sábado, 22 de junio de 2019

La vida sagrada.








No hay separación.
No está el mundo a un lado y Dios al otro.
O lo sagrado.
Todo es una manifestación de Dios.
Todo es sagrado.
La compañía del amigo,
sus palabras como un ungüento reparador.
Y también el dolor,
y quien parece que lo causa.
El relato que te duele también es sagrado.
El miedo al sufrimiento de la persona que amas
también es sagrado.
El dolor
del dolor de la persona amada,
sagrado.
No hay nada que rechazar.


"La vida siempre nos da exactamente la enseñanza y la guía
que necesitamos en cada momento.
Esto incluye cada mosquito,
cada contrariedad,
cada embotellamiento de tráfico,
el compañero de trabajo difícil,
cualquier enfermedad,
cada pérdida,
cada momento de alegría
o de depresión,
cada adicción, cualquier apego,
cada resto de basura,
cada respiración.
Cada momento.
Cualquier momento
es el guru.

(Charlotte Joko Beck)







"El desapego respecto a las cosas no significa establecer una contradicción entre las cosas y Dios,
como si Dios fuera una cosa más
y sus criaturas sus rivales.

No nos desapegamos de las cosas para apegarnos a Dios,
sino que nos desapegamos de nosotros mismos
con objeto de poder ver y utilizar
todas las cosas en Dios
y para Dios.

No existe ningún mal en nada creado por Dios,
ni nada procedente de él puede convertirse en un obstáculo
para nuestra unión con él.

El obstáculo reside en nuestro yo,
es decir, en la tenaz necesidad de preservar nuestra voluntad separada,
externa, ególatra.

Nuestro dios reside entonces en este falso yo,
y lo amamos todo por el bien del yo y en función del yo.
Utilizamos todas las cosas para rendir culto a este ídolo
que es nuestra individualidad imaginaria.

Hasta que no amemos a Dios perfectamente,
todas las cosas del mundo podrán herirnos.

Las cosas que Dios ha creado nos conducen a él
y sin embargo al mismo tiempo nos alejan de él.
Nos engatusan y nos frenan en seco.

En lugar de adorar a Dios a través de su manifestación,
andamos siempre de acá para allá
tratando de adorarnos a nosotros mismos
por medio de las criaturas.
Pero adorar a nuestro falso yo
es rendir culto a la nada.
Y la adoración de la nada es la experiencia del infierno."

("El silencio. La dicha".
Thomas Merton)






No hay comentarios:

Publicar un comentario