miércoles, 29 de junio de 2022

La presencia.

 


El "momento de gloria" aparece en el preciso instante en que acabo de hacer algo:
apago la tele, cierro el libro,
voy por el pasillo de un sitio (lo anterior) a otro (lo siguiente)...
Es decir, en la pausa.
Por qué es solo un instante?
Porque inmediatamente después me pongo a generar otro relato,
me enfoco en otra "acción", otra actividad,
aunque sea solo pensada.



Había ido a ver a su amigo enfermo y éste le dijo:
No necesito nada, precisamente lo único que tengo que hacer es descansar
y no hacer nada.
Todo un reto para mí.
Justo lo contrario de lo que te pasa a ti -añadió, con una sonrisa.

Ella pensó que había dado en el clavo.
Su reto era hacer las cosas con la misma actitud que cuando no hace nada,
con disfrute y contemplación,
sin prisa por acabar para volver a estar en la no-acción,
en la quietud y en la presencia.
Su reto era llevar la quietud y la presencia a la acción,
a las actividades ordinarias,
y a las extraordinarias también.
Después de todo, no hay nadie ni nada que la esté empujando ahí atrás.
Por qué empujarse ella misma?


Tomó nota:
Si lo que importa es el momento de gloria,
la experiencia de la plenitud,
la apertura, esa fascinación,
deja de construir acción y relatos
en el hacer
y en el no hacer.

Allá donde estés: la apertura,
la presencia.




sábado, 18 de junio de 2022

El romance contigo misma es un romance con Dios.

 



En la meditación budista se considera de gran importancia la vigilancia
y la retentiva mental.
La vigilancia consiste en prestar atención a lo que sucede en la mente,
tomar conciencia.
La retentiva mental trata de recordar,
el objeto de meditación, por ejemplo,
en el que quieres centrar la concentración
unipuntualizadamente.

Se centró en la retentiva mental, de momento.
Su objeto de meditación: el amor.

Abrió apenas los ojos, de regreso de un sueño profundo.
Las gaviotas planeaban al otro lado del marco del balcón,
anunciando el despliegue de luz de un día claro.
Resucitó la experiencia de despertarse enamorada.
Un nuevo día para vivir
enamorada,
para compartir.
Miró a su alrededor y encontró su propia compañía.
Un nuevo día de verano para compartir
el aire aún fresco en la sombra,
la ofrenda del desayuno,
la cafetera y la taza de frutas,
la brisa verde del Montjuic,
el canto de los pájaros.

Volvió a centrarse en la experiencia: el amor,
la alegría de vivir
este nuevo día.
Si lo sientes, lo sientes.
No importa tanto quién o qué la activa
(un simple avatar generoso, una herramienta,
una forma convincentemente real).
Lo que importa es la experiencia.

Decidió recordar,
evocar,
hacer espacio.
Como quien saca del trastero un viejo objeto olvidado,
lleno de polvo,
aparentemente mutilado, inservible.
Lo limpias, lo arreglas
y lo vuelves a poner en circulación.




jueves, 16 de junio de 2022

El amor no dual.

 


El aire suave y fresco en la piel,
la brisa de la montaña como una caricia,
como un abrazo.
Parece que los árboles están allá a lo lejos
pero su caricia está aquí mismo.
No hay un "aquí" ni un "allí" para su experiencia del árbol.

El baño en el mar es un abrazo de despertar,
a veces incómodo en el encuentro
o antes del encuentro,
la entrega durante,
la resurrección después.
Naciste nueva,
inundada de alegría y fortaleza,
llena de energía.

El abrazo envolvente de la piscina cálida,
como volar en un mundo sin gravedad,
la danza sin cuerpo,
como agua vertida en agua.
Desplazarse en el cosmos, como agua fundida en agua.


El amigo dijo:
Para aprender a amar necesitas una pareja.
Y a ella le recordó a la hermana Estrella,
aquella monja de clausura, tan enamorada de Jesús,
la alegría emergiendo en la luz de su sonrisa y su mirada:
Necesitas a Jesús (le dijo), 
sólo te puedes enamorar de un hombre.
Cómo te vas a enamorar de un árbol, de una mosca?

