lunes, 7 de abril de 2025

La vida, el viaje.

 


Salió de casa, su refugio en un día gris y frío y lluvioso.
Caminó a la estación y cogió una bicicleta.
El trayecto por el puerto al gimnasio en la playa
le pareció como desplazarse en una nube húmeda, en un sueño.
Cuando dejó la bicicleta se encontró con un mar en calma,
como un espejo verde y transparente,
bajo un cielo de agua también, del mismo color.
Entró en el gimnasio, como un refugio, otro, cálido.
Hizo su rutina de estiramientos y tonificación,
saludó a las personas a su paso, el encuentro, la celebración.
El mar al otro lado. No dejaba de sentir la llamada del mar.
Cuando salió al exterior ahí seguía, el agua plana, como un espejo,
como una sábana a veces, ligeramente ondeada al aire suave.
El mar, el aire y el cielo del mismo color.
Qué regalo!, exclamó.
Qué regalo de la vida!
Se dejó engullir por el espejo líquido y frío, como en un sueño.
Después del frío impacto, nadar en la piscina ligeramente climatizada era como un balneario,
las gaviotas sobrevolándola, su coreografía, su canto.

En el trayecto de vuelta apareció el sol para secar su cabello al paso.
De regreso a casa subió al terrado a tender las toallas, la ropa de baño, la mochila.
Y ahí estaba el sol, ahora en todo su esplendor.
Qué regalo!
Se sentó en la única hamaca, a contemplar las toallas al vuelo suave
del aire de la montaña de Montjuic y el sol.
Se sintió como uno de esos pañuelos al vuelo y al sol,
qué regalo de la vida!
Sintió el sol y el aire en la piel, como cualquiera de las piezas en el tendedero, una más.

Hay días llenos de regalos,
da igual que sea la lluvia o el sol, el frío o el calor.
Si estás en apertura presente, consciente, 
la vida en sí misma es un regalo.

(Si en la tienda el empleado te habla borde y te intenta timar,
eliges no aceptar el regalo, no juegas su juego y te vas, sin explicaciones,
sin reacción interior, pura elección.
No es preciso aceptar todos los regalos de la vida,
sólo los que eliges aceptar).

A veces te parece que vas por la vida y los mares se abren a tu paso, como a Moisés.
Pero no es que la vida está de tu parte,
eres tú quien se abre a la vida como en un fluir.
Si llueve, el baño de lluvia;
si sale el sol, el baño de sol.
Si se disparan flechas, ves como se convierten en flores
que caen a tus pies.





lunes, 31 de marzo de 2025

La renuncia, la libertad.

 


Alguien dijo:
Conforme nos hacemos mayores, llega un momento en que parece que necesitamos el reconocimiento de los demás.
Quizás porque el final se acerca
y reconforta encontrar cierto significado en tu vida,
o bien porque ya estamos fuera de muchos ámbitos del sistema productivo,
el caso es que empezamos a darle importancia al reconocimiento
(de lo que somos y también de lo que hemos sido;
de lo que hacemos y de lo que hemos hecho, en nuestra trayectoria vital).

Ella se mostró de acuerdo, pero pensó:
Si es eso lo que me espera conforme me hago mayor
es que no estoy aprendiendo mucho.

Los momentos de mayor libertad en su vida se han dado cuando no se sentía permeable a la apreciación exterior, ya sea en positivo o en negativo.

Recuerda cuando empezó a explorar aquella primera escuela budista y cuestionaba repetidamente las enseñanzas de la maestra.
La maestra no se inmutaba.
Le respondía si lo veía oportuno, o simplemente escuchaba su opinión sin más.
Por muy crítica y provocadora que fuera la recién llegada,
la maestra no reaccionaba afectada por algo personal.
Un día, sin embargo, la estudiante se sintió admirada por la agudeza y brillantez de la exposición de la maestra, y así se lo dijo.
La maestra la escuchó de la misma manera que había escuchado sus críticas anteriores.
Ni se inmutó, y siguió con lo suyo.
Los halagos tampoco tenían nada que ver con ella, eran simples opiniones, pasajeras.
Cambiantes como el humo en su forma, como las nubes.
La estudiante lo supo entonces:
Ésta es la libertad que quiero.

