sábado, 14 de febrero de 2015

Ya no eres la misma persona.





A veces se reunían para meditar y a veces para compartir (hablar desde el corazón), en el ágape, en torno a la mesa; a veces en retiros informales de fines de semana, en la naturaleza (meditación en grupo, paseo consciente); a veces para profundizar en la práctica personal, intercambio de dudas y aciertos, investigación.

En el compartir sobre la práctica, alguien explicó que lo que más le costaba era ponerse a meditar a solas, en casa. En su vida cotidiana, sentía que la comunicación era más fluida y su estado emocional más ligero, como si por fin estuviera aprendiendo a vivir, pero la meditación formal era lo que más le costaba. Y ni siquiera sabía si lo estaba haciendo bien. Vosotras cómo lo hacéis?

Entonces ella explicó una de sus prácticas de meditación, en 8 pasos (aprendida, o inspirada, en su etapa de estudio en la NTK); una fórmula que la había ayudado a desarrollar concentración, a profundizar en las experiencias de meditación y llevarlas a la vida cotidiana.




Los tres primeros pasos pueden ser considerados una especie de preparación para entrar en la meditación. Deconexión de las actividades previas para concentrarnos en el momento presente. Un ejercicio de atención plena.
Los dos pasos centrales, como el corazón de la meditación.
(El corazón es importante, pero también lo es el hígado, los huesos, la piel... Todos los demás pasos son igualmente importantes).
Y los tres últimos pasos pueden verse también como una preparación para salir de la meditación y entrar en la vida de la vigilia, la vida diaria.





1. Sentarse. (En cualquier posición cómoda y con la espalda recta, o incluso tumbada, si fuera necesario). Parar el cuerpo. Y tomar conciencia de la quietud.
Este cuerpo que está en movimiento todo el día y quizás también durante la noche, inquieto, ahora descansa. Le doy permiso para parar. Nada que hacer, ningún lugar a donde ir.
Moro en la quietud. Disfruto de la quietud física.

2. Parar la mente. Tomar conciencia de la quietud mental. Esta mente que está en movimiento todo el día, recordando el pasado, proyectando el futuro, y durante la noche, creando mundos, situaciones, experiencias, ahora se detiene para habitar el presente, para descansar aquí, ahora.
Disfruto del silencio, la quietud mental.

3. Motivación. Por qué voy a hacer esta práctica de meditación?
En esta etapa observo cómo me siento (atención), si últimamente han brotado en mí experiencias de cansancio, estrés, enfado, frustración, miedo... Y decido que voy a hacer este ejercicio de meditación para desarrollar una experiencia interior de no-miedo, amor, fortaleza, vacuidad, para desarrollar paz interior... lo que sea que deseo cultivar en este momento.

Ahora estoy preparada para entrar (o seguir) en la meditación de una manera consciente, atenta, despierta.


4. Investigación. (También denominada contemplación o meditación analítica). Busco las causas de ese miedo, estrés, enfado o lo que sea que hay en mí en este momento y deseo sanar. Lo investigo con pensamientos creativos y positivos (consciente de que esas experiencias de sufrimiento están ahí por causas kármicas, sí, pero también apoyadas y reafirmadas  por pensamientos y experiencias equivocadas, que producen sufrimiento).
Esta fuente de investigación o contemplación inspiradora pueden ser reflexiones conceptuales, textos reveladores seleccionados de los libros espirituales o en cualquier otro lugar. Un texto (el soliloquio de Segismundo en La vida es sueño), un haiku, una canción, un mantra, la respiración. Vale cualquier cosa que te resulte inspiradora a ti en este preciso momento y te conduzca a la experiencia que deseas, liberadora, de no-miedo, de amor, compasión, etc.

5. Meditación de emplazamiento. Sueltas las herramientas utilizadas (pensamientos conceptuales o no conceptuales, la instrucción de dharma, el poema, el mantra, la respiración...) para llegar a la experiencia obtenida (de paz, amor, la que sea) y te instalas en la experiencia.
Eres la experiencia.
De esta manera, estabilizas esta experiencia (de amor, fortaleza, no-miedo, paciencia, comprensión, vacuidad...). Se hace más profunda y estable en ti. Se desarrolla, como se desarrolla un músculo al usarlo.
Eres lo que practicas.




Unos ejemplos como ilustración:

Pongamos que has percibido una sensación de miedo, últimamente. 
Miedo a perder, a tomar las decisiones equivocadas.
Quizás pienses: 
Esta tacañería emocional surge de una ilusión de separación que me hace pensar que puedo perder algo si está en otra parte.
Quizás sólo identificar la ilusión te haga reducir o disolver esa hipnosis de separación, y automáticamente surja una experiencia de alivio, de liberación. 
Y te instalas en esa experiencia de conexión
gozosa.


