Por qué sufrimos?
El budismo responde que la única causa es interna, no externa:
la manera en que reaccionamos a las cosas, dirigid@s por nuestras perturbaciones mentales, nuestros engaños.
El budismo responde que la única causa es interna, no externa:
la manera en que reaccionamos a las cosas, dirigid@s por nuestras perturbaciones mentales, nuestros engaños.
Lochani dice:
quieres ser feliz
sin abandonar
los pensamientos que destruyen
tu felicidad
y eso no es posible.
Lo que más te hace sufrir es tu obsesión
por el bienestar.
Lochani nos confronta con una realidad ineludible:
Quieres ser feliz en el samsara, y eso no es posible.
(Samsara es una manera de mirar la vida, de relacionarse con la vida. Una actitud. Una mente perturbada).
Lo que más sufrimiento te causa es dar por hecho que todo te tiene que salir bien aquí, en este mundo. Siempre.
Que puedes tenerlo todo controlado a tu gusto y a tu favor.
Que las personas que te rodean van a ser como tú quieres y hacer lo que tú quieres.
Que el universo tiene un plan perfecto para que todo cuadre en tu vida. En todo momento.
Y no es así.
Y esperar que sea así, lo único que te garantiza es una sucesiva cadena de frustraciones, enfados, sufrimiento.
Lo cierto es que en este mundo y en la realidad humana que vives, todo es muy frágil. Tu cuerpo es frágil, las situaciones de riesgo de accidentes, enfermedades y muerte son innumerables. El equilibrio familiar, profesional, con l@s amig@s, en cualquier tipo de relación, es muy frágil. Especialmente si las personas implicadas están dirigidas por el egocentrismo y el empeño en que las cosas sean exactamente como cada cual quiere que sean.
Poco racional, si tenemos en cuenta que los deseos de cada cual difieren, porque todos ellos están dirigidos por su propio egocentrismo.
No te engañes: lo que más te hace sufrir es ese deseo equivocado, imposible, de querer controlarlo todo, que todas las cosas que pasen en tu vida sean exactamente como tú quieres que sean.
Lo que más te hace sufrir es tu obsesión por el bienestar.
Lochani nos confronta con una realidad ineludible:
Quieres ser feliz en el samsara, y eso no es posible.
(Samsara es una manera de mirar la vida, de relacionarse con la vida. Una actitud. Una mente perturbada).
Lo que más sufrimiento te causa es dar por hecho que todo te tiene que salir bien aquí, en este mundo. Siempre.
Que puedes tenerlo todo controlado a tu gusto y a tu favor.
Que las personas que te rodean van a ser como tú quieres y hacer lo que tú quieres.
Que el universo tiene un plan perfecto para que todo cuadre en tu vida. En todo momento.
Y no es así.
Y esperar que sea así, lo único que te garantiza es una sucesiva cadena de frustraciones, enfados, sufrimiento.
Lo cierto es que en este mundo y en la realidad humana que vives, todo es muy frágil. Tu cuerpo es frágil, las situaciones de riesgo de accidentes, enfermedades y muerte son innumerables. El equilibrio familiar, profesional, con l@s amig@s, en cualquier tipo de relación, es muy frágil. Especialmente si las personas implicadas están dirigidas por el egocentrismo y el empeño en que las cosas sean exactamente como cada cual quiere que sean.
Poco racional, si tenemos en cuenta que los deseos de cada cual difieren, porque todos ellos están dirigidos por su propio egocentrismo.
No te engañes: lo que más te hace sufrir es ese deseo equivocado, imposible, de querer controlarlo todo, que todas las cosas que pasen en tu vida sean exactamente como tú quieres que sean.
Lo que más te hace sufrir es tu obsesión por el bienestar.
Lo que más te hace sufrir es tu obsesión por no sufrir.
Buda dice: Relájate, hijo mío, y acepta las cosas como son, porque no puedes cambiarlas.
Te enfrentas a efectos de causas anteriores, y eso ya ha pasado.
Lo que sí puedes hacer ahora es aceptarlas con paciencia y crear causas beneficiosas que tendrán efectos beneficiosos.
