martes, 4 de febrero de 2014

Un día gris.





Cuando abrió los ojos, aún en la penumbra de la persiana bajada, supo que llovía,
a pesar de que el
tic-tic procedía del reloj y no del exterior. Escuchó el silencio durante unos minutos, largos, antes de levantarse. El viejo ritual de "esto sigue aquí"; esta habitación, esta casa, este cuerpo.
Esos minutos para calibrar los cambios imperceptibles, para contemplar la vida
y la muerte de cada instante. Y el "todo está aquí", también el instante en que abre
los ojos y el cuerpo es otro, lento y entumecido, dolorido, los efectos de la entropía.
Todo está aquí: la arrogancia de la juventud (la seguridad, las convicciones, las exigencias, el control), la aceptación de la madurez, la entrega de la vejez, el éxtasis de la (aparente) muerte. Y la heroica aventura de nacer. Y la heroicidad de dar a luz una vez más, otra vez más.
Así de lento era su despertar cada mañana, sin prisas. Contemplativo. Como una espectadora en la sala de proyecciones.





El día era gris y húmedo después de la lluvia. El suelo mojado, los coches mojados, los árboles mojados, el aire mojado. Aun así, las personas, como los caracoles, salían a contemplar el escenario. Cuánta afición deportiva hay en esta ciudad, pensó, más conforme se acercaba al mar. Una chica que corre, un hombre en bicicleta pedalea junto al perro que corre a su lado, jóvenes haciendo piruetas en monopatín, familias de paseo con niñas en patinete. El triunfo de las ruedas. Paseantes por el paseo marítimo, amigas que comparten confidencias. Una anciana en silla de ruedas, empujada por su hija, rescatada por unos momentos de la residencia, y del destino cercano. Desayunos en las mesas de las terrazas de la playa. Incluso los pájaros salen y vuelan y pían más de lo habitual.
Es un día gris, frío, apacible.
Los seres abren pecho y siguen haciendo su vida, no importa que alguien o algo (el autor anónimo) les pinte la página de gris o colores, frío o calor.




No importa el día gris y frío, la música es festiva en el interior de la cafetería, orquestas cubanas, trompetas, percusiones y piano evocan bailes incansables. No importa el color del día, la alegría sigue triunfando. La vocación humana de amar, la supervivencia.




La cafetería se vacía por un momento y una de las camareras se pone su chaqueta y sale al exterior, se sienta en una de las mesas de la terraza y saca un cigarrillo.
No importa el color o la temperatura, la vocación humana de disfrutar, mimarse, cuidarse.













Le costó abandonar el interior de la cafetería llena de historias humanas que entran y salen, la música inspiradora, llena de historias evocadoras, para salir al silencio apacible del día gris, las palmeras en reposo, las olas sin espuma, reducida su voz a un susurro leve.




1 comentario:

  1. Gris como esta ciudad San Luis, Argentina, en la ciudad de San Luis no se puede vivir, se muere en vida. Como los alrededores de donde alquilo, detras de la universidad, al lado de la muerte, cerca de los mecanicos sin hijos, las locas maltratadoras, las campanas, los tontos y los ruidos molestos.
    No.
    NO.
    NO.

    A la larga llegan a la misma conclusion.

    Me tengo que ir de aqui, el tiempo es oro, o sol.
    Teng que llegar al campo o la naturaleza, natural, en su forma original, inteligente.

    Con arboles altos como mi pelo o bajos.
    Me estoy despidiendo, porque soy consciente de que asi no.

    Hn...

    Ya ni siquiera mi apellido mas fuerte, porque esta en duda...
    Se cae esta ciudad, los Red Hot Chilli Peppers, tienen una famosa cancion, Californication, donde Holly wood, o santa madera, o California, cut a tree, o los Angeles, se cae, tan contaminado, como Santiago de Chile... QUE ASCO NO SE PUEDE RESPIRAR, o Mexico D.F. Insoportable, mira las imagenes...

    Desastre, mentira, fraude. Problemas, tensiones.

    Siento, respiro humo todas las mañanas de alquiler, la "fina" contaminacion, se siente, el careteo, la falta de onda... no aqui no... no en esta ciudad, no se puede amar, no se puede respirar, no se muerde, no hay muertes, que contradiccion...
    Es San Luis, donde del agua se desconfia.

    NO.
    NO.
    NO.

    Que se caiga, pero yo me bajo del barco antes.

    Asi no.

    Mucho por cambiar.

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