lunes, 9 de abril de 2012

Como el show de Truman.

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¿Y si fuera
otra
mentira?

Me he pasado toda la vida creyendo en la muerte.
La vi de niña;
en la casa donde vivía
fue una de mis primeras experiencias desconcertantes,
como una sacudida, desordenando el tablero.
Regresé a los juegos y era como si no hubiera ocurrido nunca
(la muerte)
pero ella no tardó en volver,
desordenando el escenario otra vez,
otra vez la sacudida.
Y de vuelta el orden
nuevo.
Si la muerte era cosa de viejos y viejas, ya está. Ahora nos dará un respiro.
Y volví a los juegos una vez más.
Después del dolor del duelo, esta vez mejor;
se está bien lejos de la vejez y la enfermedad crónica, instaladas
en casa,
y de la amenaza de la muerte.
Y parecía que era el turno (ahora con más fuerza)
de la vida,
la juventud, la libertad, la fiesta y la alegría.
Y entonces la muerte regresó,
cuando no tocaba,
y se llevó a alguien joven
y sano
y lleno de energía
y de alegría.
Mi inspiración.
Se lo llevó la muerte.
Otra vez.
Esta vez el tablero quedó desmantelado
del todo,
el escenario barrido por un viento maldito.
Y ahí fue cuando decidí que si no puedes derrotar al enemigo
al menos puedes aliarte con él.
Y le di la mano
a la muerte,
y le pedí que fuera mi compañera de viaje.
Como una sombra.
O una luz.
El faro que alumbra mi vida.


Que a mí no me digan que no me la creo.

Por eso, más tarde, cuando durante las meditaciones
en la muerte,
alguien decía que no nos la creemos,
que de corazón no nos creemos que la muerte, la propia muerte, vaya a llegar
un día, indefinido, quizás hoy,
que no nos lo creemos,
yo callaba,
como quien sabe
y calla.
Que a mí no me digan que no me la creo.






Más que
mi compañera
ha sido mi hermana
de sangre,
de viaje,
de sueño.











¿Y si fuera una alucinación?


Y pasa el tiempo.
Y un día, contemplo
el desfile
delante de mis narices
y veo,
creo
que veo
algo
fuera de lugar
por debajo de las vestiduras
del desfile de apariencias,
algo
que me hace pensar:
¿Y si fuera otra mentira?
Otra actuación, otra
escena
del guión kármico,
los personajes cambiando máscaras y ropajes
una y otra vez.
¿Y si fuera una comparsa?
¿Y si la muerte, ese impacto, en realidad
no existiera?
¿Y si todo esto fuera algo así como el show de Truman?

¿Y si ese "momento brutal" no ha de llegar nunca,
y el miedo a lo desconocido es un despropósito
porque lo desconocido
nunca llegará
sencillamente porque no existe?

Y tanto sufrimiento es un error,
una triste
y dramática
equivocación...















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4 comentarios:

  1. me ha impactado mucho esto último que has escrito Marié, gracias

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  2. A ti por tu feedback, peca.
    Nos vemos el lunes.

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  3. "Primero, debido al miedo a la muerte, corrí hacia el Dharma.
    Luego me adiestré en el estado de la inmortalidad.
    Finalmente, comprendí que la muerte no existe y me relajé".

    Budismo moderno. Pg. 153.

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