Te enfrentas a efectos de causas anteriores, y eso ya ha pasado.
Lo que sí puedes hacer ahora es aceptarlas con paciencia y crear causas beneficiosas que tendrán efectos beneficiosos.
Lo único que depende de ti ahora es la manera en que decides reaccionar:
Puedes elegir entre el enfado, odio, orgullo, resentimiento, victimismo…
o bien, puedes aceptarlas con paciencia, amor y alegría,
y aprovechar tu oportunidad de crear causas beneficiosas para efectos posteriores.
Sé feliz practicando la paciencia
voluntariamente
y con alegría.
Quieres ser feliz cambiando todo lo que te rodea, una y otra vez
voluntariamente
y con alegría.
Quieres ser feliz cambiando todo lo que te rodea, una y otra vez
(a las personas, las situaciones),
lo cambias todo excepto
los pensamientos que destruyen tu felicidad.
Y ése no es el camino.
Lochani dice que la diferencia entre una persona espiritual y otra que no lo es reside en que la primera se esfuerza por cambiar su mente (destruyendo las perturbaciones egoístas) y la segunda sólo busca estar bien, aún esclava de su adicción al bienestar (que, inevitablemente, será causa de nuevos sufrimientos, antes o después).
La consigna de una persona espiritual podría ser: Sé feliz y haz feliz a los demás.
Sé feliz.
Cómo?
(Buda nunca nos deja colgados, dice Lochani: nos muestra el camino y, seguidamente, nos ofrece el vehículo).
Practicando la paciencia.
Cómo?
Acepta lo que es,
voluntariamente
y con alegría.
Y haz felices a los demás.
Cómo?
Con amor.
Ese amor que te lleva a cuidarles,
a recordar que tienen derecho a la libertad y a su propia felicidad
y te induce a cambiar para ayudarles mejor.
La consigna de una persona espiritual podría ser: Sé feliz y haz feliz a los demás.
Sé feliz.
Cómo?
(Buda nunca nos deja colgados, dice Lochani: nos muestra el camino y, seguidamente, nos ofrece el vehículo).
Practicando la paciencia.
Cómo?
Acepta lo que es,
voluntariamente
y con alegría.
Y haz felices a los demás.
Cómo?
Con amor.
Ese amor que te lleva a cuidarles,
a recordar que tienen derecho a la libertad y a su propia felicidad
y te induce a cambiar para ayudarles mejor.
Hola:
ResponderEliminarNo soy experto en la materia, pero me alegro que haya reflexiones de este tipo.
Estando de acuerdo en el fondo y en la forma, aportaría un dato: Creo que el ser humano puede llegar a esatr cansado incluso, de sufrir.
Por ello, es posible que sean humanos el malhumor, las pesadillas y cualquier hecho que no seamos capaces de dominar.
Y concluyo: Quizás por eso, ser feliz sea tan difícil -incluso que no exista la felicidad- y, mucho más, hacer felices a los demás. Al final, se te queda la cara de puerta descolgada, o "descorgá", como decimos por aquí.
Hay mucho hijo de su madre por ahí afuera.
Te lo digo yo, que soy compañero de Job, el que se rascaba sus heridas con una teja.
Un saludo y enhorabuena,
1755isla.
Bienvenido José Enrique.
ResponderEliminarYo tampoco soy una gran experta (sólo una estudiante, ya sabes) pero coincido contigo en que es humano el malhumor, y también las pesadillas y el enfado y los malos rollos.
Pero el budismo considera que el ser humano puede mejorar, e incluso puede "despertar".
(Y es cuando deja de ser humano para ser despierto).
Rabjor menciona a menudo la letra de Alaska: "Yo soy así y así seguiré, nunca cambiaré", con ternura y un poquito de compasión (budista) al mismo tiempo.
Cuando me hablas del cansancio, incluso de sufrir, recuerdo una entrevista a un conocido sociólogo, hoy fallecido, en la que tratábamos, entre otras cosas, el tema de la incomunicación entre géneros.
