Cuando vuelve al presente, aquí y ahora, generalmente escucha el canto de las gaviotas
que no oía porque estaba mentalmente en otro sitio.
Eso es cuando está en casa, en el terrado, o en algunas otras situaciones de su acontecer cotidiano.
Alguien en los comentarios habla sobre la atención plena, aquí y ahora,
qué difícil cuando el momento es duro.
Es cierto.
Por eso se dice en el budismo que la mejor oportunidad para despertar
es la experiencia humana (una combinación de dolor y disfrutes, en el reino del deseo).
Cuando estás en los infiernos el dolor excesivo puede atraparte
y te impide ver, y comprender, y despertar.
Sin embargo, es precisamente en uno de esos momentos de dolor profundo que mencionas,
de duelo, de pérdida, cuando se puede tocar la no dualidad.
En medio de un instante de intensa tristeza
(el vértigo del mundo resquebrajado bajo los pies),
podrías vislumbrar que la tristeza y el dolor están hechos de la misma materia que la alegría y el disfrute,
la misma energía (el nirmanakaya) manifestada de formas aparentemente diferentes.
El dolor de la pérdida del ser más importante en tu vida, el abandono,
el tsunami que te desprovee de todo lo que posees, el mundo conocido,
ese dolor profundo y la confusión
no es diferente (en su material básico)
de la fascinación ante un mundo nuevo.
Sólo hay que entregarse a lo que es.
Porque la resistencia produce mucho dolor.