martes, 14 de abril de 2009

Igualarse.




Existe un antes y un después de conocer el adiestramiento de la mente
del Loyong.

Podríamos resumirlo diciendo que se trata de transformar el sufrimiento propio en compasión por todos los seres: la empatía con el sufrimiento de todos los seres sintientes, tan profunda que desearías liberarles de su dolor, como lo siente un madre hacia sus criaturas.
Hay dos factores claves en este adiestramiento de la mente:
1. Cómo igualarse con los demás: recordar que cada persona desea ser feliz y no sufrir, exactamente igual que tú; no olvidar ni por un momento que la otra persona tiene derecho a la libertad y a la felicidad, igual que tú lo deseas para ti.
2. Cómo transformar las circunstancias adversas en el camino espiritual.

Chokga dice: recuérdatelo una y otra vez, en cada situación en tu vida, hasta que te familiarices con la idea de que cada persona tiene el mismo derecho que tú a la felicidad y a la libertad (a llevarse el mejor trozo del pastel, el mejor plato, el mejor sitio en el cine, ese ascenso en el trabajo que persigues, etc.). Hasta que surja naturalmente, parte de ti, de tu mirada. Te sentirás bien, porque te sentirás una persona más justa.
Por otra parte, encontrarás muchas oportunidades para alegrarte, porque cada vez que no consigas lo que deseas te alegrarás porque alguien ha conseguido lo que desea. Y ell@s son más (tú eres sólo un@). Así que se te multiplicaran indefinidamente tus oportunidades de alegría -no sólo cuando te toca a ti.

Y qué decir de las circunstancias adversas? No te faltarán. La vida está llena de ellas. Tú decides: victimizarte y lloriquear, o recordar a los miles, quizás millones de personas que están pasando por tu misma situación en estos momentos, o peor. No estás sol@. Cuando caes en la cuenta del dolor ajeno (mucho peor que el tuyo), surge el amor y te gustaría arrebatárselo. A eso le llamamos compasión.
Las circunstancias adversas, además, resultan un buen entrenamiento para la muerte. ¿Te duele el dolor, el duelo, la pérdida? Cuando llegue el momento de dejarlo todo, probablemente será peor, aún dolerá más.
Entrénate en soltar. En ser/existir sin necesidad de todo lo que tienes -y crees que forma parte de ti: tu imagen, tu reputación, tu casa, tu familia, tu trabajo, tu dinero, tu nombre, tu cuerpo…
Suelta, deja de identificarte con un equipaje tan abultado y pesado.
Aligera peso.
Y te resultará mucho más fácil partir –llegado el momento.
Y vivir. Ahora. Aquí.

6 comentarios:

  1. Maripili me envía este comentario tan bonito en otra entrada, que creo que tiene tanto que ver con ésta:

    "Estoy entrenandome para SER NADIE ESPECIAL. Cuando me siento herido por comentarios, críticas o desavenencias, repito esta frase y ella me devuelve a la realidad. La mejor forma de sentirse especial, es la ayuda desinteresada a los demás".

    Rabjor suele decir: Si sólo piensas en ti, qué tienes de especial? Eso es lo que hace todo el mundo.
    La única forma de ser especial de verdad es igualándose o, mejor, cambiarse por los demás.
    Cambiar el objeto de estimación.
    En vez de estimarme a mí misma y ver al resto de la gente como extras en mi película, estimo a los demás, multiplicando así las causas de mi alegría.

    Buen negocio, no?

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  2. Aún no tengo muy claro en qué consiste la práctica del Dharma. ¿Tú crees que se refiere exclusivamente a la realización de ritos como las oraciones, postraciones, retiros, la meditación y todo eso, o tiene algo que ver con la vida diaria?

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  3. ¿Exclusivamente, dices? Para mí, no.
    El campo de práctica más importante, para mí, es la vida cotidiana, las "condiciones externas".

    Yo creo que mientras estemos en el camino (y eso en budismo significa que no hemos adquirido una realización directa de la vacuidad), las condiciones externas son una buena forma de práctica. Y no me refiero a nada en concreto -tener una pareja o no, tener hijos o no-, sino hacer uso de nuestra situación kármica, sea la que sea, para poner en práctica lo que experimentamos sólo en el plano de la mente en meditación.

    Si estamos aquí es por algo y para aprender algo que aún no hemos resuelto (si no, seríamos Budas y no estaríamos experimentando esta situación samsárica, estas apariencias).

    Por ejemplo, cuando me concentro en la compasión en meditación, puedo sentir que tengo cierta comprensión e incluso algunas experiencias quasimísticas o de “realización”, pero no voy a saber si están interiorizadas de verdad hasta que no vea que puedo aplicarlas naturalmente en las situaciones de la vida cotidiana. Y mientras no sea así, tengo que seguir practicando este dharma (u otro) no sólo en meditación sino en cualquier situación cotidiana que me ofrezca la oportunidad.

    De hecho, creo que no hay tanta diferencia en la práctica del dharma en meditación o en el descanso de la meditación (en la vida cotidiana).
    Como la sucesión de vidas y muertes, no es más que el mismo continuo mental.

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  4. ¡Cuánto me gustaría tener memoria! ¿Llegará un día en que interiorizaré todo esto? Me siento como cuando una aprende un idioma totalmente nuevo. Cuanto más aprendo, más me doy cuenta de todo lo que no sé.

    Gracias, Marié, ya lo he leído varias veces. Tendré que copiarlo.

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  5. Una vez más me haces pensar en otra entrada, Emi, coincidiendo con una de las preguntas que surgían ayer en la clase de repaso sobre la meditación en la muerte: Cómo podemos ser budistan sin parecer un "bicho raro" en nuestra sociedad? ¿Podemos?

    Porque el hecho es que, al estudiar el dharma y cambiar nuestra manera de pensar, también cambian muchos comportamientos e incluso ciertos hábitos en nuestra vida cotidiana. ¿Cómo hacerlo para que en nuestro círculo (familiar y de amistades) no se sorprendan y nos miren como "raros"?
    Como si no fuéramos las mismas personas, como si nos estuviéramos dejando lavar el cerebro...

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  6. La respuesta, en la siguiente entrada.
    Cambiar.

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