Una vez fuera de micro, le pregunté: ¿pero nunca nos vamos a cansar de los malos rollos y de sufrir tanto?
Me miró desconcertado y me dijo: ¿Tú te has cansado?
Resoplé: Síííí!!!!
¿Y ya no sufres?, me preguntó.
Sí... -reconocí.
Pero le dura menos -añadió una amiga presente.
Y por menos cosas.
Y menos intensamente.
Nos reímos los tres.
La cuestión es cansarse de sufrir por tonterías
y empezar a reducirlo.
Cómo?
Cambiando nuestra manera de pensar.
Casi hasta el punto de reprogramar nuestra mente.
Marié, tengo que agradecerte esta entrada muchísimo, por el momento que estoy viviendo. Buda y yo debimos tener algo que ver en otras vidas, claro que él se quedó con mucho más que yo, pero es que su filosofia en este tema que estás tratando, corresponde a lo que yo pienso.
ResponderEliminarLo que pasa que en momento puntuales es muy dificil reaccionar con tanta paz y tanta claridad, pero después del primer impulso y cuando recapacitas dices : "las personas que te rodean no van a ser como tu quieres y hacer lo que tu quieras", claro que a veces no es que hagan lo que tu quieras es que hacen cosas contarias a las personas de bien y entonces como se acepta eso? pues diciendo "Acepta lo que es voluntariamente y con alegría", bueno a veces no hay mas remedio que aceptar, pero tanto como con alegria...?
La frase que he leido en tu entrada ..."Lo que más te hace sufir es ese deso equivocado, imposible, de querer controlarlo todo" esta si que me la tengo que grabar a fuego e intentar justamente lo contrario, controlarme solo a mí misma y que los demás hagan lo mismo.
Gracias por hacerme reflexionar, sobre todo cuando los haces tan sencillamente como esta vez, ya sabes la mente del principiante que he leído que es "shoshin", ¿es así?.
Creo que como siga así voy a dejar de ser principiante, jajajaj
Esa frase que tú te quieres grabar a fuego, maripili (lo que te hace sufrir es tu deseo imposible de querer controlarlo todo), también es muy personal para mí -y luego me di cuenta de que mi caso no era nada especial; me creía muy especial y con mucha fuerza y poder, y luego te das cuenta de que eres un calco de un montón de seres que se sienten igualmente orgullosamente "especiales".
ResponderEliminarPero la verdad es que creo que hay mucha más fuerza en aceptar a las personas y las situaciones que en la fantasía de poder y control.
¿Por qué digo (bueno, lo dice Buda) aceptar... con alegría?
(Lochani hace un silencio de suspense cuando lo dice en sus clases, y mira las caras de los presentes, -¿con alegría? ¿hay que pedir tanto?- y se echa a reír).
Con alegría, para empezar, por el hecho de afrontar la situación como una oportunidad de práctica y crecimiento. Lo pasas mal mientras dura, y qué? pero sabes a priori que de ahí vas a salir más fuerte, paciente, humilde, amorosa, grande.
Es fácil creer que una es paciente y empática y acepta, cuando las cosas salen más o menos como queremos. La prueba del algodón se presenta cuando no es así, epecialmente cuando es absolutamente contraria a nuestros deseos; cuando los acontecimientos de la vida (y la gente que más queremos y queremos "proteger") parece que se empeñen en molestarnos, fastidiarnos, hacernos daño... -o hacerse daño, lo que es igual.
Creo que cuando empiezas a mirar a tu enemigo como tu maestro (cuánto voy a aprender de aquí) el dolor se reduce tremendamente y nos da fuerzas para hacer lo que tenemos que hacer.
Por el contrario, el dolor a veces nos llena de tanto miedo que nos acobarda y nos inmoviliza y nos arrebata el coraje para la acción.
