El humor puede ser un arma de doble filo.
O eso que llaman el "humor".
Lo mismo que el amor.
Tengo un amigo muy bromista, le encanta decirte las "verdades", pero es en broma.
Se pone serio y te lanza una ráfaga de flechas.
No a mí, ciertamente, conmigo es muy considerado y hasta atento
pero le observo hacerlo a menudo.
Ante el desconcierto de la persona afectada, yo suelo estallar en risas, para desdramatizar.
Nadie se suele enfadar, al menos explícitamente, porque mi amigo dice que es broma.
Pero reconoce que es muy "provocador".
El otro día le confesé que tengo que tener mucho cuidado porque ese tipo de bromas provocadoras se contagian mucho, como reacción, y pueden resultar muy incómodas.
Otro amigo suele soltar largos monólogos sobre su trabajo o proyectos de trabajo,
fantasías, ilusiones, sueños, descritos como si fueran realidades presentes.
Y tú le puedes escuchar durante largo tiempo con atención,
con poca credibilidad quizás pero con atención,
porque es importante para él y le pone la vida en ello.
Y si, llegado el caso, en un espacio de silencio,
resulta que pasas por un edificio significativo de tu infancia y juventud, pongamos por caso,
y evocas y empiezas a expresar algo muy íntimo y personal,
a la primera frase te interrumpe con una broma.
Como un cubo de agua fría apaga tus ganas de compartir.
Pero no te enfadas con él porque es así, bromista.
Hay uno en concreto que tiene una maestría en el sarcasmo,
en especial hacia alguien que no está presente,
porque si está presente a lo mejor se puede defender.
Es muy bromista y lo hace sin mala intención, según dice.
Pero sus bromas pueden resultar algo humillantes y ofensivas.
A una persona cercana le atrae el humor del absurdo.
Cuando hay que resolver algo, es experto en irse por las ramas
y distraer al personal con intervenciones desconcertantes.
No todo el mundo entiende su "humor inteligente"
y a menudo resulta agotador.
Para mí el sentido del humor es otra cosa,
es una mirada de ternura que nace siempre de una fuente de amor.
Ese amor profundo que lo comprende todo.
En realidad, lo comprehende/abarca todo, y lo que no comprende se manifiesta en asombro,
en la risa del asombro, que lo acepta todo, no importa lo desatinado que pueda parecer.
Por ejemplo, en mi primer retiro de Alto Yoga Tantra no podía parar de reír ante las visualizaciones que se nos proponían, una "tierra pura" tan disparatada, llena de personajes de fantasía.
Reía por la inocencia, el mundo ilusorio como un cuento delirante,
y también por la realización repentina consiguiente:
Acaso el mundo del que vengo y al que voy a regresar,
el que habito de forma natural y he considerado tan "real",
quizás no es más que otro mundo ilusorio y disparatado.
Te ríes de tu propia inocencia y de la inocencia compartida,
te ríes con ternura, por la fragilidad que nos iguala.
Cuando estás en el amor se dispara el humor,
incluso las flechas que parece que la vida te lanza, envenenadas,
las ves como se convierten en flores al caer a tus pies,
como juegos de magia.
El humor tiene que ser nutritivo, como el amor.
Si es corrosivo, es otra cosa.
Si el humor no nace del amor es otra cosa.
Como el amor.
Cuando el amor no es amor es otra cosa,
así que hay que buscar el nombre que se adecúe mejor, que se acerque un poco.
Control, inseguridad, miedo al abandono... Cada cual sabrá
qué es lo que hay detrás de lo que llama amor.
Y qué es lo que hay detrás de lo que llama humor.