Esta libertad tiene mucho que ver con la renuncia budista.
La renuncia a la imagen, a la reputación, al éxito,
a la opinión ajena
(incluida la de los hijos, la madre o el padre, la pareja, las amigas,
las colegas de profesión),
esa dependencia del mundo ilusorio, de fantasmas creados
como barrotes de una prisión.
Nos pasamos la vida reforzando la propia jaula,
cuando el espacio libre es tan inmenso.






jueves, 27 de marzo de 2025

La noche.

 


La noche.
La llamada de la noche.
Se resiste a encender la luz para que no desaparezca la luz de la noche,
el cielo de nubes blancas llenas de luz de tormenta,
o quizás los claros entre nubes de algodón,
alguna estrella visible, la luna decreciente.
La llamada de la noche, el silencio.
Los sonidos del silencio, tan lleno.
Sus vecinas las gaviotas.
Alguna se despierta en medio de la noche, como ella, y alza su voz al viento, su canto.
La llamada de la noche, tan viva.
Los sonidos del silencio de la noche. 
Una paloma lanza su canto gutural, una gaviota se despereza.
Las luces de la noche, tan llena en la oscuridad.
La llamada de la noche. No te vayas todavía.

Le gusta cuando se despierta, descansada, con la energía suficiente para la atención,
para quedarse en la contemplación de la noche, que no se pierda.
Como cuando te despiertas en medio de la noche y encuentras un cuerpo y haces el amor y regresas al sueño.
Te despiertas en medio de la noche y encuentras la noche
y haces el amor con la noche, la contemplación.
Te entregas al encuentro.
Y luego vuelves al sueño.




jueves, 13 de marzo de 2025

Los ocho cuerpos.

 


Qué manía con estar sola!, le dijo una vez su hija adolescente.
Ella se sorprendió, como si fuera un descubrimiento. ¿No lo había visto antes?

¿No te cansas de estar sola?
Qué tiene de interesante la soledad? ¿No te aburres?
Son otras preguntas, otras miradas sobre lo mismo.
Y qué responder?
Generalmente el silencio.

Quizás hay quien puede sentirse en la compañía, en la interacción, como ella se siente en la soledad,
pero no es su caso. No todavía.
Qué encuentras en la soledad?
El descanso.
Aparcar las gestiones de la vida como quien cierra un libro y lo deja a un lado,
y mira tras la ventana, y contempla el paisaje de cielo y aire.
Salir del yo, dejarlo a un lado como cuando baja el telón del intermedio en el teatro.
Ese "break".
El descanso.
Cuando tienes la oportunidad de tocar el Dharmakaya con la yema de los dedos,
con los dedos del alma.
El cuerpo último, que transciende todos los cuerpos, todos los fenómenos
manifestados como un río revuelto que te arrastra con una corriente poderosa y salvaje.

El maestro zen vietnamita Thich Nhat Hanh explica en su libro "El arte de vivir"
que los seres humanos tenemos ocho cuerpos:
el cuerpo físico (del ego separado);
el cuerpo de Buda (el yo despierto en cada ser);
el cuerpo espiritual (la práctica, el viaje de descubrimiento);
el cuerpo de la comunidad (de la que formamos parte);
el cuerpo exterior al cuerpo (los elementos externos que están en el yo; la madre y el padre, el vecindario de la infancia, las maestras, los libros leídos, las películas, la música que conforma la banda sonora de tu vida, de tu yo);
el cuerpo de continuación (las huellas que dejamos a nuestro paso, en otras personas, en el mundo, aun cuando ya no estemos);
el cuerpo del Cosmos (ese grano de arena que conforma el desierto, la gota de agua en el océano, un átomo en el universo),
y el cuerpo último, el verdadero cuerpo, que transciende todos los cuerpos.
El que contempla y experimenta las manifestaciones de todos los cuerpos en su vacuidad,
el sueño, las manifestaciones ilusorias.
En el budismo tibetano lo llaman el Dharmakaya, el cuerpo de la Verdad.

