Mi hijo escribe guiones
para teatro y cine
y luego los pone en escena y los dirige.
También es actor, acostumbrado a representar
cientos de personajes
en su vida.
Como guionista, director y actor, funciones que ocupan explícitamente
la mayor parte de su tiempo,
nos entendíamos bien en aquella comida en el japo, cuando hablábamos de la vida como un sueño. O como una película. O como una representación de teatro en escena.
A veces ensayos que parece que no funcionan, pero forman parte del proceso para acabar de perfilar la obra.
Parecía que nos entendíamos bien al considerar la vida como una película, en teoría, como una metáfora tal vez. Pero cuando yo intentaba convertir la metáfora en una mirada sincera sobre la vida, él empezaba a alterarse.
Que las cosas no existen inherentemente, por su propio lado, tal como las vemos, sino que son una proyección de mi mente, una creación de mi mente...
Qué me estás contando?
Y de qué me sirve a mí todo eso?
A veces, en las clases, o hablando con alguien individualmente sobre la vida o sobre algún problema en concreto, a veces, parece que resulta fácil seguir el razonamiento que te conduce a pensar que las cosas no son como te aparecen, el razonamiento teórico, filosófico, pero llega un punto, a veces, en especial cuando te acercas a aplicar el razonamiento a una situación en concreto, a un drama en concreto, en tu vida concreta, puede ocurrir que entonces una se rebote, y se altere,
de qué me sirve a mí todo eso?...
Gen Kelsang Norbu es el maestro residente del Centro Budista Drolma en Fort Lauderdale, Miami, y ayer lo explicaba con una claridad cristalina en su clase en Coconut Grove
sobre la vacuidad de los fenómenos.
Si creemos que las cosas (las situaciones, las personas) existen ahí fuera, por su propio lado, completamente independientes de mí, de mi mente, de mi mirada,
cuando me enfrento a un problema, a una situación difícil, a algo que me desagrada,
entonces es muy poco lo que yo puedo hacer para resolverlo. Si creo que las cosas son como yo las veo, independientemente de mi mirada.
Es muy poco lo que yo puedo hacer para cambiarlo, para incidir en ello.
Pero si empiezo a creer que lo que yo veo, la situación que aparece ante mí, está relacionada conmigo, con mi mirada, con mi mente,
entonces, puedo cambiar la situación cambiando mi mente.
Y dejo de ser una víctima en un mundo injusto para convertirme en el creador o creadora de mi propia vida, de mi mundo, de mis experiencias personales.
De qué te sirve comprender la vacuidad de los fenómenos (ese tema que te resulta tan arduo, a veces, tan surrealista y raro, casi esotérico)?
Porque comprenderlo te libera
Dejas de ser un esclavo del guión kármico de tu vida para convertirte en el guionista y director, representando el personaje que deseas.
Porque puedes empezar a construir el mundo en el que quieres vivir
y dejar de experimentar ese guión de catástrofes
que te mantienen tan agotado.
Por qué no probar a vivir otra cosa?
No te gustaría
simplemente probar?
Yo ya lo voy pillando. Ése es el milagro del verano en mi vida. Y qué contenta estoy. Eso sí... ¡ojo lo que está costando!... pobre entendimiento mío...
ResponderEliminarEntre un guión abstruso y un director díscolo me debato.
ResponderEliminarYo, el personaje.
Te agradezco...
Ya me contarás, Emi, el milagro de este verano.
ResponderEliminarQuiero decir, que seguimos con ello, no, hermana?
En realidad, PazzaP, yo creo que el personaje puede escribir su propio guión (abstruso o no, a su gusto o necesidades) y dirigirlo, díscolamente, si quiere. O no.
ResponderEliminarO bien dejarse llevar por "los vientos del karma".
No conozco otro aprendizaje más apasionante que la magia que encierra mi propia vida -que es la tuya, porque no hay separación.
beso y feliz y creativo verano.
ResponderEliminarEsto de no identificarse con las situaciones que suceden en tu vida...
sobre todo cuando toca "fuerte"...,
Cambiando la mente ...cambia la situación!!!
Uffff Marié , cuanto cuesta llevarlo a la práctica.
A experimentar.
Abrazos.
En ello estamos.
ResponderEliminarabrazo.