Marié, ¡cómo me gustaría aprender a aceptar lo que me rodea sin intentar manipularlo, sin pretender cambiarlo! Me parece una labor de titanes. Tú lo has dicho: "hay mucha más fuerza en aceptar a las personas y las situaciones que en la fantasía de poder y control." Sin embargo, el camino se me hace tan largo que me da pereza mental iniciarlo. Es como soñar con lograr la perfección. Me resulta difícil creer que un día seré capaz de renunciar a juzgar, a no enfadarme, a no volcar mi ira interior contra aquél que yo creo me busca las cosquillas. Sería tan deseable, pero... nadie me reconocería, y, en el mejor de los casos, si lo consiguiera por algo más que un instante (a veces lo logro) volvería a las andadas. Son demasiados años de malos hábitos, demasiados años caminando por el camino equivocado.
ResponderEliminarYo creo que, de momento, la perfección no importa, Emi, lo que importa es el paso a paso.
ResponderEliminarO importa como importa cuando nos planteamos cualquier objetivo (hacer una carrera, crear una familia), y por mucho esfuerzo que requiera no nos desanimamos.
Pues lo mismo con el crecimiento.
Qué te voy a contar yo a ti, Emi.
Aunque juegues a deformar los espejos, quienes te conocemos sabemos como eres.
De todas formas, tienes razón: Son demasiados años de malos hábitos, demasiados años caminando por el camino equivocado.
Pero, como dice Rabjor, cambiar la "mente ordinaria" por la mente del bodisatva, ese rito de paso, no requiere de grandes y complicados rituales sociales (como las bodas, bautizos, etc.) sino de una simple meditación profunda y sincera en la que una decide empezar a ver a los demás seres, al menos, como iguales.
Y a partir de ahí todo cambia.
Si, y también tendríamos que relativizar nuestros sufrimientos, la mayoría de las veces son insignificantes.
ResponderEliminarHoy me pasaron un video que es toda una lección. Una anciana mejicana de 83 años, cargando a cuestas a su nieto con parálisis cerebral para llevarlo a una clínica, dónde hace recuperación.
La mujer no medirá mas de 1,60m y el nieto tendrá entre 12 y 14 años y ya es mas alto que ella.
La mujer después de darle el desayuno y arregrarlo lo carga encima suyo baja unas escaleras y lo deja suavemente en una silla de ruedas, sale de su casa baja 4 o 5 peldaños con la silla y espera a un autobús en la calle, carga con el niño para subirlo al autobús y después la silla, hace esto con dos autobuses mas hasta llegar a la clínica.
La mujer le pide a Dios que no le fallen las fuerzas para poder seguir cuidando a su nieto que quiere con locura.
Después de ver esto, siento que no tengo derecho moral a quejarme, a sufrir sí, porque es inevitable, pero, ¿qué importancia tienen mis pequeños sufrimientos?
Es entrañable la historia que cuentas, George.
ResponderEliminarEn los países más pobres hay grandes historias de heroínas y héroes
y, tienes razón, aquí solemos ahogarnos en un vaso de agua.
Como por ejemplo, el gran sufrimiento de esta crisis que no nos permite seguir consumiendo imparablemente, como hasta ahora,
sin pensar en lo que está suponiendo en otros países, que la crisis de los alimentos está matando literalmente de hambre a la gente (especialmente a las personas mas débiles, como criaturas y personas mayores) y está dejando a las mujeres solas, a su cuidado.
O la jornada de una mujer de... el norte de Burkina Fasso, por ejemplo, donde se levantan al amanecer y se les va la mañana sólo en conseguir un cubo de agua para su familia, del pozo más cercano.
Y en un escenario como éste te encuentras, de repente, con la foto de una mujer que está amamantando al mismo tiempo a su hijo y a una cria de... mico (no sé qué especie) que ha sido abandonada por su madre al nacer por ser albina.
Ves a una mujer africana compartiendo la leche de sus senos entre su hijo y una cría de mico (o lo que sea) abandonada, salvando la vida a un mico con lo único que tiene, que es su propio cuerpo.
Para mí, una imagen viva de compasión hacia todos los seres.
De todas formas, yo creo que todo el mundo compartimos la experiencia del sufrimiento, en mayor o menor medida. Y el sufrimiento es el mismo.
