Emi me habla del estancamiento. Quién no ha pasado por ahí? Quién no está ahí, de alguna manera? Lo cierto es que nos pasamos más tiempo “descansando” que en camino. Las trampas de la complacencia.
Ya es un paso de gigante cuando lo detectas, porque una persona se puede pasar años estancada, sin avanzar, ni en la meditación ni en su vida cotidiana, y no percibirlo.
No avanzar es la señal de que algo no se está haciendo bien. Y las dos herramientas de observación que nos da Rabjor son: la vigilancia y la retentiva mental.
Vigilancia y memoria en la meditación.
Si hablamos de la meditación, la vigilancia es como un espía que la observa (tu concentración, si aparecen pensamientos que no tocan). Cuando te has propuesto un objeto de meditación, la vigilancia mental te avisa de las distracciones y te remite a tu objetivo. Cómo? Con la retentiva mental, que es la memoria de las instrucciones: recordar la contemplación (buscar) hasta encontrar tu objeto y sostenerlo con concentración y unipuntualizadamente.
Con estudio, práctica, vigilancia y retentiva mental, antes o después una acaba saliendo de sus estancamientos.
Vigilancia y memoria en la vida cotidiana.
Pero a veces este estancamiento se produce en tu crecimiento personal y se ve reflejado en tu vida cotidiana. Por ejemplo, la sensación de que últimamente vuelvo a sufrir por cosas que ya creía tener superadas, me enfado más fácilmente, tengo más tendencias egoístas, más exigencias, más necesidad de control, me frustra que las cosas no sean como yo quiero que sean, etc.
El budismo te diría: relájate, te está madurando ese karma (el resultado de alguna acción anterior), échale paciencia. Y utiliza la situación para poner en práctica en la vida cotidiana lo que practicas interiormente en la meditación: paciencia; estimar a los demás (empatía, cambiarse por los demás); tomar y dar (tomar el sufrimiento ajeno y dar amor); aceptar la derrota y ofrecer la victoria (aceptar el dolor y las dificultades del momento con amor y alegría), etc.
Alégrate, porque en este momento (en la dificultad) cuentas con un buen terreno de cultivo para practicar, aprender, interiorizar tu comprensión del dharma y crecer.
Es difícil verlo así en el momento, cuando duele, pero de todas formas va a seguir doliendo (cuando toca sufrir), así que mejor no añadirle más dolor con la resistencia y las pataletas infantiles de “esto no debería ser así”. Si es lo que toca, más vale sacarle provecho para el futuro.
Exteriormente, haz lo que tengas que hacer, con sabiduría (es decir, no desde la visión egoísta), lo que honestamente consideres que sea mejor para todas las partes, pero, interiormente, aprovecha para utilizar la situación como una oportunidad de práctica y aprendizaje.
Te dolerá menos y le dará un sentido al momento difícil.
.
Ya es un paso de gigante cuando lo detectas, porque una persona se puede pasar años estancada, sin avanzar, ni en la meditación ni en su vida cotidiana, y no percibirlo.
No avanzar es la señal de que algo no se está haciendo bien. Y las dos herramientas de observación que nos da Rabjor son: la vigilancia y la retentiva mental.
Vigilancia y memoria en la meditación.
Si hablamos de la meditación, la vigilancia es como un espía que la observa (tu concentración, si aparecen pensamientos que no tocan). Cuando te has propuesto un objeto de meditación, la vigilancia mental te avisa de las distracciones y te remite a tu objetivo. Cómo? Con la retentiva mental, que es la memoria de las instrucciones: recordar la contemplación (buscar) hasta encontrar tu objeto y sostenerlo con concentración y unipuntualizadamente.
Con estudio, práctica, vigilancia y retentiva mental, antes o después una acaba saliendo de sus estancamientos.
Vigilancia y memoria en la vida cotidiana.
Pero a veces este estancamiento se produce en tu crecimiento personal y se ve reflejado en tu vida cotidiana. Por ejemplo, la sensación de que últimamente vuelvo a sufrir por cosas que ya creía tener superadas, me enfado más fácilmente, tengo más tendencias egoístas, más exigencias, más necesidad de control, me frustra que las cosas no sean como yo quiero que sean, etc.