Por qué la soledad, para qué?
En la soledad, el descanso;
soltar las armas (todas las máscaras, recursos, estrategias),
verlas desprenderse y caer una a una.
La contemplación.
La disolución de los fenómenos (que tanto la preocupan, o bien la atraen),
de todos los cuerpos (el yo separado, el cuerpo de Buda, la comunidad...).
La aproximación al Dharmakaya,
la degustación del Ser
y del no-ser.
La unión con Dios.

"Desirà l'amic soliditat, e anà estar tot sol
per ço que hagués companyia de son amant,
ab lo qual està tot sol entre les gents".

("Deseará el amigo soledad y se va a estar solo
para estar en compañía de su amante
sin el cual está completamente solo entre la gente").

Llibre de l'Amic e Amat. Ramon Llull.




sábado, 8 de marzo de 2025

Amanecer.





El aire es aún oscuro
y el cielo sobre la montaña del Tibidabo se va pintando de una luz rosada, naranja y violeta, envolvente, y se cuela en la habitación por los balcones.
El anuncio de la llegada del sol, que se aproxima,
como un parto de las entrañas del mar.
Las gaviotas exhiben su coreografía al otro lado de los marcos de las ventanas.
Conforme el cielo pierde sus colores rosados aparece la luz de un cielo claro y azul.
El sol se hace presente al otro lado y comienza su ascenso sobre el horizonte de agua
y ahora empieza a impregnar de naranjas primero y luego de colores dorados
la montaña y las cabezas de los edificios más altos de la ciudad.
Las gaviotas, las tórtolas y las palomas continúan con su celebración al vuelo.
El tiempo parece ralentizarse
mientras el color dorado del escenario se va transformando en plata,
impregnando las zonas más altas de la ciudad y la montaña.
Finalmente los fragmentos plateados se extienden
cubriendo uniformemente el escenario completo con una luz incolora.
El sol ya ha ascendido al otro lado
y la ciudad y las montañas parecen despertar.

A veces todo el proceso es rápido, como si fuera un guion acelerado.
Otras veces es una sucesión de instantes eternos, ralentizados,
mientras el reloj continúa su curso.
Transcurren 15, 20 o 25 minutos y aún se mantiene la magia de las luces y colores
flotando en el aire.
Las gaviotas cantan como si lanzaran sus alabanzas a Dios, el Cosmos,
desde las atalayas de la ciudad: antenas, chimeneas, barandillas y plantas en los terrados.

Hoy, en su ascenso, el sol toca un techo de nubes densas y hace inmersión en el gris
y desaparece.
Y con él, el velo de luz y color que cubría el escenario.
Una sombra gris suave baña ahora la ciudad.
El día por delante.




lunes, 3 de marzo de 2025

La práctica del deleite versus el miedo.

 


En el compartir tras la meditación, C hablaba sobre los miedos, las preocupaciones,
los pensamientos que crean amenazas que en un 90 por ciento de los casos no se cumplen.
Pero el cuerpo, y la mente, ya han vivido sus efectos como si fueran reales,
como si hubieran sucedido.
El pensamiento creando fantasmas amenazadores, preocupaciones, miedos,
ése es mi gran enemigo, el pensamiento -dijo.
Pero no hay nada que pueda hacer.
Hizo un momento de silencio.
O sí, añadió luego.
Quizás si en vez de poner mi atención y mi energía imaginando situaciones ficticias que no deseo,
quizás si en lugar de eso pongo mi atención en situaciones placenteras de mi vida,
momentos de paz, alegrías,
quizás entonces, mientras estoy en esa apreciación, en esa celebración, 
no puedo estar en el miedo.
Porque el pensamiento solo puede estar en un lugar al mismo tiempo.
Si pongo mi atención en los regalos de la vida estoy surcando el terreno del hábito de la apreciación,
la gratitud y la fortuna,
hasta que la experiencia surja naturalmente, como el agua que fluye naturalmente por un cauce profundo.
Contra el miedo, la apreciación, el deleite.
Ya sé, ya sé que aún me mantengo en la mirada dual
(el rechazo a lo que no deseo y la atracción por la paz que me agrada).
Pero es un comienzo.
Para estabilizar el bienestar, la fortaleza, la confianza.
Y desde ahí siempre es más fácil contemplar la vida con una mirada que transciende la dualidad.
Abrazar la vida tal como es, sin rechazo a las luces y a las sombras.
La vida como es.




sábado, 1 de marzo de 2025

El ser del reino del deseo.

