¿No te has cansado de oírte decir tantas veces "Tanto esfuerzo para tan poco"?
Con la práctica del dharma la frase puede darse la vuelta:
"Tan poco esfuerzo para tanto".
(Ecos del pasado)
Hay momentos en que lo sientes así:
Nada que hacer, ningún lugar a donde ir (esfuerzo cero),
y la alegría de vivir es tan profunda...
Tan poco esfuerzo para disfrutar tanto
de esta preciosa existencia humana.
Qué ha pasado para que de repente no hagan acto de presencia aquellas viejas afirmaciones, tan familiares:
"Esta vida tampoco es como para tirar cohetes",
o bien, "No me voy a ir triste de aquí, llegado el momento".
Recuperaba aquel viejo objeto de meditación
del baúl de los recuerdos de su trayectoria.
Entonces, tomaba aquella meditación del lamrim, en la preciosa existencia humana
y sentía brotar la alegría como una fuente serena y abundante,
la fortaleza, la confianza.
Ningún mara la subyugaría, ningún infierno.
Esta preciosa existencia humana como el mejor dojo para el aprendizaje, la práctica, la estabilización.
Contemplar cómo se desarrollan los reflejos, la anticipación, la mirada periférica, la visión.
El no-dolor. El no-miedo.
El gran gozo de la disolución, como agua vertida en agua.
Entonces, cuando viajaba, se llevaba el cinturón negro, para no olvidar
(la responsabilidad, el compromiso, la consideración y el sentido del honor)
y el cinturón blanco, también para no olvidar
(la mente de principiante, el largo camino por delante
lleno de aventuras y realizaciones por descubrir).
Ayer es hoy mismo.
Todo está aquí.
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