jueves, 8 de junio de 2017

De retiro.







El maestro Linji dijo:
Hay peregrinos que suben al monte Wutai para encontrar a Manjusri. Eso es un error.

No tienes que ir a Wutai Shan para encontrar a Manjusri, dice Thich Nhat Hanh.
¿Crees que sólo está allí, y no en otras montañas, como el monte Putuo,
porque Putuo es la casa de Avalokiteshvara?
¿Y que en el monte Emei sólo se encuentra el bodisatva Samantabadra?

No necesitas gastarte tu dinero en un billete de avión, alquilar un coche en el aeropuerto y conducir muchas horas para poder llegar al monte Wutai y buscar a Manjusri.
Si quieres conocer a Manjusri, basta con que mires lo que tienes delante de tus ojos.
Si no lo reconoces aquí, no lo vas a encontrar en ninguna parte.




A ella le gusta cuando se siente en su casa como en un retiro.
En su santuario particular.
Le gustan sus desayunos, como la primera ofrenda del despertar.
El silencio en su gompa privada,
el aire que se cuela por la ventana de la galería,
la luz abundante,
los aromas a su paso,
la nevera llena de frutas y otras anticipaciones.
El futón a la sombra, cuando el altar principal está ocupado por el sol de la tarde.
Le gusta fregar los cacharros, limpiar la cocina no muy sucia,
perfumar el suelo y el aire.
Los palitos difusores, de olor a nardo y jazmín.
Le gusta el verano (cuando es verano).
Y en el invierno, le gusta el invierno.
Le gusta la confianza, que llena su vida de amor.
Y el amor, que llena su vida de confianza. Que es lo contrario del miedo.
Le gusta su zafu, que le regaló su amigo, tan significativo,
y la silla sueca, cuando le molestan las lumbares.
Y el piano que ya no toca.
Le gusta, como un arrebato, como un secuestro místico, la voz de las gaviotas, a las 12 de la noche, a las 7 de la mañana o al atardecer.
Le gusta oír la voz del mensajero al otro lado del interfono, abrir el sobre, encontrar nuevos libros como cofres llenos de tesoros.




Le gusta vivir como en un retiro, en casa.
Con sus aromas, sus ágapes y celebraciones, siestas, estiramientos, lecturas,
meditaciones formales
y la vida como una meditación.

A veces coge la bicicleta y se da un baño en el mar,
o sale a comprar comida,
o al cine,
o pasea por la montaña,
o se reúne con la sangha para meditar,
o queda con alguien para compartir.
Pero nada de esto rompe su retiro
personal,
en su gompa sagrada
de meditación.





No tiene que coger el avión y peregrinar a Wutai
para encontrar a Manjusri.

No tiene que recorrer el mundo para sentirse viva.

Sin amor -dijo una vez- el lugar más paradisíaco podría ser un infierno.
Sólo el amor puede llenar mi vida de significado.
Ninguna otra cosa puede hacerme comprender, y despertar.

Y para encontrarlo, no necesita ir a Wutai, ni a Putuo, ni al monte Emei.
Si no lo encuentra aquí mismo, no lo va a reconocer en ninguna parte.

Le gustan los retiros en su propio santuario personal, sin salir de casa.




2 comentarios:

  1. Hola Marié, lo mismo pienso de Dios. Está tan cerca y no lo vemos.
    Gracias, muy bueno
    Luis

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  2. Da igual el nombre, no, Luis?
    Quizás son meras metáforas, para aludir a lo mismo.

    Un abrazo y buen fin de semana!

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