 


Dice "me gusta todo".
Y luego rectifica: Quizás no es "todo", una palabra imposible.
Pero sí muchas cosas.
Gustar como sinónimo de deleite, de ofrenda acogida, aceptada, sin desperdiciar.
Le gusta el sonido insistente de la campana que suena, de alguna iglesia,
quizás llamando a la misa del domingo, a la oración. 
Le gustan (qué deleite, qué ofrenda al cuerpo, los cuidados)
las fresas y arándanos y pomelo en el plato, espolvoreado con canela, y miel,
en el des-ayuno, desde ayer, el ágape del mediodía con la amiga,
el compartir, la mesa y las experiencias espirituales recorridas.
Le gusta irse a la cama ligera en la noche, el descanso digestivo,
anticipando el desayuno de la mañana,
una fuente de colores, nutritiva, hidratante.
Le gusta mirar la cama deshecha, las sábanas aireándose, el balcón abierto,
el suelo mojado después de la lluvia.
Las gaviotas al vuelo.

Ayer, en la larga sobremesa de la comida compartida,
evocaba su paso por el Alto Yoga Tantra.
En los inicios, la autogeneración en su yídam no era tan difícil, obra de la imaginación.
Pero, generada en Vajrayoguini, la representación de la experiencia profunda del gran gozo y la vacuidad,
comprendió que no contaba con referentes de disfrute profundo y consciente en su propia experiencia personal
para evocar el gran gozo, ni nada que se le aproximase.
Como si viviera una vida carente de apreciación y disfrute.
De adolescente solía repetir que la felicidad no es lo importante,
lo que importa es la comprensión, el conocimiento, la sabiduría.
La felicidad no es lo importante, lo que importa es aprender.
Así que la atención estaba más dirigida al aprendizaje que al disfrute.
Pero el Alto Yoga Tantra reconoce que el ser humano es un ser del mundo del deseo,
así que hagamos uso del deseo, también, para la iluminación, aprendamos a gestionarlo.
Luchar contra el deseo sería antinatural para el ser del mundo del deseo.
Y acaba concluyendo que no existe iluminación sin gran gozo.
Buda no es un ser aburrido, ni tampoco sufriente.
Buda, el ser despierto, experimenta el deleite de la comprensión definitiva.
Tenía veintipocos años. Bailaba en un concierto de Gato Pérez en el casal de La Floresta
cuando escuchó el estribillo de aquella canción como si fuera la primera vez.
"Si tú no tienes felicidad, de sabio no tienes ná".
Y fue como una realización.

Así que un buen día descubrió que ella misma, autogenerada en Buda Vajrayoguini, no contaba con referentes en su memoria para experimentar, ni de lejos, el gran gozo, ni siquiera uno pequeño.
Y sólo le quedaba empezar a prestar más atención a los regalos de la vida,
para prender, si era posible, al menos una pequeña llama de apreciación, de dicha,
en la que profundizar, y desarrollar.
Iniciar el camino.
Y ésa pasó a ser su práctica, también.
Empezar a echarle leña al fuego del gran gozo y la vacuidad.
Porque no se trataba de generar apego a los objetos de deseo
sino de contemplar la experiencia de disfrute en sí.
Así como la leña acaba siendo devorada por el fuego que produce,
que los objetos de deseo sean consumidos por el fuego del deleite.
El fuego de la comprensión, el despertar.
Utiliza los objetos de deseo para prender el fuego del despertar.
El Gran Gozo de la vacuidad.
La vacuidad del Gran Gozo.





domingo, 23 de febrero de 2025

El presente lo acoge todo.

