lunes, 30 de noviembre de 2020

Ser es interser.



El sol en su piel,
en la ropa oscura, que le invoca,
como ella le invoca.
El abrazo del sol atraviesa los espacios entre espacios de su piel
y impregna cada milímetro cúbico de su cuerpo.
El sol y ella, no hay diferencia.
El sol y el aire que respira, lo mismo.
El aire abanicando su cabello 
y las páginas de su libreta.
La libreta y los trazos de tinta, el bolígrafo, los dedos,
la vida que los mueve, el aire,
las emociones vertidas en el papel,
la experiencia de habitar ahora, aquí.
Lo mismo.

La monja, en su charla de la mañana, dijo:
"Es como nadar en un océano de "yo".
Quién soy yo?
Yo soy tu respiración en mis pulmones, en mi organismo,
cuando inspiro.
Yo soy la energía que proyectas, como el sol que me calienta.
Soy el campo en mi plato,
el trabajo de la hermana que lo cocinó
y la hermana que lo sembró,
la tierra que lo nutrió, la lluvia y el aire
y el sol.
El campo que degusto, en la mesa o en el paseo,
cuando pasa a formar parte de este cuerpo".




Cuando escuchaba las charlas de las monjas de Plum Village,
a veces se preguntaba
"qué hago yo aquí,
en vez de ser una de ellas,
la inmersión cotidiana
en la visión clara".

Y entonces se daba cuenta de que ya era una de ellas.
También era una de ellas.



2 comentarios: