jueves, 9 de julio de 2009

Aprender a disfrutar el gran gozo de la vacuidad.



Ya lo has oído muchas veces: ni la felicidad ni el sufrimiento están fuera ni dependen de lo que pase fuera; son una experiencia interna que desarrollas con la práctica. Y la costumbre (de lo que tiendes a sentir) es lo que los acaba haciendo parte de ti.
Tanto si eres una persona feliz o desgraciada, tiene más que ver con tu manera de ser que con lo que ocurra en tu vida.

Recuerdo que al principio de asistir a las clases de meditación solía pensar que intentar mantener una disciplina (un comportamiento de acuerdo a unos valores de respeto a los demás) no sería tan difícil, pero cuando se hablaba de experiencias como el amor, la compasión universal o el gran gozo…ésas eran palabras mayores.

En qué inspirarse para desarrollar el amor o el gran gozo, si los días van pasando llenos de trámites y poco más -poco espacio para el amor o, más difícil todavía, el disfrute en sí mismo, que es la piedra angular del tantra.

Y entonces fue cuando leí aquello (sólo cuando una lanza una pregunta al universo le llega la respuesta):
"Así como el fuego acaba consumiendo la leña que lo produce, deja que el gozo que experimentas consuma el objeto de apego que lo induce" (traducción libre del inglés).
O, dicho de otra manera: concentrarse en esa embriaguez de amor y expansión de la conciencia que experimentas en situaciones puntuales (ya sea ante una magnífica puesta de sol, la mirada de un bebé, el juego con tu consorte o los efectos de tu marca preferida de cerveza fresca), más allá de la circunstancia que la provocó.
Reconocer el placer, el amor, el disfrute, cuando aparece y meditar en él, en tu experiencia interna, al margen de los colores de la puesta o la marca del helado que se deshace en tu boca -suéltalos, deja que éstos se disuelvan en la vacuidad mientras tú permaneces en tu experiencia de paz amorosa o gran gozo.
No hay peligro de apego al objeto externo (que, de todas formas, ya pasó) porque tú no te has concentrado en él sino en tu experiencia interna, y ésta permanece y se desarrolla y se hace más profunda cada vez que vuelves a ella.

El tantra te enseña a practicar y desarrollar el gran gozo en sí -porque, como nos dice Geshe-la: "no existe iluminación sin gran gozo".
Te invita a meditar en la embriaguez de amor-unión-disolución (la unión del gran gozo y la vacuidad) que experimentas y que ya forma parte de ti. Y puedes volver a ella siempre que quieras (porque está en tu experiencia, en tu continuo mental) y no en el objeto o circunstancia que permitió que aflorara y que, como todo, continúa su transición, al margen de ti.

Se trata de permanecer en el amor y dejar que lo impregne todo.

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