Desde la mirada dual necesitas una forma para amar.
Y no cualquier forma:
una forma humana, si es posible,
o algo que se le acerque.
Un animal de compañía, una planta.
Pero no cualquier animal o planta.
Tu animal de compañía, 
tu planta.



La amiga dijo:
El amor por mi hijo es lo que más se acerca a la experiencia de amor puro.
Ella pensó:
¿El amor por el hijo o el amor por el "mi"?
¿El hijo de la vecina o de cualquier madre
es lo que despierta mi amor puro
o es el "mi" lo que pone en movimiento
esa emoción?
Y si es el "mi" (mi hijo, mi gata, mi planta),
¿puedo reconocer ahí el amor puro
o hay otras cosas?

Su hija le dijo una vez:
Recuerdo que cuando era pequeña me ponías lo mejor en el plato.
Y ella sintió tanta vergüenza.
No lo hagas tú nunca, por favor, no copies eso,
sé más ecuánime.
Ella no veía ahí ningún gesto de amor
solo de apego por lo "mío".

Años más tarde, llegaron a casa aquellas dos estudiantes extranjeras,
con ciertas necesidades.
Y veía en ellas a su hija
(también de viaje por el mundo en aquellos momentos).
El amor por su hija se proyectaba en ellas.
Después de todo, eran las hijas de alguien.
Ahí sí reconoció el amor.

Las señales de amor no solo se dan en lo que haces
o sientes por la otra persona
sino en cómo se proyecta en todas direcciones.

El amor nunca es exclusivo, por definición,
ni excluyente.
El amor siempre es integrador.
Y transcendente.




martes, 14 de junio de 2022

La experiencia de Dios.

 



Desde esta atalaya, el mundo se despliega.
Un extenso paisaje de cielo;
de un azul claro sobre el mar,
de nubes blancas sobre el horizonte de montañas.
Pulmones verdes de arboledas a lo largo de las calles
y en las plazas,
abanicando un sinfín de otros santuarios personales.

Desde la atalaya, en compañía de este calor interno.
El dolor muscular y en las articulaciones
a veces se suaviza;
a veces, como agujas en los poros,
cuando una parte del cuerpo toca otra superficie (la cama, el sofá),
reclamada para el descanso.
Este cansancio físico.
Este sopor como un acceso fácil a la mente sutil,
a la transcendencia.

No hay ni una sola puerta
que no te lleve a Dios.

La alegría, el dolor,
la salud, la enfermedad,
la energía, la debilidad,
cada experiencia
una oportunidad
para encontrar a Dios.



sábado, 4 de junio de 2022

El sueño lúcido.

 


Sólo hay que entregarse
y esperar pacientemente.
Soltar todas las armas,
todos los recursos y aspiraciones del pequeño yo
(tú dices que no existe, pero funciona).
Y esperar.
Pacientemente.
Sin forzar nada,
sin técnicas ni métodos,
ni siquiera de ésos comúnmente llamados "espirituales".
Como cuando aguardas en esa cita importante
y miras por donde tiene que aparecer:
aquí dentro, ahí fuera, lo mismo.
Nada que hacer, ningún sitio a donde ir.
Ningún otro interés.
Ningún refugio
(ni quiera Buda, el dharma y la sangha).
Te quedas a la intemperie, completamente expuesta.
Sin refugio.
Sin techo que te cobije ni suelo que te sostenga.
Como cuando jugabas a aquello de "yo ya me he ido".
Te quitas de en medio
y dejas sitio a lo nuevo.
Simplemente te quitas de en medio.
Haces lo que tienes que hacer en este sueño lúcido,
tus supuestos compromisos kármicos.
Los entretenimientos de este viaje, la aventura.
El sueño.
Lúcido.


No siempre es fácil.
Entregarse.
Quitarse de en medio.
Yo ya me he ido.
La apertura.
La confianza.
No siempre es fácil.
Y a veces lo es.

Simplemente
sucede.