Poco a poco, paso a paso.
Realiza las rutinas diarias como si cada eslabón de la cadena fuera nuevo,
cada fotograma fresco y nuevo, recién nacido.
El maestro zen Thich Nhat Hanh dice:
"No lavas los platos para que estén limpios, los lavas para lavarlos".
Simplemente lo haces, sientes el agua en las manos, la abundancia
de tener el acceso al agua.
Y conforme limpias el plato se limpia tu mente.
El plato, la mente, no hay diferencia.
Abre la puerta del balcón después de la noche, no para airear el cuarto,
simplemente la abre, y entra el día.
Hace la cama no para que esté más bonita.
Pasa la mano por la sábana bajera y acaricia el cuerpo que abraza sus sueños en la noche,
acaricia el cuerpo que la acaricia
y vuelan los restos de fantasmas nocturnos, ya olvidados.
Cuando estás presente, lo que haces, o no haces, ya es en sí el objetivo,
no es ningún peaje que haya que pagar o realizar con miras al futuro.
Es puro presente, pura presencia.
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