viernes, 3 de febrero de 2023

La ignorancia y la sabiduría del Dharmadhatu.

 


Lo interesante de los arquetipos en general, y de las familias de Budas en particular,
es que encuentras una tendencia dolorosa, o bien reconfortante,
cualquier hábito o predisposición personal,
y te conduce a ver automáticamente toda una gama de luces y sombras
que habitan el mismo camino.
Una sombra siempre implica que la luz coexiste,
al mismo tiempo y en el mismo lugar.
De hecho, nacen al mismo tiempo.
Lo llaman coemergencia.

Pongamos por caso que sientes una ligera tendencia a "no-hacer".
Por detrás encuentras, o lo atribuyes, quizás,
a la falta de interés, la indiferencia,
la ausencia de sentido de las cosas. La desidia.
En algún momento podrías llegar a considerar incluso un leve síntoma de depresión.
Es una manera de verlo.



Pero podría ser también que en un momento dado te sientas bendecida
por la llamada a la contemplación
(la otra cara del "no-hacer")
y la experiencia de plenitud
que, sin esfuerzo y sin buscarlo, invade tu ser.
Contemplas las apariencias como un sueño,
como un océano generoso
en el que se manifiesta naturalmente el cuerpo de Dios.
Tú misma también parte de ese Cuerpo
en el que te diluyes de manera natural, sin elección alguna.

Lo que en un instante puedes considerar como indiferencia,
pérdida de la pasión, de la ilusión,
en otro momento aparece como la ecuanimidad que todo lo abraza.
El amor inclusivo, la plenitud.
La realización
definitiva (o no)
de la vacuidad.

El arquetipo es el mismo.
En este caso lo llaman "la ignorancia
y la sabiduría del Dharmadhatu".
De la familia de Buda. Representado en Vairochana. 

El arquetipo es el mismo,
en el que la ignorancia/indiferencia sería la expresión neurótica
y la sabiduría del Dharmadhatu/vacuidad es la manifestación iluminada.
Dos caras de lo mismo.



El camino es el mismo, habitado de un paisaje de luces y sombras.
A veces cobra fuerza la hipnosis de separación
y el sentimiento de amenaza que supone "lo otro".
Y el miedo.
Y suena esa voz mundana que dice que no eres nadie,
no haces nada, nada que aportar
en una vida mediocre,
no eres importante, 
desaprovechas la vida,
como un cadáver ambulante.
Puedes ser tan dura como te lo permitas.
En budismo se considera la manifestación neurótica del arquetipo,
la ignorancia de la indiferencia,
la desidia, la falta de interés.
Pero ésa es solo la sombra de la luz.

Generalmente no se da un arquetipo al cien por cien
y ninguna persona es un cuadro de blancos y negros.
Más bien se manifiesta una gama de grises en las sombras
y también un abanico de variadas luminosidades.

En ocasiones sientes que andas dando tumbos 
(entre luces y sombras,
del automenosprecio al orgullo divino
de la disolución).
Pero al final da igual.
Porque cualquier manifestación forma parte de lo mismo.

Y lo mismo con el resto de los arquetipos.




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