Comprendo que esta enfermedad crónica
de quererme a mí mismo
es la causa que produce el sufrimiento que no deseo.
Y ruego tus bendiciones para destruir este gran demonio del egoísmo
que repudio como el objeto de culpa.
No hay diferencia entre yo y los demás
porque nadie desea el menos de los sufrimientos
ni nadie se contenta con la felicidad que posee;
comprendiendo esto,
ruego tus bendiciones para hacer felices
con alegría
a los demás.
es la causa que produce el sufrimiento que no deseo.
Y ruego tus bendiciones para destruir este gran demonio del egoísmo
que repudio como el objeto de culpa.
No hay diferencia entre yo y los demás
porque nadie desea el menos de los sufrimientos
ni nadie se contenta con la felicidad que posee;
comprendiendo esto,
ruego tus bendiciones para hacer felices
con alegría
a los demás.
Probablemente, no hay nada mas difícil que ver a los demás, las necesidades de los demás,los sufrimientos de los demás.
ResponderEliminarQuizás una de las maneras mas efectivas de verlo es a través del propio sufrimiento. Deberíamos entender el sufrimiento propio como fuente de conocimiento que te une y hace comprender a los demás.
Podríamos decir que sin experimentar tu mismo un determinado sufrimiento no puedes comprender con plenitud el sufrimiento del otro.
Imagina que alguien que conoces pierde un hijo. Seguro que eres capaz de generar compasión, però esa compasión será muy diferente si tu mismo has experimentado ese sufrimiento.
Desde este punto de vista el sufrimiento aunque nos duela, o precisamente por eso, tiene buenas cualidades.
Ay, anónimo, qué razón tienes.
ResponderEliminarEl sufrimiento puede, y debe, tener buenas cualidades -de conocimiento, para la compasión y empatía, etc..
De no ser así, que desperdicio de sufrimiento.
Pero no siempre tiene buenas cualidades, el sufrimiento.
ResponderEliminarRecuerdo una difícil crisis con una adolescente. ¿Sabes cuál era la señal, para mí, de que no lo estaba haciendo todo lo bien que hubiera deseado ni la ayudaba como querría?
Que sufría demasiado, yo sufría demasiado.
En esa situación de secuestro emocional, no podía ayudar al cien por cien de mis posibilidaes.
Yo había dejado de ser una base sólida en la que apoyarse.
No sólo no podía ayudarla como quería sino que mi sufrimiento le añadía más culpabilidad de la que ya arrastraba por sí misma.
Cuando me di cuenta y recuperé la fuerza y el control emocional, todo empezó a ir mejor. Ella se liberó de esa parte añadida de su dolor (verme sufrir) y yo pude hacer mi función de referente sano, que era lo que me tocaba hacer.
Sí, Emi, yo creo que sufrir por las personas que queremos no sólo les ayuda muy poco sino que les añade una carga de responasbilidad que no les hace la vida más fácil.
Sí, lo entiendo, Marié. La experiencia que relatas también la he tenido yo, pero todavía no he recuperado el control emocional.
ResponderEliminarGracias por tu empatía. Me sorprende cómo das en el clavo. A veces pienso que sabes más de mi de lo que yo misma te he contado. =)
alguien dijo que no se puede ser valiente si primero no se conoce el miedo.el sufrimiento es el medio incluso la madre de la virtud.Que madre despues de un doloroso parto no llora de emocion y alegria altener en brazos a su hijo.pondria tantos ejemplos con el sufrimiento:bendita herramienta que nos transporta a los logros y virtudes,al conocimiento interior.
ResponderEliminarLos seres humanos compartimos muchas experiencias y lugares comunes (emocionales también), Emi.
ResponderEliminarY tengo la impresión de que tú y yo nos parecemos bastante.
Qué razón tienes, Alfredo. Cómo desarrollar compasión y empatía si antes no hemos pasado por ahí.
Pero si te animas a compartir esas experiencias de sufrimiento de la que hablas, podrían resultar muy ilustrativas e inspiradoras para el resto de personas que pasamos por aquí.
Comprender mejor el sufrimiento (y sus oportunidades) nos da fuerzas para no desanimarnos cuando nos toca fuerte, y aprender a transformarlo.