El budismo te diría: relájate, te está madurando ese karma (el resultado de alguna acción anterior), échale paciencia. Y utiliza la situación para poner en práctica en la vida cotidiana lo que practicas interiormente en la meditación: paciencia; estimar a los demás (empatía, cambiarse por los demás); tomar y dar (tomar el sufrimiento ajeno y dar amor); aceptar la derrota y ofrecer la victoria (aceptar el dolor y las dificultades del momento con amor y alegría), etc.
Alégrate, porque en este momento (en la dificultad) cuentas con un buen terreno de cultivo para practicar, aprender, interiorizar tu comprensión del dharma y crecer.
Es difícil verlo así en el momento, cuando duele, pero de todas formas va a seguir doliendo (cuando toca sufrir), así que mejor no añadirle más dolor con la resistencia y las pataletas infantiles de “esto no debería ser así”. Si es lo que toca, más vale sacarle provecho para el futuro.
Exteriormente, haz lo que tengas que hacer, con sabiduría (es decir, no desde la visión egoísta), lo que honestamente consideres que sea mejor para todas las partes, pero, interiormente, aprovecha para utilizar la situación como una oportunidad de práctica y aprendizaje.
Te dolerá menos y le dará un sentido al momento difícil.
.
Uff. Gracias, Marié. Tengo estudio para una semana. Cada idea es tan intensa, que necesitaré tiempo para inteiorizarlas. Ya te contaré. Eres una joya.
ResponderEliminarBueno, Emi, no sé... igual me he pasado en densidad. Como sé que vas por el centro Vajrayana, de Madrid... En fin, puede que me haya lanzado demasiado.
ResponderEliminarNo te cortes en compartir tus dudas que, si no yo, cualquiera de l@s lector@s anónim@s (que sé que están ahí), podría ayudarnos.
En las dudas y los bloqueos de un-a valiente sincer@ es donde aprendemos tod@s.
Creo que fue Claudio Naranjo quien dijo que había pasado tres años que creía que estaba "iluminado", y después, de repente, desapareció. Pero al final comprendió que gracias a este, más que estancamiento, retroceso, pudo descubrir zonas de su mente que estaban muy lejos de estar iluminadas.
ResponderEliminarLo pasó mal pero fue un golpe de humildad. Y gracias a eso pudo seguir creciendo.
En realidad cuando estaba estancado era mientras se creía "iluminado".
En fin, pues eso, que una nunca sabe. El tiempo suele acabar revelándote algunas respuestas sorprendentes.
Eso de la iluminación es un camino con muchas trampas, Anna, según cuenta Mariana Caplán.
ResponderEliminarhttp://www.crecejoven.com/mente/mariana_caplan/salud.php
Pero merece la pena transitarlo.
Y además, como dice ella misma en la entrevista, "la práctica en sí misma es inteligente, acaba mostrándote las verdaderas razones y, lo más importante, te acaba transformando. A ti y al mundo en el que vives".
Así que puedes entrar en esto por cualquier motivo (equivocado o no, superficial o no), seguir en él y equivocarte mil veces más, pero si perseveras, con confianza, al cabo del tiempo notarás los cambios, como dice Emi, esa transformación.
Y a lo mejor comprendes que es de las pocas cosas con sentido en la vorágine de actividades a las que has dedicado tu vida.
A veces uno cree que retrocede y no es más que el paso atás del impulso para el salto adelante.
ResponderEliminarHay que ver qué pasa luego...
Saludos.
Xaxo.
Sí, también. Suele ocurrir.
ResponderEliminarPrimero, resulta una lección de humildad; seguidamente, sales de la autocomplacencia (qué me está pasando) y luego observas zonas oscuras en tu vida que tu supuesta "iluminación" no te dejaba detectar.
A veces viene bien que se atenúe un poco la luz para que no te deslumbre el sentido y la consciencia.
Buena reflexión, la suscribo absolutamente.
ResponderEliminarGracias Marié.
ResponderEliminar🙏
ResponderEliminar