sábado, 24 de abril de 2021

El destierro.

 


Otro día regalado, en esta forma.
Vacío de distracciones.
La agenda vacía.
Nada que hacer, ningún lugar a donde ir.
Silencio.
Los sonidos del silencio, tan lleno.
En soledad, tan habitada.
Nubes y claros.
Hoy toca vivir el calor del sol, en los claros,
y el abanico verde en el rostro y el cabello, acariciando la piel.
El vuelo de los pájaros, su canto.
Y salpicaduras del trabajo del barrio, el motor que no cesa.


Poco a poco la luz del día se va apagando.
El cielo se cubre de nubes de tormenta.
Al fondo, el horizonte de montañas iluminado
por el cielo despejado en la distancia
y el sol que se va.
El sol que se acuesta en su lecho de montaña,
o en su lecho de mar.

Se despliega la noche con su séquito inseparable, de luces y colores y formas,
el vuelo de los pájaros
y la banda sonora del atardecer, tan lleno.
Como una explosión de vida precediendo el reposo.
La luna creciente entre las nubes de tormenta
y las estrellas como guiños
jugando al escondite.

La noche se despliega con su vestido gris salpicado de luces.
Se tiende a su lado y, cerrando los ojos, la entrega.
La unión.
La disolución.
Como agua vertida en agua.



"Todo lo que necesitamos está aquí y todo lo que está aquí lo necesitamos.
Pero pocas veces accedemos a la completud de este Aquí porque estamos distraídos o bloqueados en otro aquí.
Tal es la paradoja de la condición humana:
Tener conciencia sin ser apenas conscientes,
estar aquí y ahora en cada momento y, sin embargo,
no llegar a estar plenamente presentes en ningún momento.
Con el agravante de que nuestra percepción parcial nos hace pensar que es total,
haciéndonos creer que eso es todo lo que podemos vivir.
El coste es grave:
Nos sostenemos frágil e inestablemente
a costa de un permanente debilitamiento de nuestro ser.
Y la mayor parte del tiempo estamos des-terrados,
fuera de la tierra que nos sostiene".

("De aquí a Aquí", Javier Melloni)




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