viernes, 7 de julio de 2017

Sobre el amor.








Apareció el amor en su vida de una forma tan natural, tan liberadora;
era tan obvio que formaba parte de sí misma, tan sin esfuerzo, como respirar
(inhalar, sin ninguna necesidad de retener el aire, y soltar),
que creyó que ya formaría parte de su vida por siempre,
como una realización estable que permanece en la vida, en la muerte
y más allá.

Pero no fue así.

Lo veía tan claro, cuando formaba parte de su vida,
que el amor era la condición natural.

Qué es lo que queda cuando resuelves cualquier nudo emocional,
como el resentimiento, la rabia, la incomunicación, la culpa, lo que sea?
Qué queda cuando consigues sanar el odio, la ira, la vergüenza...?
El amor.
Siempre encuentras el amor.
Como un telón de fondo estable e inmutable,
siempre que pasa la nube tormentosa vuelves a encontrar el amor.
El alivio, la alegría,
el reconocimiento
de que siempre ha estado ahí.





Y ella sentía que ya había conectado con el acceso directo.
De hecho, ahí estaba, sin puertas ni ventanas,
como un espacio abierto, infinito, inabarcable.

Un amor cómodo y nutritivo,
sin demandas (propias o ajenas),
sin querer cambiar nada ni retener nada.
Sin expectativas, planes futuros o negociaciones.
Un amor cómodo y libre.
Inclusivo.

Solía decir:
El amor se proyecta en todas direcciones,
no puede ser exclusivo ni discriminatorio.
No puedes amar a los demás y no amarte a ti misma
(como a veces oía),
o viceversa.
Llámalo de otra manera.
Porque el amor es una energía que se proyecta en todas direcciones
y lo toca todo,
sin discriminación.





Así es.
Lo sabe bien.
Aun en tiempos de sequía, ella ya sabe lo que es el amor, y lo que no lo es.

La sorpresa fue que desapareciera de su experiencia,
cuando sentía que era tan parte de sí misma como la sangre o la linfa o la piel.
Y sin embargo, la vida continúa,
con una minusvalía u otra.
Como si le hubieran amputado el hígado o el corazón o los pulmones
o los intestinos.
Aun así, este organismo funciona.

Como vivir en un exilio,
con la nostalgia del paraíso perdido.
La cálida noche oscura.





El amor, como el sol, como la luna.
A veces sale (y te ilumina la vida)
y a veces se pone.
Puedes sentir su calor
o no.
Pero nunca dudas de
que está ahí.





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