jueves, 2 de abril de 2020

El dedo que señala el pequeño yo.







"El yo es muy poco original -dijo el instructor. (*)
Fíjate que en el pensamiento suelen aparecer los mismos temas recurrentes,
las mismas dinámicas mentales.
Le damos vueltas a lo mismo una vez tras otra.
Cada persona vive en su propia repetición.
El ego no es original ni creativo.
El yo no es más que una repetición de procesos mentales.

Pero si contemplas el mismo proceso
(la narración que te haces, la culpa, el miedo o lo que sea),
si lo contemplas desde el Yo-Conciencia,
entonces la experiencia es diferente.

Dónde encontramos la salida de la confusión
(o de la culpa, los celos, el apego, el miedo
o lo que sea)?
En aquello que incluye a la confusión
y no está afectado por ella.
Lo que eres, esa Conciencia,
incluye a la confusión.
Y la Conciencia no se ve afectada por ella.

El pequeño yo, sin embargo,
es el proceso mental de la confusión
y vive dentro de la confusión.
Por eso se ve tan afectado por ella.

La experiencia es completamente diferente según desde dónde vivas la situación:
desde el pequeño yo
o desde la Conciencia que eres."

(*) Alfred Font. La Vía directa 2.





Y así es en su experiencia.
Cada vez que aparece la preocupación,
la culpa, la herida o lo que sea,
observa la repetición de la emoción
y el relato que se desencadena.

Dicen que la emoción es un efecto del pensamiento
pero ella a menudo lo ve en el orden inverso.
Madura la experiencia con la que el pequeño yo se siente tan familiar
y enseguida aparece una historia que la justifique.
Como un acto reflejo, mecánico.
Y no cuesta nada porque el relato ya está construido.

El pequeño yo es muy poco creativo.
de hecho, el pequeño yo no es más que una repetición
de procesos mentales.




Así que ella observa la aparición de una de esas emociones
(por ejemplo, la preocupación por si "lo peor" se manifiesta,
alguno de sus temores, tan bien construidos)
y la recibe como una visita bien conocida,
tan asidua:
Bienvenida, vieja amiga.
Y es como el dedo que señala el falso yo,
el pequeño yo
soñado.


Su maestro se lo decía años atrás, cuando investigaba la vacuidad del yo:
el mejor momento para buscar el yo
es cuando surge una emoción intensa,
como si hubiera un yo fuerte y robusto,
por ejemplo, en la experiencia de vergüenza, celos, rechazo
o algo así.
Cuando el yo parece tan real, tanto.
Busca ese yo tan evidente.
No lo encontrarás.




Así que pone atención cuando surge la emoción
y encuentra el viejo proceso, tan repetido.
Como el dedo que señala a este pequeño yo tan poco original
y tan poco creativo.
Repitiéndose una y otra vez,
como si tuviera el efecto de un chute de energía,
para existir.
En la emoción encuentra el viejo proceso, tan repetido,
con su relato particular,
y tanto la emoción como el relato pierden credibilidad.

No es más que este personaje de ficción,
este yo separado construido
a fuerza de procesos mentales repetidos que le mantienen con vida.
Acaparando atención,
reafirmando el relato circular
como la rueda del samsara.
Esa rueda sin salida.

Pero tiene salida, quizás.
Cuando sales del pequeño yo y observas el proceso.








2 comentarios:

  1. Estába en el valle himalayo de Kinnaur con Lochen Rinpoche un dia, cuando hablando de este tema se subió a una piedra mal anclada al borde de un precipicio y mientras yo empezaba a sudar por él va y me dicr: Ese que tiene miedo es el yo.
    Y se bajó tan fresco de la piedra....

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  2. Jajajajaja! Lo pillaste enseguida, Juan!
    Este Lochen Rimpoché es todo un... iba a decir "personaje" pero me parece que en ese momento era algo más que eso. ;)

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