domingo, 13 de febrero de 2011

El lenguaje bocina.





















En una de las confrontaciones, suaves, con mi hija (hace ya algún tiempo), observaba cómo se disparaba con el clásico
tú (tienes la culpa),
tú (me haces sentir),
tú (me has enseñado... mal),
tú, tú, tú...
Le dije: a eso le llaman "el lenguaje bocina".
Ella dijo: no te inventes lenguajes; eso no existe.
Y nos echamos a reír.

Ayer tuve una comida fabulosa, como siempre, con mi hermano del alma.
Cuando caminábamos hacia el metro, a punto ya de despedirnos,
él decía,
sólo me importa, de verdad, tres cosas en la vida:
mi hija,
mi hijo
y la tercera es
mi crecimiento personal, mi crecimiento espiritual, mis realizaciones, mi práctica, mi...
mi... mi... mi...
Entonce se calló un momento y me miró:
qué mal suena esto, no? mi, mi, mi, mi...
Creo que es la otra versión del lenguaje bocina, dije,
y nos echamos a reír.

Es lo mismo. Dos caras de lo mismo.
Del yo.

Yo.
Mi (vida), mis (intereses), mi (punto de vista), mis (ideas), mis (razones), mi (crecimiento), mis (proyectos),
mi, mi, mi, me, me, mec, mec, mec...

Y
tú (tienes la culpa), tú (interfieres en mis proyectos), tú (me complicas la vida), tú (me lo pones difícil), tú (me haces sentir mal), tú (eres un estorbo), tú (eres desconsiderada, egoísta...),
tú, tú, tú, tuc, tuc, toc...

Cambia el tono del claxon pero es el mismo lenguaje bocina.




Y cuando
lo ves
(lo oyes)
y te ríes,
has empezado
a despertar
un poco.


















El lenguaje bocina sí existe;
sólo tienes que escuchar
a tu alrededor
y escuchar
te.


Despertar con una carcajada o

la carcajada del despertar.

Leí en un cuentecito zen que un maestro muy serio y muy disciplinado, un practicante sincero y abnegado, un día, mientras meditaba, empezó a reír,
se levantó carcajeándose como un loco
y dicen que todavía sigue por ahí,
partiéndose el pecho.







Le dije a mi amigo:
quizás la iluminación no sea más que eso,
una explosión
de risa.
Una sonora carcajada que rompe,
que hace añicos
todos los esquemas
previos.

Tanto sufrir por naderías
cuando puede que todo
lo que hay detrás
de nuestra complicada experiencia como una montaña rusa,
en realidad no sea más
que
una explosiva risa
de amor.


6 comentarios:

  1. Fantástica, preciosa reflexión. También he tenido a veces fogonazos de que todo el dolor que nos provocamos es una chorrada.

    Persistimos en seguir representando el papel en el drama a pesar de estos fogonazos de luz, ¿pero por qué?

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  2. Bonita reflexión la tuya, también,
    abeja reina.

    Que por qué persistimos en sufrir
    a pesar de saber que es un invento,
    un espejismo?...
    A lo mejor (o peor) porque se nos olvida.
    Porque tenemos mala memoria.

    Según el punto de vista budista, todo eso
    (esas apariencias de dolor y esas experiencias de dolor) surgen por el karma
    (la consecuencia de causas anteriores, viejos hábitos).
    Y ahí seguimos, repitiendo pautas por la fuerza de la costumbre.

    Y de repente, un fogonazo
    nos hace ver el error.

    Pero se nos olvida
    y vuelve la vieja inercia.

    Por eso en budismo se dice que es tan necesario proteger las realizaciones,
    los fogonazos de luz.
    Protegerlas,
    recordarlas,
    volver a ellas.
    Hasta que se queden para siempre,
    como una segunda piel
    o unas gafas de sabiduría.

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  3. Me acabas de recordar una frase atribuida a Dovstoieski, citado por Paul Watzlawick, que dice "El ser humano es infeliz porque no sabe que es feliz" Me parece de una sencillez abrumadora, y a la vez es como un muro enorme frente a nosotros.

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  4. Muy buena frase, sí.

    En un reportaje de fin de año
    se le preguntaba a la gente sus deseos para el año nuevo y aparecían propósitos e intenciones de todos los tipos -adelgazar, dejar de fumar por fin, que se acabe la pobreza, que se erradique de una vez por todas el bullying en la escuela, que haya paz en el mundo...
    Un monje de sonrisa apacible dijo: que cada persona en el mundo descubra que ya es feliz.

    Dovstoieski y Paul Watzlawick estarían de acuerdo.

    Y creo que nosotras también.

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  5. Gracias Marié...!!
    Acabo de ver un anuncio que dando la vuelta al móvil se puede silenciar... Ojalá pudiera con un simple gesto silenciar mi ruido interno...
    Me ha encantado esa frase "El lenguaje bocina sí existe; sólo tienes que escuchar a tu alrededor
    y escuchar-te."

    ¿Y si dejamos de dar tanto crédito y tanto peso a nuestros "mis"? ¿Quizá un poquito más de libertad mental...?

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  6. Ojalá pudiera con un simple gesto silenciar mi ruido interno...

    Sí, hadania, éste es el reto de casi todo el mundo; por la propia naturaleza humana, sí, pero también porque accedemos a seguir la tónica de una cultura llena de estímulos y distracciones y agendas a tope y autoexigencias y estrés...

    Yo creo que podemos aprender a silenciar el ruido interno pero, además de aprender, hay que ponerlo en práctica, todos los días, varias veces al día, y al final puede acabar siendo una habilidad personal de fácil uso.

    Pero para eso, a lo mejor hay que empezar (ponérnoslo fácil) creando espacios de descanso y silencio externo -apagada la tele, la radio, el móvil...
    Que no nos angustie ver la agenda del día o de la semana medio vacía, porque eso significará que la tendremos medio llena para disfrutar de la libertad de sentir la vida, el silencio, la meditación, el amor...

    Hoy por hoy, demasiado de esto quizás nos agobiaría así que, de momento, quizás, la clave está en saber combinar el tiempo para la acción y para la contemplación y el silencio.

    Un beso.

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