sábado, 6 de enero de 2018

Después del éxtasis, la colada.






Lo que más le gusta de salir de casa
es el regreso.




A veces, la vida le parece que es como la escuela, literalmente.
Hay un momento en que explosiona un nuevo curso.
Olor nuevo de libros nuevos, materias desconocidas, caminos no andados.
Entonces, miraba los libros en sus manos, como lenguas extranjeras,
"Todo esto me resultará familiar dentro de unos meses,
y ya será parte de mí", pensaba.
Todo este terreno inédito ahora.

La ilusión, la pasión, el entusiasmo ante la aventura desconocida.
Una vez dentro del viaje, la emoción quizás disminuía.
Había que practicar, integrar, "picar piedra", dijo un día la amiga.
Pasado el tiempo, si la maestra lo consideraba adecuado, pasabas de curso.
Y de nuevo la emoción, la ilusión ante el nuevo viaje.
El olor de los libros nuevos, la materia desconocida, como una lengua extranjera.

Y si no era así, tocaba seguir con lo mismo, practicar, hasta acabar de entenderlo,
hasta acabar de integrarlo.




La mujer se quejaba de que había perdido la "conexión".
Como una travesía por el desierto, dijo,
o la noche oscura del alma.
Espera con paciencia, pero qué aburrido es todo!
Repitió la palabra "aburrimiento" varias veces.

La monja la escuchaba y asentía, como si la comprendiera.
A veces vivimos una experiencia como una revelación
y parece que le da la vuelta a nuestro mundo
y a nuestra vida.
Te deja impactada durante un tiempo,
tal vez minutos, quizás horas o días, o incluso meses o años.
Y de repente parece que desaparece la "gracia".
Y queremos otra.
Otra revelación, otra realización, otra lluvia de bendiciones
que llene tu vida de gracia,
la libere de penas
y la llene de amor y alegría.





Y mientras tanto, vivimos una especie de espera,
como si nada tuviera sentido hasta que explosione de nuevo otra realización,
otra revelación que impacte el océano de nuestra vida con sus ondas concéntricas.
Pero no aparece y qué aburrimiento!

Es una forma de vivirlo.






Pero también lo podemos interpretar de otra manera, dijo la monja.
Como cuando entras en un nuevo curso en la escuela, y te apasiona.
Llena tu vida de ilusión.
Y quieres pasar a otro que te induzca, como mínimo, el mismo estado de entusiasmo.
Pero quizás necesitas hacer muchas prácticas para acabar de comprender el tema anterior.
Y no pasamos a otro hasta que éste no esté auténticamente (o mínimamente) integrado y comprendido.

La mujer dijo: Creo que lo entiendo.
Que la vida no es sólo maravillosas experiencias de modificación de la conciencia.
Y ahora me toca "picar piedra".

Depende de lo que quieras decir con "picar piedra", dijo la monja.

Observar mi vida cotidiana, respondió la mujer,
ver si está impregnada por la "revelación".

De qué me sirve, si no, la magnífica experiencia de comprensión,
si no se manifiesta en mi vida diaria?

¿Y esto te resulta aburrido?, preguntó la monja.
A mí me parece apasionante.

Quizás tengas razón, dijo la mujer.

Quizás, coincidió la monja.





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