 


En el aquí y ahora no está solo el instante que te parece que vives, el escenario que aparece.
En la presencia de presente está también todo el pasado, tal como ha sido vivido,
y el futuro también.
Pero el pasado se puede reescribir, se puede transformar,
si cambias el enfoque.
Por ejemplo, no es igual un relato del pasado desde "la niña herida", la mirada egocéntrica,
que desde la apertura que ve a los otros seres como centrales también, protagonistas,
con sus luces y sus sombras, con sus heridas y limitaciones.
El pasado se puede cambiar, si cambias el enfoque
y tu comprensión es diferente.
El pasado es entonces diferente, otro.
Se cambia solo, automáticamente, sin que tú manipules nada.
Puedes hacer del pasado una jaula, una prisión, una enfermedad crónica que arrastrar de por vida
o bien una mirada de compasión y empatía
hacia todos los seres que te acompañaron en este viaje. Y quizás aún están.
Y lo mismo con el futuro.
Su encuentro de mañana ya está aquí, la celebración.
Su marcha ya está aquí.
Y también ver cómo la gente que la ama se reúne para celebrar.
Hoy se ha ido un amigo que llevaba mucho tiempo sufriendo, una agonía lenta.
Y también el perro compañero de un buen amigo.
Hace su meditación de acompañamiento y celebra por ellos, y con ellos.
Que brote todo el amor, que les acompañe todo el amor que genera tanta libertad
y fortaleza y confianza.
El amor que imposibilita el miedo, esas manifestaciones de dolor.

Ya lo saben, los seres con quienes comparte este viaje.
Cuando se vaya, quiere un encuentro para celebrar,
buenos vinos y manjares frescos y naturales, nutritivos, deliciosos.
Que prenda el fuego del deleite.
Que la acompañe en su viaje el deleite
y el amor
El no-miedo, la libertad.
La unión definitiva con Dios.
Definitiva. Para no separarse nunca más.
Para no volver a este sueño.





sábado, 15 de febrero de 2025

La Vida, la Maestra.




Hace tiempo que no se despierta con un nudo en el pecho,
con la semilla del miedo o la decepción.
En lugar de eso, celebra el amanecer en el canto y el vuelo de los pájaros de su barrio
y las luces y colores del cielo, que la envuelven.
El ritual del desayuno y todas las ofrendas que le siguen a lo largo del día y de la noche.
La salud (esa gran ofrenda), la paz, la soledad (a solas con Dios),
los encuentros, los ágapes, las largas caminatas por la montaña,
el baño en el mar en invierno.
Celebra su vida diaria, tan austera y a la vez tan abundante.
Tan cerca de Dios, aun cuando no se siente Dios mismo.
Y entonces la Vida empieza a regalarle también una lluvia de pruebas,
como un juego de competencias.
El encuentro con su amigo espiritual esta vez no es inspirador
(el triunfo de la cabeza y las opiniones sobre el corazón y el vientre);
las fotos en las redes exhiben logros ajenos como un canto al lujo y la distinción
cuando el objetivo es distinguirse.
Los ataques a civiles continúan, la destrucción de sus hogares.
La expulsión de familias declaradas "ilegales", los campos de concentración.
El odio, la insensibilidad, la psicopatía.
El naufragio.
¿Aún la decepción y la soledad?
No siempre.
Aparece la vida poniéndola a prueba pero ella regresa a su refugio personal,
al paraíso personal, a la abundancia, la suya.
Y qué más da que nadie más la vea.




lunes, 10 de febrero de 2025

La no-dualidad.

 


Dijo: Todas las canciones de amor son canciones de amor a Dios.
Y todas las canciones de desamor son canciones a la noche oscura,
a la pérdida de la gracia.
Lo que pasa es que generalmente se la confunde (la gracia, la unión con Dios)
con una persona.
Crees que te enamoras de una persona,
pero es la experiencia de Amor en sí misma, la conexión, la Unidad,
lo que transforma tu vida.
El problema de confundirlo con una persona, entre otros,
es que te genera apego y sufrimiento.

Pero saber verlo, comprenderlo (que es el Amor en sí mismo, la Unidad, lo que te libera)
tampoco es garantía de no apego.
Sé de una maestra espiritual muy querida a la que un gran número de personas consideraban iluminada,
incluida ella misma.
Un día desapareció la gracia y no lo pudo soportar.
Después de haber vivido en la liberación y la plenitud, 
le resultaba muy duro vivir una vida sin amor y sin conexión, separada, temerosa,
demasiado mediocre y sin significado, para ser vivida.
Intentó los medios que conocía para la modificación de la conciencia
y al final se convirtió en una alcohólica, entre otras adicciones.
Sufría intensamente su pérdida de la gracia, la Unión, la iluminación.
Como una canción de desamor.

