sábado, 22 de junio de 2024

El yoga de experimentar néctar.

 


Comer como una medicina.
Con gratitud.
Con reverencia.
Como una ofrenda.
Tratar a tu cuerpo como el ser sagrado que es.
Mortal, sí, perecedero, pero no por eso menos digno de ofrendas
y cuidados.

La cereza en tus dedos es mucho más que un sacrificio,
es un mandala. Una ofrenda del universo.
Hacerte una con ella, un acto de amor.
El limón disuelto en agua de mar sobre agua, el océano en tus venas,
limpiando tu organismo físico por dentro como el baño de mar lo hace por fuera,
y por dentro también, haciéndose cargo de todas las telarañas mentales,
las cadenas ilusorias que arrastras.
El mar, como el árbol, son unos bodisatvas inspiradores,
la mejor ilustración para la práctica de tomar y dar.
Toman todos tus pesares y los hacen suyos, los transforman
y te devuelven una abundancia de nutrientes sanadores
para tus pulmones, tu mente y tu corazón.

El médico le dijo que urgía que tomara cierta medicación.
La enfermera fue su cómplice cuando ella expresó que prefería darse una oportunidad, hacerse cargo por sí misma.
El médico apenas la conoce pero ya ha detectado su tendencia a la "soberanía"
(sanitaria, alimentaria, espiritual...)
Así que han acordado un plazo.
Ella celebra la oportunidad (suele ver la oportunidad en cualquier reto)
para agudizar aún más su reverencia por la vida, la conciencia, la atención.
La disciplina cuando toque.
La práctica profunda del primer entrenamiento de la atención plena: Venerar la vida.
Abrirte al amor que te fulmina cuando aparece un capricho egoísta, tan insignificante,
tan irrelevante.

El amigo le preguntó cuál es el sentido, en este momento de su vida.
Ella piensa que es vivir desde el ser más grande.
Cambiar para que todo cambie.
Contribuir al nuevo ser humano que habitará este planeta pasados los siglos,
quizás milenios, da igual.
Casarse con su Misión,
en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad.
En cualquier circunstancia.

Es una misión silenciosa, que no deja huella en los libros de historia
ni en los anales artísticos y culturales.
Una simple intención.

Una manera de vivir el yo,
el mundo,
la vida.




martes, 4 de junio de 2024

Ser o no ser.

 


Qué buscas en una pareja?
O en una sangha.
O en un maestro o maestra, en una guía espiritual.
Básicamente, podría decirse que hay dos caminos:
uno es el sentido de pertenencia,
de ser alguien para alguien, en algún lugar.
El otro es la vivencia de desaparecer, la disolución.

Ser alguien, alguien importante y significativo.
O bien dejar de ser.


Dices que lo que buscas en una pareja es el amor,
y seguramente algo de eso hay, también.
Pero mira si lo que buscas por encima de todo es poder realizar tu proyecto de vida.
Con alguien cuyo proyecto de vida coincida con el tuyo
(lo cual no es muy difícil, en este mundo tan programado).
Con un compañero o compañera de viaje a veces es más fácil, reconozcámoslo.
Y sin esa persona, a veces ni siquiera es posible, en algunos casos.
Y si se da, algo de cariño surge, claro, por hacer posible que se realice
tu plan de vida.
Y si hay aristas en las que no coincide, te sentirás legitimada para cambiar a la otra persona.
Y dirás que es por "amor".
Por amor el control, la exclusividad, la insatisfacción, los celos, etc.
Por amor (al menos por esa palabra, como bandera)
se han cometido auténticas atrocidades, torturas, maltratos y hasta asesinatos.
Igual que por la palabra "Dios".
Pero en ningún caso puede ser la experiencia de Amor, o de Dios,
la que te lleve a actuar de esa manera.
Cuando no se respeta la libertad
o la felicidad
de la otra persona.

O quizás buscas en una pareja la gratificación de sentirte "amada", elegida, 
deseada, visibilizada, apreciada, ser alguien para alguien.
Y lo mismo en lo que respecta a una sangha.
Eres aceptada, formas parte de un grupo,
quizás reconocen tus méritos y habilidades
e incluso llegas a ser alguien importante, un modelo o un referente.
Eres alguien para alguien.
Y si un maestro o maestra te acepta, te ve, reconoce tus potenciales, más de lo mismo.
Eres alguien para alguien.

Pero también puede ser que en una sangha encuentres la experiencia de comprender, amar
y desaparecer.
El terreno fértil para la práctica.
La humildad.
La vivencia del pequeño yo que se disuelve
y no necesita brillar.
La vivencia de la comprensión/amor que te fulmina.
El amor que te desintegra como un rayo, la entrega que te disuelve,
como agua vertida en agua.

Y lo mismo en cualquier otra relación, incluida la relación de pareja (por ponerle un nombre).
Y entonces lo que buscas en la intimidad ya no es el reconocimiento,
ser elegida o ser alguien para alguien.
Porque en la intimidad tiene lugar de una forma profunda la vivencia
de la unión
del gran gozo y la vacuidad.
Otro nombre para el orgasmo es la "petite mort",
la experiencia de disolución y muerte
en el gran gozo amoroso
que te disuelve.
Pero el amor no tiene un objeto exclusivo, al que generar apego;
el amor se proyecta en todas direcciones,
te fulmina como un rayo y te disuelve
como agua vertida en agua.

Vívelo como una meditación y verás que no tiene nada que ver con el apego,
ni con el control, la exclusividad, las exigencias y condiciones.
Hacia nadie (ni hacia ti misma ni hacia la otra persona).
Porque no queda nadie.

Así que, al final, lo que buscas en una pareja (o cualquier otra relación),
en una sangha o una guía espiritual,
puede ir en dos direcciones opuestas:
ser alguien (esa ilusión que tanto nutre al pequeño yo)
o no ser nadie.
El deleite de la disolución.
Eso que llaman la unión 
del gran gozo
y la vacuidad.