Y creo que cuando me toca, por pequeño que sea, es una oportunidad inestimable para conectar con el sufrimiento del mundo.
No creo que sea necesario dejar de reconocer nuestro propio dolor porque nos parezca pequeño en comparación -lo digo porque yo he cometido ese error durante mucho tiempo, como si reconocer el propio sufrimiento fuera vergonzoso, casi pusilánime.
Todo el mundo tiene asignado un espacio de dolor y, por pequeño que sea, es algo por lo que hay que pasar.
Y transformarlo en conexión y compasión, si somos capaces.
Es un gusto volverte a tener por aquí, George, compartiendo tu práctica y tus realizaciones.
George, acabo de ver el vídeo del que me hablas, enviado del centro Mahakaruna.
ResponderEliminar(Sincronía, casualidad, o es que has sido tú mismo quien me lo has enviado?)
Impactante. Entrañable.
Qué lección de amor.
Lo tengo como documento adjunto. Si tienes el link y puedes ponerlo aquí, para compartirlo, te lo agradeceremos.
Un abrazo.
Hola Marié,
ResponderEliminarEnvío el link dónde puede verse el video: http://facetas.wordpress.com/2008/07/29/margarita-rojas-juarez-para-servir/
Kaplan.
Gracias Kaplan.
ResponderEliminarOs animo a mirar el vídeo,
merece la pena -y nunca mejor dicho.
La felicidad son momentos... tambien es un camino. Solo desde una actutud sincera con uno mismo se puede quiza llegar a ser menos infeliz...
ResponderEliminarBonitas reflexiones las tuyas.
Besos.
JM
El video, después de hacerme llorar, me ha abierto un chorro de agradecimiento y alegría difícil de entender.
ResponderEliminarQué bonito eso que dices, Emi.
ResponderEliminarDicen que la compasión es así.
Yo muchas veces me dejo arrastrar por la tristeza o por el dolor.
Pero dicen que es más bien alegría y agradecimiento.
No lo pierdas.
Medita en eso que sientes, es precioso.
Gracias otra vez por compartir, Kaplan.
La sinceridad, la autenticidad.
ResponderEliminarEsa es la prueba de fuego, no JM?
¿Por qué agredecimiento? ¿Por qué alegría?
ResponderEliminarHablo por mi: Agradecimiento porque gracias al ejemplo de Margarita Rojas podemos relativizar y minimizar nuestro propio sufrimiento; si cuando tenemos un leve inconveniente en nuestra vida que normalmente nos hace sufrir (problemas de pareja, económicos...)nos acordamos de la historia de esta mujer, probablemente seremos capaces de aceptar nuestro sufrimiento.
Por ejemplo, si tienes problemas económicos puedes pensar lo siguiente:
" Pero ahorita ya tengo 16 años con él.
Cayendo y levantando; pidiendo regalado: una papa, una zanahoria.
Pero así lo levanté: con molleja, con hígado, con arrosito."
Margarita Rojas Juarez.
Alegria, porque el ejemplo de Margarita te hace entender que las situaciones no son por si mismas causa de sufrimiento. En su caso su difícil situación es causa de alegría.
Creo también, como apuntaba Marié que esa alegría viene de la compasión que siente por su "hijo" que a su vez surge del amor.
Gueshe-la nos dice que ese amor, el de una madre por su hijo lo podemos cultivar en nuestro interior incluyendo poco a poco a mas gente, hasta generar este amor por todos los seres, de ahí surgirá la Compasión Universal.
Kaplan.
Gracias por compartir tu reflexión, Kaplan. Es una inspiración.
ResponderEliminar"En su caso, su difícil situación es causa de alegría".
Qué sabiduría, no?, si fuéramos capaces de convertir todas las situaciones difíciles (o al menos algunas) en causa de alegría.
Y qué desperdicio no hacerlo...