No es el único caso.
Otro maestro fue considerado como un iluminado durante un largo tiempo
y él también lo sentía así.
Hasta que un día pasó algo, cambiaron las condiciones de su vida,
una en especial que resultó de gran repercusión: la pérdida de un hijo.
Y todo lo demás se tambaleó hasta desmoronarse como un castillo de naipes.
Había creído sinceramente que estaba iluminado
hasta que descubrió que solo estaban iluminadas algunas estancias de su mente,
pero también había algunos cuartos oscuros, de los que no era consciente.
Y tuvo que transitarlos.
Hasta que con el tiempo pudo empezar a ver en la oscuridad,
comprenderlos, que se hiciera algo de luz.

A veces es porque cambian las condiciones externas
y la gracia que parecía eterna y definitiva
desaparece.
Y a veces simplemente desaparece.



Todas las canciones de amor son canciones de amor a Dios, 
experiencias de Amor, de Unidad y disolución.
De regreso a la fuente.
Y todas las canciones de desamor reflejan la pérdida de la gracia,
de la experiencia de plenitud y libertad.
Es el regreso de la separación y el miedo.

Y hay algo más.
De qué te sirve pasar por la experiencia de "iluminación",
la liberación, la gracia, la comprensión, la plenitud de la Unidad,
si cuando te toca pasar por los infiernos te parece que no lo soportas?
La experiencia de la liberación debería dejar una estela que lo impregne todo,
allá por donde pases, incluido el desamor, la pérdida,
la soledad del yo separado.
Es entonces cuando toca el momento de la fortaleza
(en la Unidad todo es naturalmente fácil y sin esfuerzo),
de degustar también lo que te parece insoportable.
Y finalmente descubrir que es el mismo sabor.
Un sólo sabor.
Así que era esto
Cuando empiezas a adentrarte en la no-dualidad.
Así que era esto.





sábado, 1 de febrero de 2025

La abundancia de la contemplación.

 



El sol suave anuncia que se acerca la primavera,
como cuando el cielo encendido anuncia que se aproxima el sol al horizonte,
desde las entrañas del mar.
Una gaviota canta al vuelo, con sus grandes alas desplegadas.
A veces parece que la primavera se acerca pero nunca ha dejado de estar aquí,
en cada instante cálido, en cada metro cuadrado iluminado.
La primavera, como el otoño, el invierno o el verano,
son una experiencia, no una estación.
Hoy llevará al ágape un vino biodinámico que propone ser descorchado en luna nueva
o el primer cuarto creciente.
A jugar.
Este vino se siente parte del cosmos, interdependiente
y sensible a las energías en movimiento del cosmos.
Y ella también.
Así que juega el juego.
Parece que las golondrinas no abandonaron su barrio este año
y aquí estarán cuando llegue la primavera.
Una de ellas, solitaria, la visita en su contemplación en el terrado
y le brinda su canto en la quietud;
otra se suma con un canto diferente al vuelo
y luego pasa de largo.
La luna también parece que regresa,
encontrará la primera línea de luna en su paseo por la montaña. Mañana más.
La ilusión de movimiento.
Esta vida tan llena.
La abundancia de la contemplación.



viernes, 24 de enero de 2025

La vida como una ofrenda (2)

 


