A veces la humildad se confunde con falsa modestia –y viceversa.
A veces te dicen: la ofendida no debe pedir disculpas, sino el ofensor.
Pero qué pasa si tú no te sientes ofendida?
No existe ofensor.
Sólo una persona alterada al otro lado, alterada contigo –o contra ti.
De acuerdo: tú no eres la causa de su enfado sino sus propias perturbaciones mentales (sus propios prejuicios, tal vez). Tú simplemente has creado las condiciones.
Has hecho o dicho algo inadecuado en el momento inadecuado y se ha producido su enfado agresivo contra ti.
Y tú pides disculpas.
Y no es falsa modestia. Es que sabes que te has comunicado mal. Y es justo que pidas disculpas por la parte que te toca.
Chokga dice: Es justo que no pienses sólo en ti; te vas a sentir mucho mejor, mucho más justa que con tu mirada egocéntrica (de estimación propia) que cree que eres lo más importante y el resto son comparsas.
Todo el mundo tiene sus razones. Así que cuando alguien se altera contra mí, miro sus razones.
Y pido disculpas.
Qué otra cosa puedo hacer?
Aunque no haya habido mala intención por mi parte, como mínimo ha habido malos resultados.
Y es justo que pida disculpas, porque todo el mundo tiene sus razones. La otra persona también.
Estamos tan acostumbrad@s a proteger nuestro ego y a justificarnos, que si alguna vez alguien escucha a la otra persona y percibe su dolor y dice "lo siento", no podemos creerlo.
A veces puede ser falsa modestia. Pero nunca sabemos lo que hay en el corazón de la otra persona. Así que, por si acaso, yo prefiero creer que se trata de un simple gesto de consideración.
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ResponderEliminarMarié, yo voy a necesitar varias vidas para actuar de acuerdo a esta bella forma de entender las relaciones humanas.
ResponderEliminarAsí expuesto, lo he leído y oído varias veces. Racionalmente lo comparto. Pienso cuán perfecto sería un mundo en el que la consideración a los demás y su bienestar físico y psíquico prevalecieran sobre uno mismo, pero, soy incapaz hasta el momento -aunque me esfuerzo- de llevarlo a la práctica.
Llevo muy mal la injusticia y creo que hay personas a las que tengo obligación de decirles que creo que están equivocadas. Otras veces, es simplemente una necesidad de supervivencia mental.
Por otra parte, ¿hasta dónde puede y debe una aceptar la falta de respeto?
Tienes toda la razón (tu razón).
ResponderEliminarCreo que estamos juntas en esto; yo tampoco llevo muy bien siempre el tema de la compasión y me dejo arrastrar por el sufrimiento ajeno y las injusticias. Pero con las ganas, iremos aprendiendo , no?
Quizás es más fácil cuando le toca a una, que aprovecha la oportunidad para practicar (estimar a los demás, cambiarse por los demás, tomar y dar y esas cosas). Pero cuando lo presencias fuera, es más fácil dejarse arrastrar.
Hay cosas peores ciertamente.
Un abrazo muy fuerte, Emi.
Marié, estoy de acuerdo con AqUÍstOYyo, yo necesitaría, no varias vidas, todas las vidas para ser capaz de pensar como tú lo expones, sería sano para nuestras mentes, pero es muy difícil y además complentamente injusto, pienso yo, porque aunque no siempre ocurre, en muchas ocasiones hay un ofensor@ y ¿que hay que hacer siempre poner la otra mejilla, y no intentar hacer entender que se puede estar equivocado? ¿siempre el/la equivocad@ es un@ mism@?. Es muy dificil en ciertas situaciones aceptar ese planteamiento.
ResponderEliminarQuizás es que AqUIstOYyo y yo somos las dos Libras, y las balanzas quieren estar siempre muy equilibradas y se desequilibran con mucha facilidad, aunque con los años vamos adquiriendo madurez y sabiendo separar el grano de la paja, por lo menos a mí me pasa. En fín habrá que seguir trabajando para llegar a conseguir lo que tu expones, que desde luego a mí me parece que debe hacer muy feliz a las personas.
He leído blogueando por ahí una frase que me parece muy oportuna, pero dificil de llevar a cabo:
ResponderEliminar"Estoy entrenandome para SER NADIE ESPECIAL. Cuando me siento herido por comentarios, críticas o desavenencias repito esta frase y ella me devuelve a la realidad. La mejor forma de sentirse especial, es la ayuda desinteresada a los demás"
Qué bonito, maripili, eso de SER NADIE ESPECIAL.
ResponderEliminarSupongo que debe aligerar mucho la vida, si consigues ser un poco así.
De hecho, una se siente muy bien cuando está con alguien que tiene un ego desinflado, no?
Cómoda, sin necesidad de demostrar nada; sin miedo a herir su susceptibilidad con las críticas o hinchar su ego con los halagos.
Nos gusta estar con personas sin ego (o con un ego suave, humildes) y sin embargo nos da miedo ser así, para que no se "aprovechen". Es raro, no?
De todas formas, yo tampoco creo que haya que ir por la vida como si una fuera siempre la que está equivocada, "poniendo la otra mejilla", sino simplemente viendo también las "razones" de los demás (perturbaciones mentales incluidas) y no darse siempre por aludida o sentirse herida por los engaños mentales ajenos.
ResponderEliminarBastante tenemos con sufrir por los nuestros propios.
Y aun así, como le dije a Emi, supongo que es más fácil actuar de esta manera cuando le toca a una ser la supuesta "ofendida" (si quiere integrar la práctica en su vida, debilitar el egocentrismo que nos hace sufrir tanto) que cuando lo presencia en otra persona.
ResponderEliminarUna a veces salta más para proteger a otra persona (en esas situaciones que consideramos injustas) que para defenderse a sí misma, a veces por un auténtico y sincero sentido del honor personal y otras por simple pudor, "para que no parezca".
En cualquier caso, es una práctica interesante, que también se utiliza en aikido (y llaman tenkan, creo): ante un ataque, en vez de bloquear o contraatacar, esquivas con un movimiento que te coloca en el punto de mira del atacante, con lo que su ataque no te llega, por una parte, y, además, puedes ver la situación desde su perspectiva.
Suele ser bastante instructivo. Y tú has estado en todo momento fuera de zona de riesgo.
O dicho en otras palabras: tu paz mental no se ha visto alterada.
En cuanto a la otra persona, sólo se hace daño en proporción a la dureza de su ataque (su perturbación mental).
ResponderEliminarPero no es peor que yo.
Hoy le toca a ella, mañana me tocará a mí.
Yo también me altero a veces y soy injusta.
Y quién no?
Quien más y quien menos, estamos aquí aprendiendo la misma lección.
Un abrazo muy fuerte.