Si es cierto, la enseñanzas budistas no son algo prefijado, sino que requieren de la dinámica de las situaciones para poder aplicarse.
ResponderEliminarAsí no hay contradicción en decir que el sufrimiento es conocimiento y la causa para generar internamente la mente de compasión, y afirmar que nuestro sufrimiento no ayuda a los demás.
Hay que ver la dinámica de la situación, analizar con detenimiento que es lo que se quiere conseguir.
Si puedes transformar tu sufrimiento en compasión esta bien.
Sería un error aplicar sufrimiento a una situación que requiere lo contrario, como bien ha dicho Marié en su ejemplo.
Las enseñanzas requieren de conocimiento de la situación y la suficiente flexibilidad mental, para evitar errores. De todas maneras, mas fácil de decir que de hacer.
Recuerdo, los años que pasé con mi madre antes de que muriera. Le habían diagnosticado cáncer y la mujer estaba débil y asustada. Yo también lo estaba. Pero én esos momentos pensé que ella no podría soportar debilidad a su lado. Entendí que no era posible, ni práctico, ni útil estar a su lado sufriendo con ella.
ResponderEliminar¿Qué hacer en una situación así? De entrada hay que intentar eliminar el egoísmo para ser de verdad útil y no caer presa del enfado o la depresión. Después ver el sufrimiento de la otra persona, e intentar aligerarlo con sentido del humor y una mente feliz, lo contrario del sufrimiento.
Aquí parece que hay dos alternativas:
1- El sufrimiento de la otra persona te hace generar sufrimiento a tí. Nº de beneficiados= 0=0%
2- Tu felicidad, fuerza y buen humor, hacen generar felicidad,fuerza y buen humor al otro. Nº de beneficiados= 2=100%
Los únicos momentos de sufrimiento que generé durante esos años fueron, cuando surgía egoísmo en mi mente.
Sin el budismo no habría podido generar en mi esa felicidad, fuerza y buen humor que la situación requeria. Así que siempre estaré en deuda con las enseñanzas de Buda.
Sí, George, yo también creo que el dharma es un baúl lleno de recursos y la mejor ciencia de comprensión de la mente que conozco.
ResponderEliminarMás fácil de entender y decir que de hacer, como dices.
Entre otras cosas, porque hemos desarrollado una mente conceptual dual que ve contradicción en casi todo. Y, claro, cuando no nos lo acabamos de creer a un nivel profundo (porque choca con nuestra programación mental), es muy difícil de asimilar, llevarlo al corazón, hacerlo nuestro.
Cambiar algo depende de que sepamos hacer una reprogramación mental completa.
Dices que los únicos momentos de sufrimiento que experimentaste durante la enfermedad de tu madre era cuando surgía egoísmo en ti. Y yo creo que eso es aplicable a la vida en general, a cualquier situación.
Sólo que en situaciones como la que cuentas afrontas la prueba de fuego.
Qué suerte tuvo tu madre de tenerte a su lado.
Qué suerte, tenerte por aquí, compartiendo tu práctica.
La clave está, quizás, en detectar qué es lo que hay que cambiar, a qué nos referimos cuando hablamos de cambiar.
ResponderEliminarY yo creo que, para empezar (por empezar por algún sitio), podemos acostumbrarnos a cambiar el egocentrismo por la estimación a los demás (el amor auténtico, que desea y actúa por su libertad y su felicidad), acabando, tal vez, por percibir las cosas con cierta sabiduría.
Y la sabiduría del dharma nos dice que las apariencias (lo que percibimos como real) son sólo efectos de causas anteriores.
Desde este punto de vista, yo creo que la vida se nos hace más ligera, como si fuera un sueño (quizás lo es), pero reconociendo que todo lo que ocurre tiene su causa. Y que no hay culpables fuera (qué ahorro de energía y enfados, dejar de buscar culpables fuera, para apaciguar y alimentar al ego alterado).
Esta sabiduría del dharma me parece profunda y aún me queda lejos, pero presiento que es un filón que conviene explotar; como el hilo de un ovillo mágico del que merece la pena tirar. Porque al final hay sorpresa.
Fijo.