Merche.
Sigue en contacto.
Gracias Marisa.
ResponderEliminarInteresante tu muestreo de millonarios que cogen el autobús, vuelan en clase turista y no se compran un yate "porque los juguetes a veces son una molestia" (o algo así, creo recordar).
Además de ahorrar, tiene muchas otras ventajas.
Será un gustazo y una inpiración que compartas en esta casa todo lo que quieras aportar.
Josefina, eres una bocanada de aire fresco -o primaveral- de Almería.
ResponderEliminarQué gustazo hablar contigo anoche.
Siempre agradezco las risas que me echo contigo.
Como si lo hubiera escrito para ti, Emi.
ResponderEliminarCuídate mucho, en el mejor sentido de la expresión.
En muchos sentidos eres una experta.
Un abrazo muy fuerte.
Qué razón tienen a veces los abuelos y abuelas, no, Marina?
ResponderEliminarLa intención cuenta bastante.
Y ponerse las gafas de amor ayuda mucho a aceptar a las personas, imperfectas como son.
Como solía decirle a mi hija de pequeña (cuando se quejaba de alguna amiga), qué suerte tenemos de ser imperfectas, así podemos comprender mejor los errores de las demás personas -porque casi todos, de una manera u otra, han pasado también por nuestra propia experiencia.