
Hace unos días alguien me comentaba que, con el paso del tiempo, conforme nos hacemos mayores, las personas vamos acumulando frustraciones y eso, venía a decir, nos hace más desconfiadas y conocedoras de la naturaleza humana.
Es una manera de verlo, una manera de “crecer” en “conocimiento”.
Sin embargo, yo creo que, con el paso del tiempo, con la experiencia, una persona puede ir adquiriendo sabiduría y, desde mi punto de vista, la sabiduría acaba siendo prácticamente incompatible con las frustraciones.
Porque la sabiduría que nace de la experiencia comprende que las demás personas tienen derecho a tomar sus propias opciones, que las expectativas personales no siempre tienen que ser cumplidas por los demás. Y deja de esperar que así sea. La sabiduría que da la experiencia te enseña que todo el mundo tiene sus limitaciones, sus propias perturbaciones mentales, tú también. Yo también. Yo creo que la experiencia te puede enseñar a amar a las personas tal como son, con sus limitaciones y heridas, sin esperar que cumplan siempre todos tus planes. La experiencia puede enseñarte que el resto del mundo no son satélites a tu alrededor.
Y sin expectativas imposibles, se reducen las frustraciones.
¿Acumular frustraciones, con el paso del tiempo? ¿Y por qué no todo lo contrario?
Yo creo que la experiencia te puede enseñar a dejar de experimentar frustraciones o, como mínimo, que cada vez sean menos, menos intensas y menos duraderas.
Y también te enseña a curar las frustraciones del pasado. A comprenderlas, sanarlas, eliminarlas.
Creo que el paso del tiempo no ha de sumar necesariamente frustraciones, sino que puede restarlas.
Es una manera de verlo, una manera de “crecer” en “conocimiento”.
Sin embargo, yo creo que, con el paso del tiempo, con la experiencia, una persona puede ir adquiriendo sabiduría y, desde mi punto de vista, la sabiduría acaba siendo prácticamente incompatible con las frustraciones.
Porque la sabiduría que nace de la experiencia comprende que las demás personas tienen derecho a tomar sus propias opciones, que las expectativas personales no siempre tienen que ser cumplidas por los demás. Y deja de esperar que así sea. La sabiduría que da la experiencia te enseña que todo el mundo tiene sus limitaciones, sus propias perturbaciones mentales, tú también. Yo también. Yo creo que la experiencia te puede enseñar a amar a las personas tal como son, con sus limitaciones y heridas, sin esperar que cumplan siempre todos tus planes. La experiencia puede enseñarte que el resto del mundo no son satélites a tu alrededor.
Y sin expectativas imposibles, se reducen las frustraciones.
¿Acumular frustraciones, con el paso del tiempo? ¿Y por qué no todo lo contrario?
Yo creo que la experiencia te puede enseñar a dejar de experimentar frustraciones o, como mínimo, que cada vez sean menos, menos intensas y menos duraderas.
Y también te enseña a curar las frustraciones del pasado. A comprenderlas, sanarlas, eliminarlas.
Creo que el paso del tiempo no ha de sumar necesariamente frustraciones, sino que puede restarlas.