domingo, 11 de abril de 2010

La creatividad.









A veces
te propones dedicarle más energía a tus trabajos creativos, nuevos reportajes más elaborados,
el proyecto de un libro que te proponen y has descuidado,
tus propios proyectos personales,
darle cuerpo a aquel conjunto de poemas y el punto final a ese relato guardado en el cajón de los archivos virtuales.
A menudo te frena la trampa fácil: las licencias literarias y culturales, el recurso recurrente a las pasiones disfrazadas de "naturaleza humana"...
Rompes el papel (metafóricamente, en realidad borras el archivo) una y otra vez: lo que no sirve para crecer acaba empequeñeciendo. O, dicho de otra manera: lo que no te vale para salir de Samsara funciona para arraigar tus raíces más y más en él.

Te despiertas por la mañana un día sin alarma del reloj y descubres la auténtica creación que tienes por delante a lo largo de estas 24 horas, y las 24 horas siguientes: tu propia vida. Construir el guión de tu vida. El apasionante viaje de la contemplación; la aventura de la exploración/imploración del mundo que construyes cada día, dentro y fuera; la identificación de los enemigos de la trama (los engaños) y de tus aliados (los chicos buenos de la película, esos pensamientos que te señalan el camino del bienestar profundo y definitivo).
El desafío de seguir el camino adecuado, aunque no sea el más fácil. La heroicidad de ser quien eres, el potencial más alto, actuar como si ya fueras quien llegarás a ser.

La vida es dinámica, no deja de estar en movimiento.

Tengo que reconocer que, en la educación, siempre he puesto el énfasis en potenciar la creatividad:
exprésate, descubre quien eres, sé quien eres, construye la vida que quieres vivir.
Pero ningún libro, ninguna pintura, película, obra de teatro, fotografía, ningún poema vale lo que vale tu vida.
Ninguna obra de arte llegará nunca a acercarse a la obra de arte de tu propia vida.
Da igual si haces libros, películas, cuadros, fotografías, casas, ciudades, canciones, pan, zapatos o poemas. Tu obra más importante será siempre tu propia vida; la aventura más apasionante, el reto más significativo.


Ninguna película de acción o suspense
alcanzará
la tensión
de la identificación de tus engaños,
de las luchas con tus propias tendencias destructivas y creencias saboteadoras,
o la plenitud de
la conquista
de nuevos estados de conciencia:
el amor,
la vacuidad,
el gran gozo definitivo.

3 comentarios:

  1. Me encanta la idea. Pero, ¡qué poco creativa soy a veces!

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  2. En realidad la creación la estamos haciendo siempre, en todo momento. La cuestión es si la hacemos conscientes de que somos l@s autor@s o la vivimos de una forma pasiva. Si le ponemos entusiasmo, valentía, heroicidad o vamos escribiendo un guión aburrido y deprimente que genera más aburrimiento y sufrimiento para el futuro.
    Cada mañana cuando me levanto (y también cuando me acuesto) recuerdo que está en mis manos escribir la película que quiero vivir.

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  3. A propósito, Emi, pásate por el blog de Marina. Te gustará su última entrada sobre la felicidad.

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