O tal vez me de cuenta de que cualquier adversidad o pérdida que ocurre en mi vida es de gran importancia, rayando el drama, mientras que si lo mismo le ocurre a mi vecina me parece que no es para tanto, así es la vida.
Comprendo que quizás lo que me duele tanto no es la situación misma como la importancia personal que me atribuyo.
Y en esa comprensión surge una humildad reconfortante, una experiencia de compasión que me iguala y me conecta a los demás.
Y suelto mi pequeño yo para compartir el yo que lo engloba todo.


O bien recuerdes: 
Llegué sin nada a este mundo y me iré sin nada. 
Todo lo que creo que tengo es prestado y, de hecho, ya se está yendo. 
Es cuestión de tiempo.
Por qué dejar que los objetos que creo poseer me posean, 
y que mis supuestos intereses me esclavicen?
Por qué no vivir la vida como si ya lo hubiera dejado todo (es cuestión de tiempo), 
y paso simplemente a gestionarlo con apertura y generosidad,
sin ansiedad, sin estrés, sin miedo?
Quizás empieces a sentir una experiencia de ligereza, confianza, libertad, conexión, amor.
Te instalas en esa experiencia gozosa de conexión y amor.
Resides en ella.
Eres 
este amor que lo engloba todo.
Sin miedo.





Puede ocurrir que no sea tan fácil mantenerse en esta experiencia y te des cuenta de que la has perdido, te has distraído y estás pensando en la cena de esta noche.
Recuerdas de nuevo el objeto de meditación, la experiencia magnífica en la que te hallabas, y retomas la contemplación (instrucción del dharma, mantra, canción o poema) que te condujo a la experiencia.
Como volver a echar más leña al fuego para avivar la llama.
La leña es la contemplación (la investigación, la meditación analítica), la llama es la experiencia, la meditación de emplazamiento.
Como el dedo que señala la luna.




Podemos mantener la meditación de emplazamiento durante 15 minutos, o 20, o 10, o 5, el tiempo que consideres oportuno, sin forzar demasiado.




Los tres últimos pasos nos ayudan a salir de la meditación de una forma creativa y útil.

6. Determinación. Aún en esta experiencia meditativa (de amor, libertad, no-miedo, confianza en la vida...) y a punto de volver a la vida cotidiana, tomo la determinación de llevar este estado interior a la vida diaria, y en especial a las situaciones más conflictivas.
Es importante concretar, recordar las situaciones específicas que fácilmente nos producen malestar, y nos visualizamos ahí protegid@s por la actitud en la que nos encontramos en este momento.
Este paso nos ayuda a establecer un puente entre la experiencia de meditación formal y su aplicación en la vida cotidiana.




7. Dedicación. Dedicas la energía positiva generada por este ejercicio de meditación para algún objetivo, externo o interno. La curación de una persona enferma, la paz, la fortaleza o bien que se estabilice permanentemente esta experiencia que vives en este momento.
Quizás sientes que no tienes nada que dedicar porque no has hecho nada, te has pasado el tiempo distraíd@ o intentando echar leña al fuego, sin éxito.
Aún así, no te has levantado, has estado ahí, y puedes dedicar la paciencia, la intención, etc.

8. Salir de la meditación.
Por qué es un paso salir de la meditación? Porque no consiste simplemente en abrir los ojos o estirar las piernas o ponerse de pie y volver a las tareas diarias.
Sales de la meditación consciente de que quien sale es alguien diferente de quien entró. Alguien con una experiencia interior más estabilizada, más profunda. Con el puente con la vida cotidiana más marcado y seguro, más corto cada vez. Porque cada vez la meditación formal y la informal están más cerca y están a punto de ser lo mismo.
Quien sale de la meditación es alguien que ha dejado que emerja alguna faceta del Buda que lleva dentro, o el Buda mismo; se ha quitado de en medio (su yo).
En última instancia, se ha disuelto su yo.

Thich Nhat Hanh dice que "el objetivo de toda meditación consiste en desembarazarse del yo, porque de él nace el sufrimiento". (Estás aquí. La magia del momento presente),





Es como haber estado todo el tiempo de la meditación confeccionando un vestido de fiesta y ahora salimos de la meditación con el traje nuevo puesto.
Un vestido de fiesta interior.





6 comentarios:

  1. Gracias, Antonio.
    Espero que pueda ser de utilidad para alguien.

    Buen fin de semana.

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  2. Excepcional Marie!
    Me postro
    Un fuerte abrazo
    Carolina

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  3. Me alegra que te resulte de interés, Carolina.
    Buena semana.

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  4. .. a veces caminando por la calle y tomar conciencia del solo y misterioso hecho de estar vivo, solo eso, provoca una pequeña sensación de meditación
    Ramón

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  5. :)
    Pequeña o grande, intensa.
    Poder disfrutar del momento, de lo que aparece, a cada instante, es la mejor meditación.

    La que se describe arriba es sólo una propuesta de meditación formal.
    Una más.

    La que tú planteas es la meditación, la contemplación integrada.
    La vida consciente.

    Gracias por compartir.

    Un fuerte abrazo.

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