Otro día por delante, para llenarlo de ofrendas.
Silencio y contemplación, todavía en el futón.
La persiana subida, el marco del balcón abierto al cielo abierto.
Las tórtolas celebran con su canto la llegada del sol, aún en camino,
y las gaviotas con sus vuelos.
Un velo de suave luz dorada se extiende de repente sobre la montaña del Tibidabo.
Las palomas cantan su asombro.
La luz dorada se hace naranja y luego se disuelve en un gris blanquecino
bajo un cielo cubierto.
El día no ha hecho más que empezar y ya se ha llenado con una celebración de ofrendas.
Levantarse, el movimiento será una generosa ofrenda al cuerpo.
Retirar el edredón, abrir el balcón, airear el futón y el aire del cuarto,
que el bostezo del nuevo día limpie y purifique la estancia de los fantasmas de la noche,
si hubieran aparecido.
La bandeja del desayuno en el terrado con vistas al escenario abierto, de ciudad, montañas y cielo.
La cafetera caliente, el aroma inspirador,
las frutas hidratantes en sus cuencos de cerámica pintada a mano.
Una gaviota en contemplación sobre la chimenea, la tórtola en la barandilla.
Silencio y contemplación.
El canto a ratos.
Ofrendas.
Abre los ojos y tiene por delante un largo día de ofrendas, y la noche también, tan llena.
La bicicleta bordeando el puerto, camino del mar.
Las toallas al vuelo en el tendedero,
la gaviota jugando con la bolsa de plástico transparente inflada como un globo por el viento suave.
Al mediodía el coro de cantos es diferente
y también la coreografía de vuelos.
Las golondrinas, aviones y vencejos ocupan el espacio gris exhibiendo sus acrobacias en el aire,
y las urracas de visita.
El canto se proyecta y se queda a la vez.
La iglesia del Tibidabo por detrás del velo blanquecino,
como un fantasma amable coronando la montaña.
Como un dios protector.
Como una diosa. Como una madre siempre presente y disponible.
El ágape.
La tarde por delante tan llena de ofrendas, la noche, tan llena.
El descanso, esa ofrenda, morir a ratos, disolverse.
Y regresar.
A celebrar las ofrendas de la vida.
Contemplar, celebrar, dejar ir -que diría Thay Doji.
Aún sigue aquí; mañana quién sabe.




lunes, 20 de enero de 2025

Las ofrendas.

 


La copa de cerveza, suave, al sol suave. Disfrute de presencia.
La ropa del baño en el mar, tendida en las cuerdas y bailando al viento.
Las tórtolas en pareja sobrevolando el terrado, el planear de una gaviota.
A veces la vida te da algo más que un respiro de dolor,
te ofrece una celebración, de la vida.
La evocación de un viaje, el viento fresco que te empuja al interior cálido y confortable de un restaurante, la sutil inspiración del néctar surgido de la tierra.
La cebada, la vid, los olivos.
Suele llevarse a casa un trozo del paisaje en forma de vino, aceite, olivas, miel
o lo que su vientre ofrezca.
A veces la vida se deshace en ofrendas.
Una voz le recuerda la renuncia.
No hay contradicción.
"Lo miro, lo quiero, lo dejo ir", decía Thay Doji.

El deseo no es malo en sí, si no te haces su esclava.
El deseo, las preferencias, son oportunidades para encender la mecha del amor,
y si puede ser que estalle. Oportunidades para la explosión.
Las aversiones son oportunidades para cambiar la mirada,
para el abrazo, la reconciliación, el despertar.
Todo lo que aparece tiene su función.
El sol en la piel, el aire, el calor que carga la batería de tu fuerza interior, la fuerza vital.

Aquí estoy, mañana quién sabe.



domingo, 12 de enero de 2025

El no-dolor de muelas.

 


Pasa un aire frío, a ráfagas. Pero no es un tornado.
Es sólo un abanico de aire fresco que estimula la circulación de la vida en la piel.
No es un viento amenazador, y el cielo no está cubierto.
La alegría del no-dolor de muelas.

Los pájaros también celebran, como ella, y se postran con gratitud
y hacen ofrendas en forma de cantos y coreografías de vuelos en el aire.
Ella también se postra, mentalmente.

Es tiempo de un cuerpo que funciona, todavía.
De una mente en contemplación.
De una vida que se postra ante la Vida.
Esta peregrinación tan larga, tan larga aquí, en este mundo,
y tan larga quién sabe dónde, en qué mundos.
Este sueño tan largo.

El aire y el sol en la piel, en el cabello revuelto, 
en las hojas del cuaderno, que quieren volar también,
en las plantas danzarinas en los terrados, en los árboles del Montjuic.

El aire que la sacude (despierta) pero no es un tornado.
El sol que la acaricia un instante, cuando las ráfagas de aire se aquietan.
Ahora moriría en paz, piensa, siente.
Este viaje de vida y muerte. De vidas y muertes.
Que la ocupe como una invasión la entrega, en todas las vidas
y en todas las muertes.
La entrega, la rendición.
El amor más profundo. 
La disolución más completa.
Y definitiva.
Si puede ser.  /\




miércoles, 8 de enero de 2025

El espejo.



