viernes, 24 de mayo de 2024

Un día para vivir.

 


Dices que no has dormido mucho, ni bien.
Pocas horas, de sueño inquieto.
Te levantas pesado y como contrariado, con la vida.
Dices que hoy será un mal día, siempre lo es cuando duermes mal.
Pero a estas alturas tú y yo sabemos que la moneda siempre tiene dos caras, al menos.
En realidad, más que una moneda es un poliedro, cualquier situación.
En todo caso, tú y yo sabemos del poder de la transformación,
y que en gran medida vivimos lo que vivimos (en especial las experiencias emocionales)
por inercia,
por repetición, por familiaridad.
Como si las cosas fueran "así" y no hubiera otra alternativa.
Convertimos nuestra reacción ante las cosas en una respuesta automática, por repetición,
hasta "normalizarla".
Y acabamos considerando que es la "normalidad" misma, en todas las vidas. Lo natural.
Pero no lo es.

Dices que has dormido poco y te levantas en una especie de duermevela,
como si hubieras alcanzado el estado de la mente sutil, sin esfuerzo,
sin práctica alguna del mahamudra.
Hoy será un día de navegar el viaje desde la mente sutil.
Como un sueño lúcido.
No te propones objetivos, gestiones ni trámites por resolver
(y si hay que hacerlos, se hacen desde esta mente sutil).
Hoy no te propones un día "productivo".
Sólo vivir, navegar esta experiencia.

Dices que has dormido poco, y mal. Que hoy será un día pesado.
O quizás ligero.
De enfado, mal humor y poca paciencia.
O tal vez de entrega, sin expectativas, en esta tierra de nadie.
Mera contemplación.
La luz en la mirada.

Has dormido poco y mal.
Hoy es un día para vivirlo, como otro cualquiera,
desde las condiciones con las que te encuentres al abrir los ojos.
Un día para vivir, en cualquier situación.
Lo que decidas explorar.
Y desde dónde.




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