Hola marié, con mucha atención e visto tu blog, realmente me tope con el por un azar oportuno, en este momento me encuentro en uno de los peores momentos emocionales de mi vida, fuí cristino... aún creo en dios... me cansé de tanta mentira en cuanto a la institución en si misma. Me siento bastante perdido en cuanto a tener un sentido de vida, personalmente e intentando buscarlo en la observación y la reflexión, pero no e logrado mas que transformarme en un ser profundamente egocéntrico, como tu dices "creo tener un futuro, creo en la causalidad y que tendré el futuro que yo quiero"... pero eso no es así... y por eso cada vez que no ocurre lo esperado me frustro.
ResponderEliminarMe parecen súper interesante tus reflexiones, ya que mi mente esta contaminada con la competitividad, el egoísmo, el desearle mal a los otros, la sociedad me empuja a ser uno mas de ellos una oveja aplastada entre miles que lucha por llegar primera.
No quiero ser mas esa oveja, me gustaría ver mas aya de lo superfluo del mundo, quiero dejar de odiar, siempre se habla de la autoestima que hay q quererse primero para querer a los otros.
Es difícil aceptar la parte de dolor que me toca cargar en esta vida, me sensibiliza ver videos como este de la abuelita, pero en el momento de que me pasa algo, se me olvida todo el sufrimiento del mundo y me importa solamente el mío.
Un gusto encontrar este espacio... quizas el budismo podria ser una señal... cuidense todos, adios.
Un gusto tenerte por aquí, Daniel.
ResponderEliminarDe hecho, haces reflexiones muy valientes que no todo el mundo se atreve a reconocer.
Hace un rato, uno amigo se quejaba mucho de que no tiene tiempo...
Al final, dije medio en broma: unas 24 horas al día, no? como casi todo el mundo.
Luego ocurrió algo parecido con los gravísimos problemas de su vida (no me malinterpretes, tiene un buen trabajo, gente que le quiere, una magnífica casa, etc.)
Quise recordarle que no está solo, compartimos la naturaleza humana de creer que lo que me ocurre a "mí" es gravísimo, sin tener en cuenta que delante tenemos a otro ser humano con sus propios dramas personales, en mucho casos peores.
No todo el mundo puede oír esto.
A menudo, algunas personas se enfadan si les recuerdas que no son las únicas que tienen cuerpos humanos y problemas humanos, calcados a los de millones de iguales.
No estamos solos.
Y recordarlo no es un ataque ni una falta de empatía.
(Rabjor dice: si quieres ser un buen amig@ espiritual, cuida a tu amig@, pero no a sus perturbaciones mentales.)
En realidad, es un bálsamo contra el maltrato del egoísmo.
Creemos que nos protege y lo protegemos a muerte, pero en realidad es nuestro peor enemigo.
Tú ya has empezado a desenmascararlo.
Enhorabuena.
En las clases siempre comentamos que està bien cuidarse a si mismo però no desde una motivación egoista:
ResponderEliminar" Yo tengo 63 años, Dios no lo permita, me vaya yo a caer, me fracturo, pués mi niño se quedaría sin terapias, mi niño se quedaría sin atención, pués porque yo no podría maniobrar con él.
Me hace sentir fracasada, lo que yo he soñado para mi niño ya no lo voy a poder hacer.
Pero si yo no salgo el no va a salir adelante tampoco.
A no ser que le mueva el alma a nuestro señor, que yo le he querido mucho, le quiero, que se apiade de mi que le ponga un ángel que se apiade de el.
Margarita Rojas.
Sin ningún genero de dudas, El Señor ya le ha puesto un ángel que viene cuidando a Othón desde que nació.
Sí, es un ángel.
ResponderEliminarEs muy afortunado Othón por tener alguien así en su vida.
Y también es muy afortunada Margarita por sentir lo que siente.
Una vida dura, sin duda, pero muy llena de amor, sin duda también, y eso le da mucho sentido y alegría.
Esta mujer nunca se va a deprimir ni va a tener tentaciones de suicidio.
Tiene la mente demasiado ocupada en otras cosa que no son su propio ombligo.
"Pero si yo no salgo el no va a salir adelante tampoco."
Por eso se va a cuidar a sí misma.
Cuando se es así, se vive así en las pequeñas y en las grandes cosas. Sin excusas.
Es una manera de vivir.