El amor, cuando abre los ojos antes de que aclare el día
y ya empieza a desplegarse el coro de las voces de las aves.
El amor cuando contempla la primera luz dorada sobre la montaña del Tibidabo
y los terrados de algunos edificios de la ciudad.
La proyección de la salida del sol al otro lado, del vientre del mar.
Cuando la luz dorada se hace plateada, y luego incolora sobre todo el escenario, sin discriminación. El amor.
Las aves también lanzan su canto de alabanza.
El amor cuando se despierta en la noche, la luna creciente en el marco del balcón.
El insomnio es un regalo de la noche, para que te encuentres con ella,
para que no la olvides.
Y el sueño es un regalo también, un ensayo de irse.
Un regalo de la muerte, esa degustación,
y de la vida, tan reparador de este cuerpo y esta mente usadas.
El desayuno es un regalo, una ofrenda,
a ti misma y al cosmos, sin separación.
Un acto de amor circular, de disolución, 
tú en mí y yo en ti, si hubiera dos.
Pedalear en la bicicleta, esa ilusión de movimiento
cuando el escenario desfila en el instante, aquí y ahora.
El baño frío en el mar, el abrazo de agua, catártico.
Ofrecer a la vecina lo que necesita para las multitudinarias visitas familiares
(ésta es mi segunda casa, dice. Me alegra oírlo). 
También ahí el amor.
En cada respiración (cuando se acuerda de contemplarla), el amor.

Y también cuando no hay amor, cuando aparece el conflicto.
Situaciones y personas que la alteran.
Recuerda la metáfora del espejo:
Cuando te miras en el espejo y ves la imagen despeinada
no te apresuras a peinar el espejo.

También ahí, que triunfe el amor.




jueves, 2 de enero de 2025

Que el cambio sea interior.



Imagina que no cambian las condiciones externas.
Te mueves por el mismo escenario.
Llegas a casa, a la de siempre, y mientras esperas el ascensor te cruzas con una nueva vecina, que ni siquiera sabes en qué piso vive, y se ilumina algo dentro cuando la ves,
y le deseas feliz año nuevo,
y cuando lo haces el amor te desborda.
Metes la llave en la cerradura y al abrir la puerta saludas a las habitantes invisibles de tu templo, a tus compañeras de piso de otro tiempo.
Entiendes que siguen aquí y siempre lo han estado.
Hola, Vajrayogini, Prajnaparamita, Tara.
La sensibilidad de Avalokiteshvara solía hacerte evocar un "buenismo" que a veces te tiraba p'atrás, así eres tú.
Pero la firmeza, a veces un poco dura (y a veces mucho) de las budas airadas de la sabiduría
siempre te ha atraído.
Incluso Tara, la madre de mirada clara, y rápida como un rayo.
Ninguna criatura caprichosa la va a engañar, manipular o chantajear emocionalmente;
su amor puro e incombustible en cualquier situación, libre de ego.

Imagínate que el escenario es el mismo pero algo en ti ha cambiado.
Esta vez no pasa desapercibido. Lo reconoces porque ya has estado ahí.
El amor que te fortalece y te libera,
cuando ya no hay un ego herido al que proteger.

Lo evocas, lo tocas, ese algo nuevo,
cuando eres libre y fuerte.
Cuando tú eres ésa todo lo demás cambia naturalmente,
el mismo escenario adquiere otras luces y colores y aromas.

Si esta vez te tratas con menos dureza todo irá bien,
porque tratarás con menos dureza a cualquier manifestación, a cualquier espejo.

La amiga le dijo en la cena de fin de año:
"¿Sabes qué? Me gusta verte un poco tocada, herida y vulnerable.
Te sienta bien. Pareces menos dura".

Tomó nota.
Hizo un voto consigo misma.
Esta vez será diferente.
Igual
y también diferente.
¿No cuestionabas una nueva oportunidad, en tu carta de año nuevo al universo?
Aquí la tienes.